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Segunda carta pública al Presidente

 Por Mempo Giardinelli

Sr. Presidente:
Esta semana cumple usted seis meses en el máximo cargo del país y según parece el aniversario lo encuentra recuperado de su arritmia. Enhorabuena, sinceramente. Nosotros no somos de desear la muerte, ni vivamos el cáncer de nuestros adversarios ni los acusamos con ofensivas comparaciones equinas.

Dicho lo anterior le escribo disgustado por la suma de medidas antipopulares de su gobierno, que indican por lo menos una deshonestidad elemental: los argumentos que usted utilizó para lograr el poder fueron, como hoy se ve claro, una suma de mentiras sobre vivir mejor, un engaño masivo. Con todo el respeto que su investidura merece, y si acaso lee esto (digo, si lee, aunque seguramente alguno de sus lacayos lo hará) a muchísimos compatriotas nos parece indispensable que usted sepa que las personas decentes, o sea la gran mayoría de este país, estamos no sólo espantados por la insensibilidad de casi todos sus funcionarios, sino también alertados ante algunas medidas que sabemos que se cocinan en las sombras y de la manera más servil.

Una es, a mediano plazo, la reforma política que se rumorea ustedes planean imponer y que tendría como punto fundamental la eliminación del voto obligatorio consagrando a la vez el manipulable voto electrónico. Tal como en la madre patria de su gobierno.

Otro es el propósito de su gestión (todavía en secreto) de permitir que los laboratorios norteamericanos vuelvan a controlar el mercado argentino de medicamentos, en desmedro de la industria nacional y de la producción de genéricos. Sería un precio vil que usted nos haría pagar a todos los argentinos.

Y un tercero es la reconversión de la misión de las fuerzas armadas de la democracia en un instrumento de control social agravado. Ya se conoce su dizque “alianza estratégica” con el fundamentalista primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, ambos, él y usted, con la bendición del Sr. Paul Singer. Basta recorrer la web para enterarse del plan de reponer en nuestras tropas toda la porquería ideológica de esa supuesta lucha contra el narcopoder que los Estados Unidos jamás combaten en su territorio. Y plan que las destinaría a ser otra vez gendarmes de la bestialidad para disciplinar a Nuestra América, lo que las llevaría de paso, como es presumible, a ser de hecho protectoras del Narcopoder.

No sé si usted es consciente de esto. Con toda franqueza y respeto a la investidura presidencial quiero creer que no, que quizás usted no se da cuenta de la gravedad de lo que hace, o le hacen hacer. Lo cual no lo exculparía en absoluto del juicio de la Historia.

Como fuere, en el arduo presente que vive nuestra nación es un hecho que la protección de que usted goza para todo esto es poderosísima. Los mentimedios que manejan los hilos del que usted quizá supone su poder, siguen machacando con el caso Báez y la llamada “corrupción K” sólo porque los obsesiona ocultar lo que en las calles ya se llama “corrupción M”. Los esfuerzos de los tinterillos a sueldo no logran que ese circo sea exitoso. Por eso no consiguen que el Soberano ignore todo y no se enoje. Crece el repudio a la sucesión de asuntos turbios de su gobierno y de usted mismo, Sr. Presidente, y me refiero a sus negocios no declarados que ahora ya son de público conocimiento, igual que lo fueron las causas en que usted estuvo procesado, más todos los negocios de sus familiares y amigos íntimos, más las cuentas offshore y los millones de dólares que ahora quieren blanquear con esa especie de autoindulto fiscal. Todo eso no podrá ser tapado por más toneladas de mentiras que se arrojen sobre la pobre inocencia de la gente.

En apenas seis meses, Sr. Presidente, las principales medidas económicas de su gobierno significaron un fabuloso beneficio para decenas de compañías mineras, agroexportadoras, alimentarias, bancos y grupos industriales. Gente muy seria calcula que su gobierno ya transfirió unos 20.000 millones de dólares que obviamente se retacearon a destinos sociales. Y eso a la par de tarifazos que, además de a millones de usuarios individuales, afectan a varios miles de clubes de barrio, sociedades de fomento y todo el riquísimo, histórico entramado social de las clases medias bajas de nuestro país, sectores a los que ustedes supieron atraer con promesas falsas. Y hay además, aunque lo nieguen, por lo menos 150 mil argentinos que usted dejó en la calle con argumentos tan reaccionarios como racistas. Los dejó y deja usted, Señor, por más que las bocas las abran sus Chirolitas de doble apellido.

Ya es notoria la debilidad de latiguillos como “herencia recibida”, “sinceramiento de la economía” o las promesas de futuros venturosos que se dilatan de a seis meses. Es por eso que fastidian tanto la eliminación de retenciones, la inflación y sobre todo la bicicleta financiera del dólar barato para que sus sostenedores se forren como siempre y fuguen divisas del país. Sólo faltaría que se les ocurra un día de estos un corralito, aunque no creo que sean tan torpes, Sr. Presidente. Porque torpes no son, y ése es un mérito que hay que reconocerles: que les sobra astucia, audacia, muñeca y falsedad.

Reciba un respetuoso saludo, con el sincero deseo de que esté bien de salud.

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