EL PAíS › EL NUEVO PINGÜINO DE LA CASA ROSADA

Juancito, el armador

Un hombre de extrema confianza del Presidente llegó hace pocas semanas de Santa Cruz. Su misión es expandir el poder territorial de Kirchner y ya se lo menciona como candidato a sucesor de Parrilli en la Secretaría General.

 Por Diego Schurman

La hoja de ruta fue clara. De Santa Cruz a la Rosada, sin escalas. Llegó con el salvoconducto de Néstor Kirchner. Y en silencio ocupó una oficinita del primer piso de Gobierno, de esas que no parecen reservadas para la historia. Sin embargo, desde allí Juan Bontempo comenzó en estas horas una difícil y extenuante misión: tender redes por todo el país para el armado nacional del kirchnerismo. Dicho de otro modo: de este novato pingüino depende ahora gran parte de lo que ocurra con el oficialismo en las elecciones de octubre.
Nadie sabe si por su breve humanidad, por su cara aniñada, o sencillamente por sus jóvenes 35 abriles, pero Bontempo no es Juan sino Juancito. Para el Presidente y para todo el mundo, aún para los enemigos que supieron reconocerle en línea con su bajo perfil una impronta componedora.
Bontempo comenzó a ser Juancito a mediados de los ’90. Con el título de licenciado en Ciencias Políticas recaló en la Secretaría de Estadísticas y Censos de Santa Cruz. Y con la tutela de Julio De Vido hizo una carrera ascendente que lo depositó en la Secretaría de Interior. Administraba allí los recursos que se giraban a los municipios y comprendió rápidamente aquella figura de abrir y cerrar la canilla.
Fue clave en el armado territorial de un Kirchner que en sus orígenes no controlaba la mayoría del justicialismo santacruceño, casi un calco de la situación que hoy vive, pero como presidente de la Nación. Históricamente los cuadros más importantes patagónicos recalaban en el Movimiento Renovador Peronista, en donde militan el ex y el actual gobernador Héctor Icazuriaga y Sergio Acevedo.
Precisamente con ellos, Bontempo ejerció como ministro de Gobierno. Llegó al cargo en reemplazo de De Vido, cuando éste se trasladó a Buenos Aires para acompañar a Kirchner en la cartera de Planificación Federal.
Hoy De Vido tiene a su propio Bontempo. Se llama Luis, es arquitecto y está a cargo de la Subsecretaría de Vivienda. No tiene ninguna relación con Juancito.
Al taciturno y joven Bontempo se le reconoce el don de la iniciativa. Es un armador por naturaleza. Y tiene ambiciones políticas. Hace un tiempo creó la agrupación Forjar, un equipo de jóvenes técnicos que se fue expandiendo en distintos niveles de la administración kirchnerista.
En Santa Cruz mantuvo una buena relación con grupos sindicales y piqueteros. De esos sectores recuerdan el impulso que le dio a las cooperativas de vivienda. Y también su participación activa en la resolución del conflicto minero de Río Turbio, todo un símbolo de la economía provincial.
Aquella mirada podría asumirla también Edgardo Depetri, secretario general de ATE de Río Turbio, miembro de la CTA de Víctor De Gennaro y creador, hace un año, del Frente Transversal Nacional y Popular. No es casual la mención de este sindicalista: junto a Bontempo integra el lote selecto de patagónicos que le generan confianza a Kirchner.
Dicen que Juancito solía enfriar las órdenes judiciales que imponían desalojos por la fuerza, como sucedió durante los cortes de ruta en Pico Truncado. Aunque no siempre convencía con sus acciones a sus rivales políticos, sobre todo en los conflictos que se generaban entre los trabajadores y las petroleras.
Bontempo no es el prototípico hombre del sur. Prefiere el asado al cordero patagónico, seguramente acompañado de un buen vino. Y la razón habrá que encontrarla en su origen mendocino. No es un NYC (nacido y criado) sino un pingüino por adopción, que encontró su amor en Río Gallegos, con la que hoy disfruta de sus dos inquietos vástagos.
La tranquilidad sureña se le terminó hace algunas semanas. Acevedo, decidido a demostrar cierta autonomía del kirchnerismo en la gestión provincial, le bajó el pulgar, como a tantos otros miembros del gabinete ligados al Presidente. Un decreto de la Rosada le dio rápidamente cobijo en la Nación. Y el secretario General de la Presidencia, Oscar Parrilli, le cedió un pequeño despacho contiguo al suyo, en el primer piso de la Casa de Gobierno. Su nuevo cargo no es escueto. Ni en nombre ni en tareas. Asumió como coordinador General de Asuntos Técnicos de la Unidad Presidente de Presidencia de la Nación. Y desde allí deberá reclutar gente, acelerar alianzas y tejer una red para que el kirchnerismo logre presencia nacional.
Juan Carlos “El Chueco” Mazzón, a cargo de la Unidad Presidente, venía trabajando en ese tendido estratégico. Pero, desconfiado al fin, Kirchner no quiere regalarle la exclusividad de esa tarea. Mazzón tiene en su currículum vitae un tránsito por el menemismo y el duhaldismo. Bontempo es un hijo putativo de Kirchner. Bontempo es Kirchner.
Para el Presidente, tener un integrante de su propio riñón parece necesario en los tiempos que corren. Sobre todo después de que Roberto Lavagna se ha convertido en la “esperanza blanca” de numerosos sectores decididos a disputarle poder. Y no se trata solamente de factores exógenos al peronismo sino poderes del propio partido, ligados al duhaldismo y al sindicalismo referenciado en los denominados “gordos”, quienes alguna vez motorizaron la candidatura presidencial del ministro de Economía.
Las coincidencias entre Juancito y K también recalan en la pasión por Racing Club, un equipo que despierta amores insospechados en el círculo áulico de Gobierno. Tal es la sintonía entre ambos que Kir-
chner es capaz de llamarlo más de cinco veces en menos de una hora por temas disímiles, como ocurrió hace apenas unos días atrás.
Las crónicas mostraron recientemente a Bontempo reunido con el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y trabajadores de la fábrica IMPA y del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, quienes gestionaron un subsidio para mantener puestos de empleo. Es parte de las tareas que realiza codo a codo con Parrilli.
No es casual su cercanía al secretario General de la Presidencia. Es vox populi en la Rosada que Parrilli podría postularse en candidato a diputado en Neuquén, en una apuesta fuerte del kirchnerismo para disputar la hegemonía que ejerce Jorge Sobisch en esa provincia. En ese caso Juancito es el candidato puesto para reemplazar al funcionario. Nadie se va a animar a decirlo públicamente. Y es entendible. De acá a octubre falta mucho. Y siete meses en la Argentina es lo más parecido a una era glaciar.

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