EL PAíS › VALERIA GUTIéRREZ ACUñA DECLARA EN EL JUICIO POR LOS CRíMENES EN EL HOSPITAL DE CAMPO DE MAYO

El testimonio de una nieta recuperada

La hija de Liliana Acuña y Oscar Gutiérrez, ambos desaparecidos desde 1976, contará hoy por primera vez su historia, ante el Tribunal Oral Federal 6. En la causa están acusados los represores Bignone y Riveros, así como ex médicos y una partera.

 Por Ailín Bullentini

Valeria Gutiérrez Acuña supo a fines del año pasado que sus padres biológicos no eran quienes la habían criado desde siempre, sino Liliana Acuña y Oscar Gutiérrez, ambos secuestrados en 1976 por la dictadura cívico-militar y aún desaparecidos. Esta mañana, el Tribunal Oral Federal Nº 6, la querella de Abuelas de Plaza de Mayo, la Fiscalía y las defensas de los represores Reynaldo Bignone y Santiago Riveros, de los ex médicos militares Norberto Bianco, Eugenio Martín y de la ex partera Luisa Arroche de Sala García la escucharán contar su historia por primera vez. Su apropiación es una de las analizadas en el juicio que se lleva a cabo por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la maternidad clandestina que funcionó en el Hospital Militar de Campo de Mayo bajo el terrorismo de Estado.

Gutiérrez Acuña es la nieta restituida número 110. En octubre de 2013, las dudas sobre su origen fueron demasiado pesadas y se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo. En menos de un mes, todo fue más claro: los análisis genéticos le contaron que sus verdaderos padres se llamaban Liliana Acuña y Oscar Gutiérrez; la historia hizo el resto.

Liliana y Oscar fueron secuestrados el 26 de agosto de 1976. Estaban juntos en la casa donde vivían, en la localidad de San Justo, en el oeste bonaerense. Ella tenía 24 años y estaba embarazada de cinco meses. Según surgió de los datos aportados por sobrevivientes de la represión, la pareja permaneció encerrada en el centro clandestino que funcionó durante la última dictadura en los sótanos de la comisaría 4ª de San Isidro. Las Barrancas fue uno de los espacios destinados a víctimas del terrorismo de Estado que funcionaron dentro del área militar de Campo de Mayo.

El entretejido de testimonios también permitió determinar que, cuando su embarazo llegó a término, Liliana fue trasladada a otro sitio de tortura y exterminio, ubicado en la localidad de San Martín. Allí parió a su beba, de la que fue separada. Luego, fue llevada al centro clandestino conocido como Arsenal Esteban De Luca y, posteriormente, al Regimiento de Mercedes. Valeria fue buscada incansablemente por la familia de sus jóvenes padres. Su abuela paterna, Vilma Sesarego de Gutiérrez, fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. A esa institución se acercó la joven 37 años después de su apropiación. Para entonces, su apropiadora le había confirmado que no era su hija biológica, como figuraba en su partida de nacimiento, sino que la había recibido el 31 de diciembre de 1976 de manos de efectivos de la Policía Bonaerense. Su apropiador, que falleció en 1987, se desempeñaba en esa fuerza.

Esta mañana, Valeria declarará públicamente por primera vez. Su versión de los hechos no integró la instrucción de la causa en juicio, ya que la confirmación de su verdadera identidad llegó tras el cierre de la investigación. Recién en febrero la querella logró que su caso fuera incorporado al juicio.

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Reynaldo Bignone y Santiago Riveros son juzgados por delitos en el Hospital Militar.
Imagen: Rafael Yohai
 
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