EL PAíS › FINANZAS, ALINEAMIENTOS E INVERSIONES DESPUES DE BARACK OBAMA

Por una cabeza, metejón de un día

Los economistas Arnaldo Bocco y Mariano Kestelboim explican, más allá de las palabras mágicas, el contexto internacional de los acuerdos que en su paso por la Argentina el presidente de Estados Unidos firmó con Mauricio Macri.

 Por Martín Granovsky

Ya está. Mora Godoy globalizó la foto de su pierna cruzando a Barack Obama, se viralizó el abrazo de Obama con Juliana Awada en Bariloche, la DEA obtuvo el compromiso solidario de Patricia Bullrich de darle más juego a la agencia antidrogas y Mauricio Macri se quedó con la felicidad de haber sido proclamado, como Carlos Menem por Bill Clinton en 1997, la estrella entre los presidentes sudamericanos. Macri se lo ganó por su adhesión sin vueltas a la economía de mercado y en reconocimiento a su papel de primer presidente conservador en la dupla Brasil-Argentina tras 12 años de gente díscola. ¿Y las inversiones?

“Inversiones” es uno de los vocablos que salen con mayor frecuencia de boca del Presidente y sus ministros. En la versión oficial las inversiones debieran venir por el fin del cepo, la baja de la inflación, la reducción del déficit fiscal y un clima de concordia. Nadie insulta aquí dentro y, como dijo Macri el viernes, fuera del país “la Argentina no grita más”.

La Oficina de Prensa de la Casa Blanca difundió el miércoles 23 una minuta sobre las relaciones con la Argentina que resume los acuerdos alcanzados ese mismo día, el primero de la visita.

“Argentina y Estados Unidos firmaron un Acuerdo del Marco de Trabajo para el Comercio e Inversiones, que reconoce el papel fundamental del comercio y las inversiones privadas, tanto nacionales como extranjeras, para desarrollar más el crecimiento y la creación de empleos”, dice uno de los párrafos. Y agrega: “El acuerdo facilitará el diálogo en un amplio rango de problemas, que incluyen la propiedad intelectual, el acceso al mercado y la cooperación en asuntos de agricultura, así como la colaboración en objetivos compartidos en la Organización Mundial del Comercio y otros foros multilaterales”.

Cualquier semejanza con los papeles de trabajo que se manejaron entre Menem y Clinton desde 1994, año en que los Estados Unidos proyectan un Area de Libre Comercio de las Américas, no es mera coincidencia. Es, más bien, insistencia. Así sea bilateral.

Otro de los párrafos señala: “Estados Unidos le da la bienvenida a los esfuerzos del presidente Macri para fortalecer los vínculos entre Argentina y el sistema financiero internacional y la participación en los foros económicos multilaterales. En enero, Estados Unidos dio por terminada su política, que estaba en vigor desde el 2011, de oponerse ante la mayoría de los préstamos de bancos de desarrollos multilaterales a Argentina. Estados Unidos también le da la bienvenida al interés de Argentina de profundizar su participación con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y espera con interés trabajar con Argentina en los comités de la OCDE”.

“Ahora los Estados Unidos gozan de un aliado neto en un país medianamente grande de la región”, opinó el economista y ex director del Banco Central Arnaldo Bocco ante la consulta de este diario. Preguntado sobre cómo entraría nuevo capital norteamericano, Bocco no descartó que el Gobierno abra al sector privado franjas del Estado. También podría haber ingreso de capitales de ese origen en energía.

“De cualquier manera, si Macri quiere inversiones productivas debería preocuparse de que, por ejemplo y aunque no sea norteamericana, Volkswagen no se vaya de la Argentina”, dijo Bocco.

Para el ex director del BCRA designado allí por Néstor Kirchner la visita de Obama se produjo durante el proceso de negociación con los buitres y “después de que Paul Singer y los otros bonistas se recuperaran en la negociación de la derrota diplomática que el sistema financiero había sufrido en las Naciones Unidas por la aprobación mayoritaria de normas jurídicas sobre negociación de las deudas soberanas”.

“Lo que está claro es que se va a emitir mucho dinero en deuda, y eso no se hubiera logrado sin el apoyo de los Estados Unidos”, dijo Bocco explicando la euforia tanto de la Casa Rosada como de la Casa Blanca. “En el mundo éste no es un momento de inversión sino atesoramiento, y los capitales observan cómo sigue la crisis y cómo queda desplegado el tablero antes de tomar decisiones.”

Página/12 le preguntó al economista Mariano Kestelboim, asesor de pequeños y medianos empresarios nacionales, qué tipo de inversiones extranjeras necesitaría la Argentina. “Deberían tener recupero en el largo plazo y contribuir significativamente a incrementar la competitividad de la economía”, dijo. Mencionó inversiones en “infraestructura vinculada a las telecomunicaciones, al transporte y a la energía”. Pero opinó que “esas inversiones deberían estar condicionadas a que se integren a cadenas de valor con proveedores nacionales y con un programa de desarrollo progresivo de abastecimiento local y que permitan una fluida transmisión de conocimientos”. También “sería óptimo que los proyectos estén asociados con empresas nacionales”.

“Los capitales de Estados Unidos son el principal origen de la inversión extranjera directa en América latina, aunque su participación viene cayendo sostenidamente en los últimos años”, informó Kestelboim. Citando datos de la Comisión Económica para América Latina indicó que en 2012 la inversión extranjera directa norteamericana en el conjunto de los países al sur de los Estados Unidos representaba el 25 por ciento y en 2014 llegó a bajar hasta el 17 por ciento.

Kestelboim recomendó observar qué sucede con las rentas de la inversión extranjera. “Constituyen la principal partida negativa en cuenta corriente para la mayoría de las economías de la región, y por lo tanto, ese ingreso de capitales tiene un elevado costo en el mediano y largo plazo en el balance de pagos para los países latinoamericanos.”

Describió que la “la IED norteamericana se orienta fundamentalmente a telecomunicaciones, al sector financiero, al comercio y a industrias con regulaciones que restringen la competencia por fuera de bloques comerciales comunes, como la automotriz y la de alimentos y bebidas”.

Bocco recomendó no perder la mirada regional. “La Argentina funciona si hay un mercado ampliado junto con Brasil”, dijo.

Brasil es la primera letra de la sigla Brics (que engloba también a Rusia, India, China y Sudáfrica) y su crisis tal vez haya bajado la presencia del tema por lo menos en el debate regional.

Otra de las recomendaciones de Bocco después de la partida de Obama es seguir de cerca las negociaciones argentinas con China por la energía y las centrales nucleares. “China sigue siendo importante en sí misma y como socio de la Argentina. Por un lado hay que discutir cómo debe aprovechar la Argentina la fase actual del desarrollo chino, que se inclina cada vez más por el crecimiento de su mercado interno, y por otro lado conviene observar si en cuestiones energéticas y nucleares el gobierno de Macri tiende a reducir la presencia china, porque ahí podría registrarse una mayor participación norteamericana.”

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