EL PAíS › OPINION

Dilaciones y desprolijidades

 Por Rodolfo Yanzón *

El abogado Alfredo Solari, defensor de seis de los imputados que están siendo juzgados por crímenes cometidos en la ESMA, utilizó varios y excesivos días para justificar la tortura y los campos de exterminio. Concluida su tarea, renunció a la defensa y solicitó retirarse por razones de salud, lo que el Tribunal Oral Federal (TOF) 5 le autorizó. Dos horas antes había aceptado representar transitoriamente a otro de los imputados, Julio Coronel, por ausencia de su defensor particular, una práctica lamentablemente instalada y tolerada hace meses. La salida de Solari en plena audiencia derivó en una discusión porque sus otrora defendidos dijeron haberse “sorprendido” de la decisión de su abogado, que no querían ser representados por una defensora oficial y pedían días para proponer a otro abogado particular. Son maniobras dilatorias, consensuadas por abogados e imputados, que terminan siendo toleradas por el Tribunal.

En este juicio dos fueron los abogados particulares hasta el 22 de septiembre pasado: Alfredo Solari y Julio Coronel, hijo del imputado. Solari está enfermo, casi no estuvo presente en los últimos meses y fue reemplazado por Coronel, quien en cada audiencia aceptaba la representación de los defendidos por Solari. Coronel también faltó a varias audiencias y se utilizó idéntico procedimiento. El 22 de septiembre, Solari aceptó representar al imputado Julio Coronel por ausencia de su abogado particular, y continuó con su extenso alegato, una forma más de dilatar los tiempos. Al finalizar dijo que por razones de salud renunciaba a la defensa y pidió autorización para retirarse, lo que el TOF hizo, olvidando que además había aceptado dos horas antes la asistencia de Coronel, a quien se dejaba indefenso. Se designó a una defensora oficial, Daniela Mazza, para asistir a los imputados, incluso a Coronel, pero la defensora dijo que no podía asumir dado que los defendidos por Solari no la querían y porque Coronel tenía abogado. El tribunal insistió en que estaba designada, lo que correspondía respecto de los imputados que habían quedado sin defensor, pero no en cuanto a Coronel. Fue en ese momento que pedí la palabra para advertir que Coronel tenía defensor particular que no podía ser desplazado por una defensora oficial y que el TOF debía llamarlo para que se presentase a ejercer su cargo. También dije que habíamos sido engañados por Solari que, sabiendo que iba a renunciar, aceptó la representación en esa audiencia. Ello motivó unas cuantas exclamaciones de la bandeja superior, donde se ubican familiares, amigos y camaradas de los imputados, sin que el presidente del TOF les llamara la atención (parece que los que no pueden expresar sus sentimientos son los que se sientan en otro lado). Advertido el TOF de la situación, dispuso llamar al abogado Coronel y pasar a un cuarto intermedio. Reanudada la audiencia, el TOF hizo saber que el doctor Coronel estaba en el Brasil, en plena época de alegatos, y por mayoría –los jueces Obligado y Castelli– me llamaron la atención por mis palabras respecto del doctor Solari. En síntesis, el juicio se suspendió una semana por ausencia de un defensor, la picardía de otro y la decisión de los imputados, ante la pasividad del TOF, que estuvo a punto de permitir que la audiencia continuara con un imputado indefenso. El TOF tiene la obligación de hacer continuar las audiencias, pero también de garantizar a los imputados su defensa y de evitar acciones dilatorias. A casi dos años de iniciado este juicio, demasiadas han sido las desprolijidades. Hay mucho que mejorar, si pensamos que por los crímenes cometidos en la ESMA se realizarán otros juicios por muchos más casos y más imputados. Todavía estamos a tiempo.

* Abogado querellante en la causa ESMA.

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