EL PAíS › OPINION

Cada día

Por Lilia Ferreyra*

El Presidente abrió las rejas de la Esma y, pasado el tumulto inicial, un río silencioso de padres, abuelos, hijos, jóvenes, hombres y mujeres trazó por primera vez un curso sinuoso entre los jardines y edificios de lo que fue uno de los principales centros clandestinos de detención de la Dictadura Militar. Por primera vez pisaban el cuidado césped y los caminos interiores por donde hace casi tres décadas sólo transitaban los Falcon y camionetas de los Grupos de Tareas de la Armada que volvían de algún operativo con la preciosa carga de tantos compañeros hoy desaparecidos.
La multitud marchaba sin gritos ni festejos; caminaba sin prisa, en respetuoso silencio, mirando a un lado y al otro, imaginando quizás el día en que allí llevaron al hijo, al nieto, al padre, a la madre, al esposo, y los desaparecieron para siempre. Los ojos brillaban con lágrimas tranquilas, sintiendo quizás en lo profundo del corazón que la fuerza inclaudicable de la memoria colectiva había hecho posible ese día anticipado de luminosa justicia.
Hoy se cumplen 27 años de la desaparición de Rodolfo Walsh. Un grupo de tareas lo emboscó a las 2 de la tarde y dejó su cuerpo acribillado en una escalera del Casino de Oficiales de la Esma. Un sobreviviente reconoció el lugar durante la visita que hicieron los ex detenidos desaparecidos, acompañados por el presidente Kirchner y su esposa. Allí entraremos y allí nos detendremos. En mi memoria llevo su última imagen de vida; ahí me acercaré a la imagen de su muerte. En ese momento creeré que cada día de los que vendrán será un paso sin retrocesos hacia la verdad y la justicia.
* Mujer y compañera de Rodolfo Walsh

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