Diputada aún joven al fin, Victoria Donda se maquilla en la mesa porque prefirió no llegar tarde a cumplir con el trámite en su casa. No está mal. “Ya termino, ¿eh?”, avisa. Igual, mientras tanto, empieza a dar algunas respuestas. Por ejemplo, dirá que al gobierno nacional la acerca “la política de derechos humanos de lo que sucedió hace treinta años”, pero no “la política de los derechos humanos que se violan hoy”. Con respecto al FAP, tan dividido en algunas votaciones clave en el Congreso, que le parece “sano que haya mucho debate interno” y que está entusiasmada con la posibilidad de ampliar alianzas con otros sectores para las próximas elecciones, aunque a simple vista podrían parecer de otro palo ideológico. “Pero podemos tener una mirada común en otros temas”, explica.

En pleno corazón de avenida Boedo, algunas banderas en los balcones recuerdan que la noche anterior la Legislatura porteña aprobó la vuelta de San Lorenzo a su predio histórico. Justo enfrente, el bar en el que semanas atrás hizo este desayuno Horacio González. Donda vive unas cuadras más allá, en un PH, con su pareja Pablo Marchetti, cuatro perras y el gato Santucho. Ya lista para las fotos pide un desayuno “orgánico”, que incluye tostadas integrales, semillas y frutas en rodajitas que irá picoteando a lo largo de la charla. Su look, se recordará, ya le generó un cruce con la militancia kirchnerista en aquella jura en el Congreso a fin del año pasado. Ya sea que le gritaran “Rodra” –por un ex novio de La Cámpora– o “trola”, ella replica que todavía está esperando una disculpa. “Y menos mal que no conocían los nombres de todos mi ex, si no todavía están cantando”, bromea.

El resquemor seguramente tiene que ver con que Donda –y Libres del Sur– formaron parte del kirchnerismo hasta 2008 para pasar sucesivamente a integrar Proyecto Sur y luego el FAP. Donda comenta que conoce a algunos de los jóvenes camporistas incluso de antes, y que con algunos de ellos también comparte fragmentos de su cargada historia de vida. Hija de desaparecidos, nacida en cautiverio, con un tío represor y entregador. Hoy, cuenta, ve cada tanto a las tías de su familia de sangre que viven en Paraná, también a su hermana de la familia “de crianza” –como la llama– y visita algunas veces a su apropiador, Juan Antonio Anzic, en el neuropsiquiátrico donde se encuentra internado. En cambio, con su hermana de sangre, Eva, no se ven. Su historia de nieta recuperada la acerca a “reivindicaciones comunes” con la política de derechos humanos del Gobierno sobre la dictadura, pero habla de los derechos humanos que se violan hoy como “los qom de Formosa, que están igual que cuando vinieron a protestar acá”. Dice que coincide con lo que expresó en la última sesión el jefe del bloque de diputados del kirchnerismo, Agustín Rossi, en cuanto a que gracias a lo hecho en estos años hoy la sociedad puede discutir desde un piso más alto. “Pero es un piso más alto respecto a 2001, no en proporción a lo que creció la región”, sostiene.

Como si fuera una materialización del análisis, se acerca a la mesa una mujer que dice estar enferma, pero que el problema de verdad es su hija, que vive en Mar del Plata y no consigue trabajo. Donda le escribe su dirección de mail en una servilleta para que le envíe los datos aunque le anticipa que no será mucho lo que pueda hacer, tal vez conectarla al sindicato de los trabajadores del puerto. “Si esta señora formara parte de alguna estructura política cercana al Gobierno, seguro que no tendría este problema”, ejemplificará cuando la mujer se vaya. Curiosamente, Donda trabajó en un área del Ministerio de Desarrollo Social. “Sí, pero cambió. Hoy los recursos están puestos en función de una opción partidaria”, responde.

Donda sostiene que pese al frustrado paso por el Frente para la Victoria “sigo creyendo en los frentes”. Prueba de eso es su incorporación al FAP, una alianza en la que las discusiones internas suelen estar a la orden del día. “No me parece sano lo que dice Rossi, que porque están en el partido de gobierno tienen que votar todos igual”, argumenta. Así las cosas, tampoco parecería sencillo mostrar al FAP como fuerza de gobierno si todos votan diferente cada vez que se discute un tema de importancia. “En ese caso ganaría la fuerza mayoritaria, pero está bien que haya discusión. Me parece que en el Frente para la Victoria hay gente molesta por la falta de debate”, asegura.

Como para agrandar un poco el combo de miradas “distintas”, Donda y su jefe político, Humberto Tumini, se mostraron días atrás en una mesa del bar La Paz junto a legisladores que a priori podrían parecer lejanos ideológicamente como Alfonso Prat Gay o Ricardo Gil Lavedra. “La idea es sumar sectores, podemos compartir miradas sobre algunos temas. Además, Prat Gay era funcionario del gobierno cuando nosotros estábamos adentro. Y Gil Lavedra, por ejemplo, fue fundamental en el proyecto de despenalización de la tenencia de drogas para el consumo personal”, responde. La reunión dejó varios enojados: el sector de Víctor De Gennaro y Claudio Lozano no sólo no fue, sino que dijeron algunas cositas sobre quienes se fotografiaron allí. “Siempre se enoja gente”, minimiza ahora Victoria. Imagina que en las legislativas del año que viene las alianzas electorales se harán distrito por distrito y acude al formalismo que hará “lo que los compañeros decidan” en cuanto a candidaturas, aunque las versiones la muestran postulándose en la Capital.

La mañana es calurosa, quedaron tostadas sin consumir. Antes de levantarse, Donda comenta que se encuentra entre quienes piensan que al cacerolazo del 8N hay que prestarle atención. “Me parece negativo que desde el Gobierno digan que eran ricos y de derecha”, sostiene. Que allí había muchas demandas, aunque tal vez no estaba el reclamo de trabajo, que sí estará en el paro de mañana convocado por las centrales opositoras, al que también apoya. Ya es hora de irse, avisa que tiene que participar de la presentación de un proyecto para crear una empresa estatal de ferrocarriles.