EL PAíS › MILITANTES DE AGRUPACIONES POLíTICAS PERO TAMBIéN MUCHA GENTE SUELTA OCUPó DESDE LA TARDE LA PLAZA DE MAYO

Una celebración en una plaza entusiasta

Algunos fueron porque querían expresar su alegría por las tres décadas en democracia, otros en apoyo al Gobierno. Escucharon el discurso de la Presidenta y mostraron sus preferencias y antipatías por quienes aparecían en pantalla.

 Por Laura Vales

Llegó empujando el cochecito de su hijo. “Vinimos a celebrar los 30 años de democracia, aunque invitaron a algunos ex presidentes que yo jamás hubiera incluido en la lista”, advirtió desde el vamos. Docente, de 35 años, Daniela Rusyniak fue una de los miles que ayer se acercaron a la Plaza de Mayo a participar de los festejos. Se había puesto de mal humor, pero así y todo, dijo, se seguía sintiendo emocionada, porque en el ’83 también había estado ahí para la asunción de Raúl Alfonsín. “Yo tenía cinco años. Me trajo mi mamá, que no lo había votado. Yo no entendía por qué habíamos ido, porque veía que cuando él aparecía en televisión, ella decía ‘viejo de mierda’. Pero me explicó que estábamos por la democracia”, recordó. Contó además que ahora iba camino a encontrarse con ella, en la plaza, lo que le daba un segundo motivo para celebrar.

El festejo reunió a militantes de agrupaciones políticas, movimientos sociales y sindicatos con una buena proporción de personas que, como Rusyniak, se acercaron por las suyas. Pero de los “sueltos” casi todos contaron que se sentían parte de alguna organización. Rusyniak, como maestra, dijo que participaba en su sindicato; otros en centros de estudiantes, otros en grupos culturales. La mayoría expresó también que había ido a la plaza a apoyar al gobierno, en alusión a las huelgas policiales y los saqueos.

Sentada en una de las fuentes, Sandra Maestre no tenía muchas ganas de hablar. La convenció una compañera del movimiento Evita, con el que se movilizó desde el conurbano. “Crecí en la dictadura, tenía 17 años en el ’83, así que viví todos los gobiernos democráticos. Cuando veo que quieren llevarnos de nuevo a cosas que ya conocemos, me da angustia”, dijo. “Hoy no estamos perfecto, pero no es lo mismo que en el ’89 o en el 2001.”

¿Qué hacía en el ’89? “No tenía trabajo, hacíamos muñecos con mi mamá. Vino la hiperinflación, había que correr dentro del supermercado para poder comprar algo. En casa nos cortaron el gas.” ¿Y en el 2001? “Tuve a mi primer hijo. Cuando estalló todo fue muy feo, con él de ocho meses; después mataron a los dos chicos en el Puente Avellaneda (por Darío Santillán y Maximiliano Kosteki) y pensé que no iba a ser nunca más peronista. Yo dejé de ser peronista en el gobierno de (Eduardo) Duhalde, pero volví a ser peronista con Néstor Kirchner. Por eso cuando veo estos saqueos, que no son por hambre, me da mucha bronca; los que vivimos la dictadura y el neoliberalismo sabemos lo que son, cómo nos fue y a lo que no queremos volver.”

Las pantallas gigantes transmitieron la entrega del premio Azucena Villaflor y el discurso de la presidenta Cristina Kirchner. En la plaza, el público silbó hasta cansarse la presencia en el acto de Fernando de la Rúa, y aplaudió cuando las cámaras mostraron a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. También fueron muy aplaudidos Osvaldo Bayer y Víctor Hugo Morales.

Sobre la Avenida de Mayo hubo un continuo ir y venir de gente. Toda la calle quedó además cubierta de puestos callejeros. Gonzalo Rolón llevó los Libros de la Buena Memoria, un emprendimiento cultural nacido de las asambleas barriales que llegó hasta hoy. “Venimos del que se vayan todos y nos sorprendimos apoyando a un gobierno por las cosas que hizo. Apoyándolo cariñosamente, además”, contó. Sus libros iban desde textos anarquistas y marxistas a las biografías de Hugo Chávez y Evita, pasando por un manual de lenguaje no sexista.

Más allá, la Subsecretaría de Agricultura Familiar puso un stand desde el que distribuyeron dos mil cajones de frutas frescas –sandía, manzanas, naranjas y frutillas– que ayudaron a aliviar el calor de diciembre.

En varias esquinas se vendieron remeras con estampados políticos. Graciela Avena –50 años, docente– le compró dos a sus hijas de 14 y 17 años. Las dos eligieron un diseño con la cara de Evita en el frente, y en la espalda la leyenda “2003-2013, la década ganada”. “Somos una familia donde siempre se habló de política. Soy hija de desaparecidos, los chicos siempre nos acompañaron a las marchas y naturalmente se van interesando también”, contó Avena. Destacó como el mejor logro de la democracia el fin de la impunidad, y dijo que su mayor expectativa para los próximos diez años es que se pueda establecer una mayor equidad en lo social.

En las mesitas de los bares cercanos muchos se sentaron a reponer fuerzas de vuelta del festejo. Antonio Rodríguez y Ernesto Pastrana –sociólogos los dos– estaban en una de ellas. “Tengo 70 años y la recuperación de la democracia es lo más importante que he vivido”, definió Pastrana. Su amigo dijo que hoy ve a las nuevas generaciones volver a militar. “Soy optimista por eso, y también porque hay un gobierno que lleva adelante una política que es heredera de todas las luchas populares.”

Ruth, de 65 años, jubilada, y Alma, de 48, psicóloga, defendieron el festejo frente a los pedidos de la oposición de suspenderlos por las muertes ocurridas en el marco de los saqueos: “Creo que, por el contrario, hay que celebrar la recuperación de la democracia. Hay que festejar la vida y ratificar los valores de la democracia”.

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La gente siguió atentamente el discurso de la presidenta Cristina Kirchner a través de las pantallas gigantes.
Imagen: Pablo Piovano
 
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