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“La viga maestra del Gobierno es el peronismo”

Miguel Angel Pichetto, senador, es un sostén del kirchnerismo en su cámara. Está cómodo en la transversalidad, pero describe al PJ como un partido que ejerce el poder solo. La “vuelta al eje” de Kirchner.

 Por Eduardo Tagliaferro

No esquiva las preguntas. Claro que tampoco muestra todas sus cartas. Es legislador desde 1994. Tuvo protagonismo con el menemismo, en la presidencia de Eduardo Duhalde y ahora es una de las principales espadas de Néstor Kirchner en el Senado. En esta entrevista con Página/12, el senador Miguel Angel Pichetto no duda en afirmar que si hubiera sido legislador cuando se votaron las grandes privatizaciones, las hubiera acompañado. También quiere ver a Kirchner al frente de la conducción del PJ.
–En la última sesión legislativa sorprendió al reconocer que si hubiera sido diputado cuando se aprobaron las grandes privatizaciones de los ’90 seguramente las hubiera votado.
–Fue una reflexión crítica de acontecimientos sobre los que tenemos que asumir nuestra responsabilidad. La política, la sociedad y el espacio de la comunicación estaban impregnados fuertemente con las ideas dominantes en esa época. El paso del tiempo demostró que algunas de las decisiones que se tomaron no fueron acertadas.
–¿Considera que el PJ, luego de haber apoyado esas políticas, tiene una mirada autocrítica del rol que tuvo en esa década?
–Ese debate se está dando. Creo que se está perfilando una nueva propuesta desde el justicialismo. Propuesta que pasa por la recuperación de lo nacional y por el apoyo a la producción. El modelo de los ’90 estuvo muy ligado a lo financiero y al rol de los servicios. Le doy dos ejemplos: uno es la recuperación de los buques de bandera. Esta medida supera lo simbólico. Otro es la creación de la empresa de energía Enarsa. Con asociaciones, recostándonos en países como Venezuela o en otras inversiones hay una posibilidad para revisar el espacio de lo privado.
–Usted lo trató a Carlos Menem y al presidente Néstor Kirchner. Más allá de las diferencias políticas, ¿qué contrastes destaca entre uno y otro?
–Me tocó transitar parte de la historia de Menem. Yo ingresé como diputado, en el ’94, cuando lo más importante del proceso privatizador, como el petróleo y el gas, ya habían sido votados. También dije que si hubiera estado, quizá por disciplina partidaria los hubiera votado. También lo acompañé con fuerza a Eduardo Duhalde como ahora lo hago con el presidente Kirchner. Es una cuestión de pertenencia a mi partido. El PJ es un partido de gobierno, es un partido de poder, y aun en el error, el justicialismo siempre acompaña los pasos que da el conductor. En este tránsito conocí los estilos de los tres presidentes que tuvo el PJ en los 20 años de democracia. Creo que Kirchner es el liderazgo de recambio que le está haciendo falta al peronismo.
–Algunos hombres del PJ sostienen que el peronismo puede ir por derecha, como hizo en los ’90, o que puede ir por izquierda. ¿En el actual contexto es posible ese pragmatismo?
–Nosotros estamos inmersos en Latinoamérica. La convertibilidad fue un diseño prácticamente latinoamericano. Con variantes, se impulsó en Ecuador, en Venezuela, en Brasil. Brasil deja la convertibilidad en el ’97. La gestión de Kir- chner está más ligada al pensamiento del peronismo. Apunta a la recuperación productiva, a incorporar a los desocupados. Uno siente mayor pertenencia.
–¿Le incomodó cuando el Presidente impulsó la transversalidad?
–Yo lo tomo como algo positivo. Nunca me puso nervioso la transversalidad. La viga maestra del Gobierno es el peronismo, un partido acostumbrado a gobernar las grandes crisis del país. Un partido con conducta, con disciplina, con parlamentarios que apoyan en los momentos duros, en los momentos difíciles, que dan la cara. A veces hay que pagar un precio por ser oficialistas. Este no es un gobierno en el que los ministros privilegian su carrera política. El que lo hace se tiene que ir.
–¿Cuál fue el proyecto o el tema que más le costó defender durante el gobierno de Kirchner?
–Nunca me sentí incómodo. Todos los temas los hemos debatido. Nuestra dinámica incluye reuniones de comisiones y luego dentro del bloque. Cuando el miércoles bajamos a la sesión lo hacemos luego de haber discutido en profundidad. Si yo tuviera que calificar al Senado diría que fue eficaz. Y la eficacia en política, la gestión eficaz, es un valor.
–¿Usted hubiera elegido a los tres jueces que ingresaron a la Corte Suprema?
–Creo que los tres tienen una gran jerarquía. Entiendo que el Presidente tenía que hacer un aporte para el mejoramiento de la Corte. Yo no desprecio la pertinencia política. Los norteamericanos eligen jueces con pertenencia política. Pueden elegir republicanos o demócratas. Para mí la política no es el ámbito del desprecio. Las tres designaciones han sido muy buenas.
–La oposición, a partir de estadísticas, sostiene que la mayor parte de las iniciativas votadas partió del Ejecutivo. ¿Le falta política, independencia o autonomía al Congreso?
–El Senado es una de las principales herramientas que tiene el Ejecutivo para impulsar los proyectos. Excepción hecha de los temas impositivos. También hemos sancionado proyectos propios. En materia de seguridad muchos de los temas que veníamos discutiendo fueron recogidos en el Plan Estratégico. En los grandes temas, como por ejemplo el de la Economía, el rumbo lo marca el gobierno nacional y allí el Congreso tiene que acompañar.
–Hace poco el senador Jorge Yoma criticó que la mayoría de las iniciativas votadas en los últimos tiempos estaban vinculadas con la seguridad. ¿Esta agenda la marca el Gobierno?
–Hemos tratado temas de mucha relevancia. Indudablemente el tema de la seguridad, por fin, se puso en la agenda del Congreso. El tema no puede estar ajeno al Parlamento. Frente a la demanda ciudadana se trata de hacer normas eficaces. No estoy hablando de mano dura, un concepto arcaico.
–En las últimas sesiones tanto usted como otros senadores señalaron que los medios de comunicación aparecían magnificando el tema de la inseguridad. ¿Considera que en años anteriores los medios no actuaron de la misma manera?
–Yo me refería fundamentalmente a la televisión. Los medios gráficos siempre han tenido su página policial. Algunos tienen una trayectoria más ligada al tema, como Crónica que hereda el estilo de Crítica. Pero me refería básicamente a la TV. Los canales de noticias funcionan de manera continuada. Para los productores televisivos el delito ya está producido. Está la víctima, el lugar del hecho, hay posibilidades de reportear a los policías, al ladrón, faltan solamente las cámaras televisivas. Sobre un dato de la realidad existente, hay una repetición de los hechos y una reiteración permanente. En ninguna parte del mundo hay canales con 24 horas de hechos policiales.
–¿Considera que con este gobierno los medios de comunicación son menos tolerantes que con los anteriores?
–En general respetan al gobierno. Algunos tal vez sean exacerbadamente críticos y responden a ese perfil. Tienen su propia visión. No corresponde que uno se queje de los medios. Las opiniones que uno tiene son más que nada un ejercicio intelectual.
–¿Como vivió la crisis del 2001?
–Yo vivía a cinco cuadras del Congreso y solía venir caminando. La política estaba en el desprecio popular. El planteo de la gente era legítimo. La gente sentía que el país caminaba hacia el abismo. Recuerdo distrato de algunos representantes del Fondo. Fueron momentos complejos.
–En pocas crisis y en pocos países la crítica llegó hasta las puertas de la Corte Suprema.
–Había una acumulación de crítica negativa. El planteo más duro era contra los errores de la política. En esa noche oscura hubo un sector que se corrió del escenario como los boxeadores que salen del medio del ring: Los economistas. Los que durante toda la década habían sostenido el discurso único.
–El poder también se corrió del centro del escenario.
–Es cierto. En la trinchera solamente quedó la política como culpable de todos los males. Algunos gurúes hicieron desayunos para augurar un dólar a diez pesos y la llegada de todos los males.
–No siente que su tarea política tiene como beneficiario a ese poder.
–Es así. Pero esto sucede por la debilidad de la política. Los sectores económicos gravitaron mucho desde los medios de comunicación. Algunos momentos me quedaron grabados. Recuerdo que cuando se votaron los superpoderes a Domingo Cavallo, los medios decían que era esto o el abismo. Tuvimos que sesionar un domingo. Bueno, esos superpoderes terminaron en el corralito por ejemplo. Cuando se discutieron los grandes temas, me parece que el poder real estaba en otro lado. Las decisiones económicas afectan de manera determinante la vida cotidiana de las personas.
–¿Hay más títulos que contenido en la política oficial?
–Hay títulos, hay enunciados y hay concreciones. Lógicamente que cuando se anuncia un plan de obras, luego hay que poner en marcha todo el mecanismo de las licitaciones y eso lleva su tiempo. Los grandes trazos de la política están definidos. Estamos en el buen camino. Hay que afrontar desafíos importantes como la relación con el FMI, la salida del default, la relación con los bonistas privados. Este es un país difícil.

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