EL PAíS › FRANCISCO Y BENEDICTO SE REUNIERON EN LA RESIDENCIA DE CASTELGANDOLFO

Hay dos papas para el almuerzo

El actual y el emérito rezaron, comieron y hablaron. El argentino llegó en helicóptero y le llevó al alemán un abrazo y una virgen de regalo. Los papeles y el sobre sellado que Ratzinger tenía para el nuevo pontífice.

 Por Elena Llorente

Desde Roma

Fue un encuentro histórico el de ayer en el Palacio Pontificio de Castelgandolfo donde se reunieron dos papas, Benedicto XVI y Francisco, uno emérito y el otro en actividad, uno alemán y el otro argentino. Ambos vestidos de blanco, aunque con algunas diferencias casi imperceptibles en la vestimenta, se abrazaron y luego se arrodillaron en un mismo banco para rezar “porque somos hermanos”, dijo el papa Francisco. Y al concluir hablaron, se supone –porque no hubo información oficial– sobre los grandes problemas de la Iglesia.

Se lo vio muy avejentado al papa emérito. El papa Francisco fue a visitarlo en helicóptero a la residencia pontificia veraniega de Castelgandolfo, a unos treinta kilómetros de Roma, donde Ratzinger está viviendo provisoriamente hasta que le terminen de refaccionar el que será su departamento dentro del Vaticano. Se lo vio encorvado y caminando a pasitos muy cortos, apoyado en un bastón. Nunca se lo había visto así, o al menos las cámaras de televisión vaticanas, que tienen la exclusividad de sus imágenes, no lo habían mostrado de esta manera. Dio la impresión de ser mucho más viejo de lo que parecía hace poco más de un mes, cuando presentó la renuncia.

Hacía ocho siglos que dos pontífices no convivían en el mismo tiempo histórico. Aunque el último que renunció a un pontificado fue Gregorio XII, en 1415, lo hizo para acabar con el llamado Cisma de Occidente, que estaba destruyendo a la Iglesia. El último caso similar al de Benedicto XVI y Francisco, pero no igual, fue el de Celestino V y Bonifacio VIII. Celestino fue elegido en 1294 y luego de apenas cinco meses de pontificado decidió renunciar para volver a ser un monje ermitaño como era antes y entonces fue elegido Bonifacio. Difícil es saber si los dos papas se encontraron alguna vez.

“Fue un momento de profunda comunión”, dijo a los periodistas el portavoz vaticano, Federico Lombardi, que no dio detalles sobre los contenidos del encuentro privado, que duró unos 45 minutos. Luego hubo un almuerzo del que también participaron los respectivos secretarios, el obispo Alfred Xuereb (el de Francisco) y el obispo Georg Gasnwein, quien fue el secretario de Benedicto durante todo su pontificado. Gasnwein, después del incidente con el mayordomo del papa y los Vatileaks, pasó a ser Prefecto de la Casa Pontificia, es decir, tiene a cargo el entorno del papa (por ahora también de Francisco) y organiza su agenda de encuentros oficiales.

Las imágenes que la televisión vaticana difundió ayer dieron una clara idea de las diferencias de estilo de los dos pontífices. El papa emérito fue en auto a recibir a Francisco al helipuerto de Castelgandolfo y apenas bajó, fue Francisco quien se adelantó para abrazarlo, en típico estilo argentino. Ratzinger se quedó tieso, en el típico estilo tímido y un poco distante que siempre lo caracterizó.

Lo primero que hicieron al llegar a los departamentos pontificios, contó Lombardi, fue ir a rezar a la capilla, donde había sido colocado un reclinatorio especial e individual para Francisco. Pero al entrar, éste no quiso ocuparlo. “Somos hermanos”, le dijo y se dirigió a un banco grande donde los dos se arrodillaron y rezaron juntos por algunos minutos. Luego comenzó el encuentro privado propiamente dicho, en la biblioteca, donde el pontífice recibe normalmente a los huéspedes de honor cuando está en Castelgandolfo. En una mesita cercana a donde se sentaron había una caja con documentos y un sobre sellado, muy probablemente documentos súper secretos que Benedicto quiso entregar personalmente para ayudarlo en la difícil tarea de vivir y lidiar con los problemas vaticanos.

Francisco le llevó un regalo a Benedicto, un cuadro con una virgen. “La llaman la Virgen de la Humildad. Permítame decirle que pensé en usted. Quise traérselo por los muchos signos de humildad que usted nos dio durante su pontificado”, le dijo.

“Es el primer encuentro que mantienen los dos papas en su actual condición, pero han hablado varias veces por teléfono”, recordó Lombardi. “Benedicto XVI le volvió a manifestar a su sucesor su total obediencia y reverencia, mientras el papa Francisco le manifestó su agradecimiento y el de toda la Iglesia, por el ministerio que ha llevado a cabo durante su pontificado.”

Mientras tanto, fuera del Palacio Apostólico cuyo frente da a la plaza central de Castelgandolfo, uno de los pueblitos en torno de un lago que integran la zona llamada Castelli Romani (castillos romanos), ondeaban banderas argentinas y vaticanas y algunos cientos de personas y muchos periodistas se habían reunido desde temprano con la esperanza de que los dos papas se asomaran al balcón. No ocurrió.

La televisión de la Conferencia Episcopal Italiana, mientras tanto, difundía videos del cardenal Bergoglio traídos de Argentina, donde se lo veía saludando a la gente en la calle luego de una misa. “Denos la bendición, padre”, le decían un par de señoras en una villa miseria. “Claro –respondía el cardenal haciendo la señal de la cruz–, pero ustedes no les saquen el cuero a las vecinas.” Hoy, en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco oficiará su primera misa del Domingo de Ramos, dando comienzo así a las celebraciones de la Semana Santa.

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Los dos papas rezandos en la capilla del castillo.
Imagen: EFE
 
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