EL PAíS › LA NIETA MARIA NATALIA SUAREZ NELSON DIO SU TESTIMONIO Y HABLO SOBRE SUS PADRES

“Ellos eran muy idealistas”

Fue la primera nieta recuperada cuya identidad debió determinarse con métodos alternativos porque se negaba a sacarse sangre. Declaró en el jucio por los crímenes de La Cacha. Hubo otros cuatro testigos que hablaron de víctimas vistas en ese centro.

“Soy hija de María Elena Isabel Corvalán y Mario César Suárez Nelson”, afirmó el miércoles María Natalia Suárez Nelson, en el Tribunal Oral Federal número 1 de La Plata, donde se llevó a cabo una nueva jornada en el juicio oral por las violaciones a los derechos humanos cometidas en el ex centro de detención clandestino conocido como La Cacha, de esa ciudad. Era el testimonio más esperado de la jornada. Ella fue la primera nieta recuperada cuya identidad debió determinarse con métodos alternativos a la extracción de sangre. También aportaron su testimonio los familiares de detenidos desaparecidos Mario Cugura y Emilce Flores; Delma Eda Coccia, testigo de un operativo llevado a cabo por las fuerzas militares y víctima de maltratos por parte de uno de los acusados, y el ex detenido Esteban Colman.

Natalia Suárez Nelson nació en La Cacha, el 8 de agosto de 1977. Su madre era una de las siete embarazadas del total de 135 víctimas de crímenes de lesa humanidad que contempla esta causa. Fue entregada por Juan Carlos Herzberg –ex director de la Escuela Naval de La Plata y quien es además su padrino– a Omar Alonso y María Luján Di Mattía.

“De mis verdaderos padres sé que mi mamá estudiaba Sociología y él era veterinario, que eran muy idealistas y peleaban por lo que consideraban justo”, dijo Suárez Nelson, quien se refirió a Alonso y Di Mattía durante toda la declaración como sus “padres adoptivos”. “Otros les dicen apropiadores”, agregó la nieta recuperada, quien a los nueve años fue a vivir a Paraguay junto con ellos, hasta que detuvieron a Alonso en 1993 y extraditaron a Di Mattía, en 1996.

Respecto de su padrino, quien pese a estar imputado no estuvo entre los sentados en el banco de los acusados, señaló que se presentó en su casa “antes del 2000”. “Estaba mi mamá, a mí me despiertan y lo veo que estaba llorando a mares”, dijo Suárez Nelson, y agregó que Herzberg le pidió perdón y le aseguró que no había querido mentirle, pero que “le parecía que yo podía ser hija de desaparecidos”. También le confesó que había sido entregada por una persona que había muerto, “de apellido Masota o algo así, pero me dijo que no me podía ayudar y se fue”.

También fue el turno de declarar de Mario Cugura y Emilce Flores, sobrino y madre de Olga Noemí Casado, quien fue secuestrada y desaparecida a fines de noviembre o principios de diciembre de 1977, cuando estaba embarazada de siete meses. El caso fue denunciado en un principio por la familia Cugura, quienes conocían a Casado como Julia, cuya hija, nacida en La Cacha, fue identificada en 2008.

Pero no sólo la tía de Cugura está desaparecida. “Primero desapareció mi papá, luego mi tío salió a buscarlo y desapareció mi tío. Recuerdo que desde arriba de la casa pude ver el Falcon y que los vecinos miraban con miedo, me acuerdo también de ver la cabeza de mi mamá llena de sangre y esa fue la última vez que la vi.” Después del secuestro, estuvo en un internado separado de su hermano menor, hasta que fueron restituidos a su familia paterna.

“En este caso me tocó declarar por mi tía, pero ya declaré en Circuito Camps por mi papá y me tocará supongo el año que viene declarar por mi mamá.” Cugura también advirtió “puntos de conexión”, entre la historia de Suárez Nelson y la suya, “venimos de una misma generación y estar acá declarando es sacarse una mochila de encima”.

Luego de un cuarto intermedio, testificaron Delma Eda Coccia y Esteban Colman. Coccia era una estudiante de Arquitectura, cuando el 6 de diciembre de 1977 se dirigía a un estudio donde se juntaba con compañeros de la facultad en La Plata, en la calle 8 entre 48 y 49. Allí le tocó ser parte de un operativo donde se llevaron varios detenidos, entre ellos a Jorge Alberto Martino, “Mingo”, una de las víctimas por las que se lleva adelante el juicio. La testigo contó cómo la interrogaron a los golpes. “En un momento cayó Mingo y alguien lo señaló, les dijo ‘es ése’, y empezaron a molerlo a palos y a hacerle preguntas.” Lo último que supo de Martino fue que estuvo detenido en La Cacha.

A pedido de los abogados de la querella, Coccia tuvo que identificar a su agresor entre una serie de fotografías, a lo que se opusieron los abogados de la defensa. Coccia se tomó su tiempo en silencio para mirar la carpeta de fotos que le pusieron delante. Cuando finalizó, dijo que cuatro fotografías coincidían con las características de su agresor. Carlos Rozanski, uno de los jueces del tribunal, le preguntó si se inclinaba por alguna de ellas. “Sí, por la fotografía número uno”, afirmó Coccia. Se trata de Héctor Raúl Acuña, uno de los acusados, quien ayer se sentó en la primera fila para escuchar a los testigos, a la izquierda de Miguel Etchecolatz. La semana pasada, cuando fue citada a declarar María Patricia Luisoni, quien se encontraba en el lugar donde se llevó a cabo el operativo, también fue sometida a una rueda de reconocimiento. Y, al igual que Coccia, señaló la foto de Acuña.

El último en prestar declaración fue Esteban Colman. Colman trabajaba en una fábrica de la localidad de Berazategui, tercerizado por la empresa Manpower. Una noche, cuando salía de la fábrica junto a dos compañeros, uno de ellos se puso a levantar panfletos políticos. Fueron detenidos en la estación, acusados por estar repartiéndolos. Primero fue llevado a la comisaría Primera de Berazategui y luego a la Octava de La Plata. Un día lo sacaron encapuchado y se presume que por sus descripciones fue llevado a La Cacha, aunque él nunca tuvo certezas del lugar. “Ahí adentro perdí la noción del tiempo, pero la verdadera odisea comenzó cuando volví a mi casa. Llegaba la noche y dormía debajo de la cama por el miedo que tenía. Tampoco podía salir a la calle. Me llevó varios años superarlo.”

Informe: Cecilia Camarano.

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El represor Miguel Osvaldo Etchecolatz es uno de los principales acusados del juicio.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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