EL PAíS › LA ESTRATEGIA DE IBARRA PARA ARBITRAR LAS CANDIDATURAS

Para pasar a ser el gran “decisor”

Buena imagen más obra pública, igual poder de administrar las candidaturas para el 2005. Este plan se gesta en medio de un silencio estratégico, de bajo perfil y “actos de gestión”, para hacer crecer el 41 % que ve “bien o muy bien” al jefe porteño. Así, Ibarra busca administrar los nombres para su sucesión.

 Por Santiago Rodríguez

En los próximos meses en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tratarán de hablar lo menos posible de las candidaturas para el 2005. No es que Aníbal Ibarra no tenga la mira puesta en las elecciones del año que viene ni en su sucesión en el 2007, pero su estrategia es convertirse en “decisor” de los candidatos y para eso necesita más tiempo. Las últimas encuestas que recibió reflejan que goza de una buena imagen, pero también que es más aún lo que puede. A partir del estudio de los sondeos, sus principales colaboradores concluyeron que la clave para lograr ese objetivo es la obra pública y el jefe de Gobierno no dejará pasar la oportunidad: esperará a que estén en ejecución los planes que vino anunciando en los últimos tiempos y recién entonces se sentará a conversar de posibles candidatos.
“Ya hoy Aníbal está bien posicionado, pero todavía puede crecer más. Cuanto mayor sea su imagen positiva entre los porteños, en mejores condiciones estará para incidir en la definición de las candidaturas y de direccionar el voto en favor de quien finalmente sea designado para encabezar la lista”, sintetizó a Página/12 uno de los funcionarios porteños que conoce la estrategia política que se plantea Ibarra.
Así como en la Casa Rosada, también en la Jefatura de Gobierno van moviendo las piezas del tablero político en función de lo que indican las encuestas. Ibarra no se obsesiona con los sondeos, pero no por eso sus operadores políticos dejan de encargar mediciones para cotejar el modo en que evoluciona su imagen en el electorado porteño.
Según los últimos datos que manejan sus operadores, en la actualidad el 41 por ciento de los porteños tiene una impresión buena o muy buena de Ibarra. En agosto pasado, cuando logró retener la Jefatura de Gobierno, sólo el 27 por ciento se pronunciaba de esa manera. Asimismo, en septiembre de 2003 el 33 por ciento tenía una mala o muy mala consideración de su figura y hoy esa cifra se redujo a un 22 por ciento.
Ibarra mejoró notablemente su imagen en los últimos meses del año pasado y si bien a principios de éste perdió algo de popularidad, de un tiempo a esta parte volvió a remontar la cuesta. El análisis detallado de las encuestas permitió a sus asesores determinar que el repunte estuvo vinculado con la realización de determinadas obras públicas más que con cualquier otra acción de su gobierno.
La decisión es, por lo tanto, poner el acento en esa área de la gestión. Ibarra no puede presentarse como candidato, ni en el 2005 ni en el 2007, pero sí acumular capital político y así aumentar su capacidad de decisión en el distrito. Quienes lo acompañan dicen que de ese modo lograría consolidarse como “jefe político de la ciudad y asumir el rol de decisor para incidir primero en la selección de los candidatos y después presentarse al electorado a pedir que le den el voto”.
Ese es el objetivo y por esa razón es que Ibarra no quiere hablar por el momento de candidaturas. Sus estrategas especulan que “en marzo del año que viene, una vez que estén en ejecución todas las obras que se anunciaron, la imagen buena o muy buena de Aníbal se proyectará por encima del 50 por ciento”. Y si bien anticipan que “en estos meses va a haber muchas operaciones para imponer candidatos”, consideran que “recién entonces entraremos en el momento de las definiciones”.
En función de la estrategia que se han planteado, desde la Jefatura de Gobierno siguen también con atención otros dos datos que arrojan las encuestas a las que se remiten: uno es el lugar del escenario político en el que a juicio de los porteños está plantado Ibarra; el otro es el nivel de aprobación de su gestión en comparación con la de Néstor Kirchner.
De acuerdo con esos sondeos, a Ibarra se lo sitúa junto a Elisa Carrió y Luis Zamora dentro del centroizquierda pero también como parte del espaciokirchnerista. Los ibarristas entienden que esa “posición de bisagra” le permite articular ambos sectores y lo coloca en una situación ideal para disputarle el electorado a la candidata del ARI y al líder de Autodeterminación y Libertad. Se trata de una carta que el Jefe de Gobierno tratará de hacer valer cuando llegue el momento de discutir las candidaturas con el kirchnerismo y, por consiguiente, en los próximos meses no dará ningún paso que haga cambiar esa percepción.
El mismo fin persigue la medición del nivel de aprobación de las gestiones nacional y porteña que en la jefatura de gobierno vienen haciendo desde hace unos meses. Según dicen varios funcionarios de la ciudad hay alrededor de un 20 por ciento de los consultados, que en su mayoría responden que votarían a Carrió, que aprueban a Ibarra pero no a Kirchner. “Eso –se entusiasman– es ibarrismo puro. Aníbal es clave para contener el voto de ese sector.”

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Ibarra no se obsesiona por las encuestas pero las encarga, las estudia y las pasa a sus asesores.
Así se diseña una estrategia para que sea “el jefe político de la ciudad” y pueda pedir el voto.
 
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