EL PAíS › MAURICIO MACRI CELEBRó SU TRIUNFO CON UN BAILE Y UN DISCURSO SIN CONTENIDO POLíTICO

“Día histórico, cambio de época”

En el Complejo Costa Salguero, acompañado por dirigentes y militantes del PRO y sus aliados, el presidente electo habló de “un cambio que nos tiene que llevar hacia el futuro” y que “no puede detenerse en revanchas ni en ajustes de cuentas”.

 Por Werner Pertot

Mauricio Macri gerenciará la Argentina por cuatro años (con opción de otros cuatro). Por una diferencia corta, el jefe de Gobierno porteño se convirtió en el futuro presidente de la Nación. Es la primera vez que un partido de derecha pura va a gobernar el país. Tampoco hay antecedentes de que una fuerza como el PRO gobierne, a la vez, el Estado nacional, el bonaerense y el de la Ciudad. Junto con sus lugartenientes, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, Macri ejercerá una cantidad inédita de poder. De su pasado empresario como contratista del Estado, el líder de Cambiemos hizo una exitosa carrera política que lo lleva a cumplir el sueño de una Argentina atendida por sus propios dueños. “Hoy es un día histórico. Es un cambio de época”, afirmó el presidente electo.

Qué noche mágica

Como en una pesadilla recurrente, el decorado del bunker en el Complejo Costa Salguero –el sancta sanctorum del macrismo– volvió casi sin cambios. Banners blancos de Cambiemos, pantallas led gigantes, globos celestes y blancos colgados del techo formaban parte del paisaje ya habitual luego de tres elecciones nacionales y tres porteñas. Apenas dieron las 18, los canales de televisión pusieron en sus zócalos “ganó Macri” y los seguidores que se habían acercado al bunker estallaron al grito de “se siente, se siente, Mauricio presidente”. Al mago sin dientes casi se lo llevan puesto en la carrera por ir a cantar frente a las cámaras. “Esta noche solo piensas en cambiar”, sonaban Los Fabulosos Cadillac de fondo.

A las 18.16 salieron al escenario el secretario general porteño y futuro jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Gobierno de la ciudad, Emilio Monzó; el titular del comité nacional de la UCR, Ernesto Sanz; y el dirigente de la Coalición Cívica-ARI, Maximiliano Ferraro. Cuando entraron, la multitud PRO alzó los brazos en señal de victoria. Algunos agitaban banderas argentinas; otros, globos de colores. “Estamos muy, pero muy felices con lo que ha pasado en la Argentina”, sostuvo Peña, quien advirtió: “Tenemos que ir paso a paso”. Todavía no había datos oficiales. “Estamos felices de haber participado de una jornada histórica en la Argentina, que ya no será igual a partir de esta noche”, sostuvo Sanz. Se fueron, dejando atrás a la multitud cantando y a Soda Stereo como cortina de fondo.

Con la música a todo lo que daba, hicieron la siguiente salida, a las 19.40, la gobernadora bonaerense electa, María Eugenia Vidal; el próximo jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; los gobernadores electos de Mendoza, Alfredo Cornejo, y de Jujuy, Gerardo Morales. Sólo faltó Ricardo Colombi, de Corrientes. Vidal tenía hinchada propia: “Olé, olé oléeee, Mariuuuu, Mariuuuuuu”. “¡Cuánta alegría! ¡Cómo millones nos volvimos a encontrar en las urnas! Esta va a ser una noche que no nos vamos a olvidar nunca. La Argentina no se sometió y quiere algo mejor”, dijo una Vidal que era pura sonrisa antes de corear el “sí, se puede” con la multitud macrista. Uno de los seguidores le arrojó una pechera a Larreta, que se la puso antes de hablar. “Mauricio va a gobernar para todos. Hoy empieza un momento histórico para la Argentina”, aseguró el jefe de Gabinete porteño.

El rey amarillo

A las 21.30, pasaron un video del cierre de la campaña de Macri, con la niña de rasgos indígenas y su copla: “Vientos de cambio se vienen en nuestra amada Argentina”, decía la letra. Más o menos a esa hora, Scioli lo llamó a Macri para reconocer la derrota y decirle que era “un justo ganador”. Salieron al escenario Sanz, Peña, Morales, Larreta, Vidal, Fernando de Andreis, Miguel de Godoy (con una notoria camisa amarilla) y Elisa Carrió. Adelante de todo, se plantó la vicepresidenta electa, Gabriela Michetti, quien –como siempre– tuvo el rol de presentarlo a Macri. “Estamos ante un nuevo tiempo que se construye sobre lo que ya hemos construido”, afirmó. “Sé que hay muchos lugares de gente humilde con sensaciones de temor. Vamos a trabajar muy especialmente para ustedes. Cada decisión que el nuevo gobierno tome, va a ser para que estemos mejor. Necesitamos paz, más amor entre nosotros, más unión”, aseguró. Y finalizó entre ovaciones con un “les presento al presidente”.

Macri salió y todos los seguidores alzaron sus smartphones para fotografiarlo o filmarlo. “Los argentinos sabemos que el país que queremos lo queremos construir juntos”, sostuvo Macri, en un discurso que careció de definiciones concretas sobre las políticas que llevará adelante. “Es un cambio que nos tiene que llevar hacia el futuro. Este cambio no puede detenerse en revanchas ni en ajustes de cuentas”, refirió, en relación al kirchnerismo. Habló de “pobreza cero” y de luchar contra el narcotráfico. Sobre el bloque regional, Macri afirmó: “A los hermanos de Latinoamérica les quiero decir que queremos tener buenas relaciones con todos los países. Esperamos encontrar una agenda de cooperación”, afirmó. La candidatura de Macri había sido rechazada por diversos líderes regionales.

El resto del discurso giró en torno a la idea de la salida individual y adoleció de definiciones económicas: “La Argentina que soñamos no va a ser fruto de un iluminado. La vamos a conseguir si cada uno encuentra el camino del desarrollo personal. Esa es mi tarea. Ayudarlos a encontrar ese camino”, afirmó. “Nuestros padres cruzaron un océano sin tener Facebook ni Twitter y construyeron una etapa maravillosa de la Argentina. Nos toca continuar esa posta”, consideró el procesado jefe de Gobierno, quien también le pidió a Dios que lo ilumine. “Les pido que no me abandonen”, concluyó, antes de comenzar su ya consabido baile. Cayeron los globos y el papel picado de colores, que lo tapó todo mientras caía la noche.

La irresistible ascensión

La llegada de Macri a la presidencia es el resultado de una carrera que fue construida paso a paso: primero con su arribo a la conducción de Boca, lo que le dio la popularidad de la que carecía como empresario menemista e hijo de Franco Macri –ésa era su imagen pública hace poco más de 20 años, cuando empezó su proyecto presidencial– y los títulos que ganó el club lo acercaron al imaginario popular. Su confidente Nicolás Caputo contó en el libro El pibe, de Gabriela Cerruti, que cuando Macri entró a Boca Juniors el plan ya era la presidencia de la Nación: “Lo de la política lo decidió mucho antes de meterse en Boca. A mí me lo decía siempre y no sabía si lo iba a lograr en serio, pero cuando él se propone algo lo cumple”. De hecho, por esas épocas se lo podía ver al lobbista Bernardo Neustadt en una entrevista paga en los televisores del subte hablando bien de Macri Jr: “¿Presidente? –se hacía el sorprendido Neustadt–. Puede ser, puede ser”.

De la popularidad de Boca saltó a la arena política y sus primeros pasos fueron en falso. La Fundación Creer y Crecer que armó con Francisco de Narváez, su fallido primer intento de gobernar la Capital, sus años de abulia en la Cámara de Diputados. Recién con el incendio de Cromañón y la destitución de Aníbal Ibarra, y con la división del voto entre Daniel Filmus y Jorge Telerman, Macri encontró la grieta para conseguir ser jefe de Gobierno porteño. La elección de Gabriela Michetti como compañera de fórmula para limar las aristas más frías de su personalidad, el baile en el bunker del PRO, todos los elementos de esa victoria se replicarían en las campañas siguientes.

El PRO como alianza hizo un recorrido similar: empezó como un acuerdo entre Macri y Ricardo López Murphy, del que este último se vería eyectado. Los primeros años intentaron hacer alianzas con todos los pequeños partidos de derecha del país. El resultado no era alentador. Macri luego viró hacia el peronismo opositor y buscó allí sus aliados, pero la aparición de Sergio Massa en 2013 le cerró el camino. Fue solo entonces cuando avanzó hacia una alianza con los radicales, que lo llevó a la victoria. No fue menor en ese camino la conquista de la provincia de Buenos Aires, un hecho inesperado que puede atribuirse tanto a los méritos de Vidal como a los errores del kirchnerismo en el cierre de sus internas.

Ahora Macri deberá negociar y repartir cargos con los correligionarios radicales, que siempre sienten que los lugares que les están ofreciendo –en la provincia, en la Nación– saben a poco. Macri ya dejó en claro que el suyo no será un gobierno de coalición, quizás deba rever esa posición inicial. No obstante, en los tres principales gobiernos hay un macrista a la cabeza y sólo en la provincia de Buenos Aires la fórmula la completa un radical. En contrapartida, los radicales tienen tres gobernaciones (Mendoza, Jujuy y Corrientes), mientras que el PRO no tiene ninguna otra provincia. Eso explica quizás que se tiendan puentes con el peronista José Manuel de la Sota, el gobernador saliente de Córdoba.

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“Les pido que no me abandonen”, dijo Macri, antes de ponerse a bailar entre los globos y el papel picado.
Imagen: Carolina Camps
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