EL PAíS › KIRCHNER DESIGNO A MARTIN BALZA PARA UNA MISION DE ALTO RIESGO

“Hay que encontrar una senda de paz”

El Gobierno eligió a un destacado opositor a la intervención militar extranjera en Colombia como embajador en ese convulsionado país. El propio Balza aseguró que Kirchner le marcó “el respeto a la autodeterminación” y la “no intervención” como guías de su misión. Expectativas en una acción común latinoamericana.

 Por Martín Granovsky

El presidente Néstor Kirch-ner decidió apostar fuerte en la crisis colombiana: designó embajador en Bogotá al teniente general retirado Martín Balza, un opositor histórico a la intervención militar extranjera en Colombia y a esta altura una figura internacional conocida con una agenda propia de contactos en América latina y los Estados Unidos.
Balza recibió la propuesta el viernes y pidió el fin de semana para pensarlo. El lunes aceptó la oferta y ayer el Gobierno la oficializó.
Un secretario de Estado que pidió reserva de su nombre definió así la política hacia Colombia. “En el Gobierno siempre nos acordamos de una frase de Ricardo Lagos, el presidente chileno: ‘Si América latina no se ocupa pacíficamente de Colombia, los Estados Unidos se van a ocupar’.”
“Tenemos que encontrar una senda de diálogo de paz en Colombia”, dijo anoche a Página/12 un funcionario del Ejecutivo. “Nosotros y el Mercosur ampliado debemos tener una posición que afiance iniciativas hacia esa senda en Colombia”, dijo. Definió a Balza como “una persona con experiencia para interpretar la posición argentina”, opinó que “está bien considerado” y dijo que “tiene principios”.
En conferencia de prensa, al presentar a Balza, el canciller Rafael Bielsa dijo que “Colombia es para la Argentina un país importante y el general Balza es un hombre importante, de modo que para un país importante va un hombre importante”.
Balza confesó su “sorpresa y orgullo” por la designación y dijo que la causa de las armas no lo afecta. Según la información dada por él mismo en la Casa Rosada, de los cuatro procesos en trámite fue sobreseído definitivamente en tres. El cuarto, por malversación culposa, tiene un dictamen exculpatorio en la Cámara Federal.
El propio Balza avanzó en la política de Kirchner hacia Colombia al relatar que el Presidente le había remarcado en la entrevista previa la importancia de la “autodeterminación de los pueblos” y la “no intervención”.
El funcionario no quiso avanzar con otras definiciones, pero Balza tiene algunas características más:
- Es un militar no partidario de exacerbar los aspectos militares.
- Es disciplinado, cosa que probó cuando cumplió la orden de Carlos Menem de bombardear el regimiento de Patricios en 1990 para sofocar el alzamiento de Mohamed Alí Seineldín.
- Conoce la situación colombiana y, a la vez, cuando fue jefe de Estado Mayor no aprovechó sus contactos militares allí para generar una política propia.
- Desde la autocrítica militar de 1995 incorporó conceptos del nuevo derecho internacional. Incluso su última actividad pública en Colombia fue la participación en un seminario junto con el senador y ex guerrillero del M-19 Antonio Navarro Wolff. “Solo eliminando la impunidad del pasado se podrá resolver la incertidumbre del futuro”, dijo entonces Balza.
- Este diario publicó en exclusiva un mes atrás que la situación colombiana fue uno de los motivos de Kirchner para remover las viejas cúpulas de las Fuerzas Armadas, y sobre todo la del Ejército, donde Ricardo Brinzoni dejó su lugar a Ricardo Bendini. También despidió al jefe del Estado Mayor Conjunto, Juan Carlos Mugnolo, el mayor propagandista argentino de que Colombia figure como hipótesis de conflicto de los militares locales.
- En su momento la jugada del Gobierno fue asegurarse el mando sobre las Fuerzas Armadas para, mediante el gesto de autoridad, subordinar a los jefes de Estado Mayor a las eventuales órdenes del Presidente. A la vez fue un modo de evitar la agitación militarista en el plano internacional que sobrevendría en el futuro a partir de dos datos:
- En el famoso documento de George W. Bush sobre la guerra preventiva, que sirvió de doctrina para la invasión de Irak, figuraban como “amenazas”a la seguridad nacional de los Estados Unidos tanto la crisis colombiana como los asentamientos terroristas en la Triple Frontera.
- Sin un mensaje interno de ejercicio de autoridad, militares argentinos podrían ser permeables a futuras presiones para hacer propia esa doctrina. Hasta ahora, la verdad es que los Estados Unidos nunca pidieron a la Argentina el envío de tropas a Colombia. Tampoco reclamaron al país que participe en una fuerza militar multilateral. La agitación del tema serviría, entonces, para que cuando ese pedido eventualmente llegue ya esté preparado el terreno.
El encargado permanente de conversar el tema es el jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas norteamericanas, puesto que ahora recae en el general James Hill. Hill estuvo en Buenos Aires a fines de junio, un día antes de que llegara el secretario de Estado Colin Powell. Se reunió con el ministro de Defensa, José Pampuro, y con el sucesor de Mugnolo, Jorge Chevalier.
En una entrevista concedida a Página/12, el canciller Rafael Bielsa dijo que nadie había pedido intervenir en Colombia. Y agregó: “Lo único que se habló con los Estados Unidos sobre Colombia es la preocupación que tenemos todos: la extrema violencia en ese país, con final incierto”. Según Bielsa, “la actitud prudente es llamar a acompañar a Colombia y, cuando tome una decisión, si nos parece correcta la apoyaremos. Porque de otro modo puede ocurrir que cualquier gobierno de cualquier país puede tomar alguna decisión que nos parezca inaceptable desde el punto de vista legal internacional”. Eso y hablar de una posible presión norteamericana era lo mismo.
Fruto de 40 años de violencia y crisis política permanente, la situación colombiana está fuera de control. El Estado no controla todo el territorio, parcialmente en manos de las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y del Ejército de Liberación Nacional. Tampoco controla totalmente a las Fuerzas Armadas: se extienden los grupos paramilitares. Y el narcotráfico se superpone con su inmenso poder a este cuadro.
El temor se desparrama por América latina.
Brasil comparte una larga frontera con Colombia, justo en zona selvática.
Venezuela carga con el costo de que el presidente Hugo Chávez aparezca señalado como el principal impulsor de las FARC, como si un fenómeno tan colombiano necesitara un estímulo externo.
Chile observa que una agudización de la crisis pondrá al continente ante definiciones que reforzarán el tema de la seguridad en la agenda internacional. Y para un país que, como Chile, luego de más de diez años de democracia aún no pudo alcanzar las normas Iram de calidad institucional, involucrarse en un conflicto sería frenar la lenta desmilitarización que comenzó en 1990 cuando Augusto Pinochet dejó el poder.
La Argentina tiene la misma preocupación que sus vecinos y amigos. En la reunión de presidentes del Mercosur de Asunción, a mediados de junio, Kirchner ya estableció que no estaba de acuerdo con una solución militar, ni unilateral ni multilateral, ni encarada por los Estados Unidos ni por los países del continente.

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El teniente general (RE) Martín Balza recibió el ofrecimiento el viernes y ayer aceptó la oferta.
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