EL PAíS › CRISTINA KIRCHNER RECIBIO A LAS AUTORIDADES DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

Un encuentro con los obispos

Los obispos habían emitido un documento que alertaba sobre la violencia que había merecido una réplica de la Presidenta. De acuerdo con ambas partes, el diálogo de ayer, de más de una hora, fue de tono “cordial”.

 Por Washington Uranga

Cristina Kirchner conversó en Olivos con la conducción encabezada por el obispo José María Arancedo.
Imagen: DyN.

Más de una hora duró el diálogo que ayer mantuvieron en Olivos la presidenta Cristina Fernández y una delegación de obispos encabezada por el presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo santafesino José María Arancedo. El encuentro, que se gestó esta misma semana entre el secretario general del episcopado, obispo Enrique Eguía Seguí, y el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri, transcurrió en tono “cordial”, según lo admitieron todos los participantes. De la reunión, además de los mencionados, participó también el obispo auxiliar y vicario general del arzobispado de Buenos Aires, Joaquín Sucunza.

La entrevista había sido concertada el pasado lunes entre Oliveri y Eguía Seguí tras las repercusiones que tuvo el documento titulado “Felices los que trabajan por la paz”, resultado de la asamblea episcopal celebrada la semana anterior y a través de cual los obispos trazaron un panorama sobre distintos costados de la violencia en el país, señalando que “la Argentina está enferma de violencia”.

Si bien días después el arzobispo Víctor Manuel Fernández, a quien se señala como uno de los redactores originales del documento episcopal, afirmó en una nota de opinión publicada en Página/12 que se trató de una “propuesta educativa y autoeducativa” y el secretario de prensa del Episcopado, el sacerdote Jorge Oesterheld, se encargó también de precisar que el texto no estuvo dirigido contra el Gobierno, es sabido que la declaración causó molestia en la Casa Rosada. La propia Presidenta, al hablar el sábado en el acto en el que se recordó al padre Carlos Mugica en el cuarenta aniversario de su martirio, pidió sin hacer referencias directas que “nadie permita dividir al pueblo de Dios”.

El encuentro de ayer en Olivos y la foto de Cristina Fernández y José María Arancedo ha tenido el propósito manifiesto de volver a situar las relaciones entre el Gobierno y la jerarquía de la Iglesia en el tono de cordialidad y diálogo institucional en el que se vienen dando desde que el arzobispo santafesino asumió la conducción del episcopado, reforzado también por la presencia del papa Jorge Bergoglio en el Vaticano.

Según pudo saber Página/12, la Presidenta accedió de manera inmediata cuando le fue planteada, a comienzos de esta semana, la posibilidad de la reunión con Arancedo. El obispo, que había participado en la asamblea episcopal de la semana anterior en Pilar, también se mostró dispuesto al diálogo y permaneció en Buenos Aires para facilitar el encuentro.

Durante la reunión en Olivos hubo referencias mutuas al documento de los obispos, aclaraciones e intercambios de puntos de vista, pero en el marco de un diálogo distendido se abordaron también otras cuestiones y hasta hubo lugar para las bromas.

El rector de la Universidad Católica, arzobispo Víctor Fernández, sostuvo en su columna del martes en este diario que “la intencionalidad del texto está expresada en esta frase: ‘Cada uno está llamado a sanar sus propias violencias’”, aludiendo a la violencia como una “enfermedad social” y formulando una dura crítica a los medios de comunicación, a quienes acusó de utilizar una “hermenéutica sesgada”. Los trascendidos de fuentes eclesiásticas indican que el texto original del documento, que luego tuvo aportes y modificaciones no sustanciales por parte de miembros de la asamblea, fue redactado por el propio Fernández, junto al titular de Pastoral Social, obispo Jorge Lozano (Gualeguaychú), y al presidente Arancedo. La nota de Fernández, en la que se afirma que los obispos, después de debatir, “terminamos coincidiendo en la necesidad de encarar el tema (de la violencia) de manera amplia evitando un acento excesivo en la inseguridad” fue enviada esta semana por la Conferencia Episcopal a todos los obispos del país.

Resulta también significativa la presencia en la reunión de Olivos del obispo Joaquín Sucunza, quien como vicario general es el más directo colaborador del cardenal Mario Poli y se cuenta también –como Víctor Fernández– entre los obispos argentinos que mantienen relación directa y personal con el papa Francisco. La presidenta Cristina Fernández ya anunció que el próximo 25 de mayo asistirá en la catedral de Buenos Aires a la ceremonia de acción de gracias (tedéum) que será presidida por el cardenal Poli. De esta manera se retoma una modalidad que había sido dejada de lado por Néstor Kirchner a raíz de sus diferencias con el entonces cardenal Bergoglio.

La segunda asamblea episcopal del año se iniciará en Pilar el 10 de noviembre y al día siguiente los obispos elegirán el sucesor de Arancedo en la presidencia de la Conferencia Episcopal. Si bien el arzobispo santafesino puede ser reelecto en el cargo, no está claro que ello suceda y Poli, dada su condición de cardenal, está entre los más firmes candidatos a ocupar ese lugar.

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