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Los transversales K llenaron el Luna Park

Con el aporte mayoritario de las organizaciones sociales, el kirchnerismo no justicialista se lanzó ayer en el Luna Park. Hubo críticas a la oposición y no se mencionó a Duhalde.

 Por Martín Piqué

El kirchnerismo vivió ayer como un desafío llenar el Luna Park para lanzar la “nueva coalición política y social” que respalde a Néstor Kirchner en los próximos años. El desafío, finalmente, se cumplió con creces. Las instalaciones del mítico estadio estaban repletas –en su mayoría por integrantes de las organizaciones sociales– y hasta quedó gente afuera que observó el acto en una pantalla gigante. Los oradores calcularon la asistencia en 15 mil personas adentro y ocho mil en la calle, aunque los que no pudieron entrar parecían, más bien, entre tres y cinco mil. No se recordaba una asistencia tan masiva en el predio de Corrientes y Bouchard desde la campaña presidencial, cuando Adolfo Rodríguez Saá era candidato y estaba en uno de sus (fugaces) mejores momentos.
Convocado bajo el lema “Junto a Kirchner por una Patria para todos”, el encuentro agrupó en un mismo escenario al secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, a los diputados Miguel Bonasso y Francisco “Barba” Gutiérrez, y a tres líderes de organizaciones sociales, Luis D’Elía por la FTV, Emilio Pérsico del MTD Evita y Jorge Ceballos de Barrios de Pie. Ceballos también es director de Asistencia Comunitaria del Ministerio de Desarrollo Social. El Gobierno se mostró presente con la llegada –demorada pero destacada desde el micrófono– del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli.
En los discursos hubo críticas a los medios de comunicación, menciones al PJ y a la “mafia corporativa de la vieja política”, cuestionamientos a Elisa Carrió, Mauricio Macri y Ricardo López Murphy y una defensa fervorosa de la gestión del Presidente. “Sabemos cuánto nos cuesta un acto de militancia y no un acto de aparato –sostuvo Depetris, santacruceño y amigo personal de Kirchner–. Buscamos la unidad de los sectores populares, pero no nos va a unificar sólo una expresión electoral.” Tras pedir un aplauso para “el pueblo iraquí que lucha contra la opresión”, Ceballos propuso “llevar el protagonismo popular a todas las políticas del Estado”. “La lucha de lo viejo con lo nuevo tiene que darse también en el Estado, es la única manera de evitar las burocracias anquilosadas”, planteó.
En el acto no hubo críticas al ex presidente Eduardo Duhalde ni menciones peyorativas al duhaldismo. “Nos pidieron que no lo matemos a Duhalde. Más bien vamos a reivindicar la gestión”, confesó a Página/12 uno de los oradores antes de que comenzaran los discursos. Sin embargo, la inquina contra los bonaerenses pareció canalizarse hacia el senador Antonio Cafiero, aunque sin nombrarlo. En los últimos meses, Cafiero criticó varias veces la “transversalidad” y se burló de sus promotores. “Hay un viejo dirigente peronista que ya está medio gagá, que no se acuerda de la historia del peronismo ni de su propia historia. Nosotros no estamos haciendo una rosquita electoral como alguna vez hicieron ellos en la provincia de Buenos Aires”, le contestó Pérsico. D’Elía retomó el tema: “Mi límite y el límite de los que están en esta sala son las mafias corporativas de la vieja política”, zanjó.
En las primeras filas se veían personalidades del centroizquierda: los más elogiados fueron el cura Luis Farinello y el secretario general de la CTA, Víctor De Gennaro, cuya presencia fue mencionada por cuatro de los seis oradores. También estaban los diputados Inés Pérez Suárez –una ex menemista que llamó la atención aplaudiendo con fervor a Bonasso– y el jujeño Héctor Daza, ligado al gobernador Eduardo Fellner. La cuota de ex frepasistas estuvo garantizada con la ex CTERA Mary Sánchez, a quien el Gobierno le encargó la coordinación del plan de alfabetización en la provincia de Buenos Aires, y el porteño Eduardo Jozami.
Aunque varias veces se aclaró que la convocatoria no tenía fines electorales, el tema se coló cuando se leyeron las adhesiones: la más importante estaba firmada por el canciller Rafael Bielsa y uno de sus operadores multiuso, su jefe de gabinete, Eduardo Valdés. Otra adhesión esperada fue la de la interventora del PAMI, Graciela Ocaña, alejada del ARI y de muy buena relación con Alberto Fernández. En la oficina del jefe de Gabinete en la Rosada comentaron que, incluso, el propio Fernández había visitado de incógnito el Luna Park. Nadie lo vio entrar.
El escenario tenía la iconografía clásica del kirchnerismo: una bandera con los rostros de Fidel, Kirchner, Lula y Chávez con la consigna “Viva la unidad latinoamericana” convivía con el lema del encuentro, los colores celeste y blanco y el sello de los convocantes, la “Mesa coordinadora para un nuevo proyecto nacional”. A la derecha del palco había un dibujo de Martín “el Oso” Cisneros, en homenaje al piquetero del Comedor Los Pibes asesinado en La Boca el 25 de junio. En el resto del estadio había banderas que flameaban al compás de los bombos. Eran de Barrios de Pie, FTV y MTD Evita, las organizaciones piqueteras que, indiscutiblemente, movilizaron más gente. Se notó cuando D’Elía, el anteúltimo orador, terminó de hablar y las populares comenzaron a despoblarse. “Está bueno que se multipliquen actos de este tipo, con mucha mística y fervor”, evaluó Parrilli a Página/12 antes de regresar a la Rosada.

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Los organizadores calcularon la asistencia en 15 mil personas adentro del estadio y unas 8 mil afuera.
 
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