EL PAíS › QUE HARA KIRCHNER CON EL PARTIDO DE GOBIERNO TRAS EL RESULTADO ELECTORAL

Los diversos senderos del peronismo

Entre los deseos de algunos de sus ministros de que Kirchner presida el PJ, los temores de varios gobernadores por ser los próximos en entrar en la mira, Néstor Kirchner juega con algunas variantes para armar su esquema de poder y rediseñar el justicialismo.

 Por Mario Wainfeld

El contrato entre Néstor Kirchner y la principal dirigencia del peronismo, que el domingo fructificó en las urnas, ha sido muy instrumental y desprovisto de afecto. El Presidente entendió bien que los justicialistas son verticales al poder, renunció a todo coqueteo y se dedicó a tener éxito económico y político. Daba por hecho que las adhesiones vendrían por añadidura. Así fue por más de dos años. La ofensiva contra el duhaldismo alteró ese pacto eficaz y ahora los gobernadores peronistas se preguntan si el Presidente intentará formular nuevas alianzas políticas que hagan zozobrar el dominio que tienen sobre la mayoría de las provincias y que, a la luz de los votos de ayer, parecen muy poco amenazados por cualquier fuerza que no sea liderada o prohijada por Kirchner. Lo cierto es que hay varias en camino, en germen o en estudio.
El estilo presidencial, muy remiso a la contención, al diálogo, a “mesas” de concertación o de debate disgusta a casi toda la plana mayor del peronismo. Pero no amerita una ruptura con un gobierno que tiene alta imagen pública y un buen manejo de caja.
Los kirchneristas paladar negro no es hacen ilusiones respecto de la onda que podrían tener otros peronistas con el presidente y sus allegados más íntimos. “Creen que somos zurdos y siempre lo seremos, hagamos lo que hagamos nunca querrán a Néstor como quisieron a Menem”. Pero, ya se sabe, billetera mata galán y un gobierno superavitario logra una obediencia que funcionó como una Filarmónica en el Congreso.
En la mesa chica del kirchnerismo, no se duda. “Ya sacamos de la pista a los dos dirigentes más importante del peronismo de estos años, Duhalde y Menem. Ahora, vamos por más”, dice un pingüino de la primera hora. Y se solaza recordando qué trabajo de zapa hizo Kirchner imponiendo candidatos setentistas a gobernadores que no lo quieren mucho. De su lado, los gobernadores computan que la elección despedazó a eventuales competidores y que será muy difícil en 2007 “armar” algo sin contar con ellos. Consideran un costo menor (hasta lógico) ceder el manejo de las listas al Presidente a cambio de controlar sus provincias. José Manuel de la Sota, cuyo oportunismo es proverbial, piensa así. Fue el primero en “abrir” sus listas al dedo presidencial. Y fue el primero en anunciar adhesión a una virtual reelección de Kirchner.
Vale la pena, para entender qué se dirimirá en los próximos meses, reseñar tácticas que ya urdió Kirchner o que está muy predispuesto a urdir.
- El neofrepasismo: En las tiendas K se detallan con fruición los armados pluripartidistas que se estrenaron anteayer, y se postula en ellos una maqueta sobre el futuro. Quizá no subrayan bastante que se apeló a ese modelo en algunas de las, contadas, provincias no gobernadas por peronistas. En Catamarca y Río Negro la novedosa fórmula obtuvo victorias llamativas contra los radicales. En Neuquén se intentó lo mismo, pero perdiendo contra Jorge Sobisch. En las dos provincias patagónicas fueron cabeza de lista sendos frepasistas. Oscar Massei fue el paladín elegido en Neuquén. Julio Arriaga, intendente de Cipolletti, fue el triunfador en Río Negro. La diferencia de resultados admite varias causas, pero en la Rosada se tabula como muy potente el dato que el éxito vino de la mano de quien gestiona en un cargo ejecutivo.
En 2007 la táctica podría repetirse. En Río Negro y Catamarca, parece de cajón. En Neuquén también aunque ahí podría postularse como candidato a gobernador a un gestor, el intendente radical Horacio Quiroga, que administra la capital de la provincia.
- El neosocialismo: Santa Fe, un bastión peronista, podría ser laboratorio de una osada alquimia presidencial. Hermes Binner le ha ganado a uno de los PJ más duros de vencer, más impresentables y más perdurables. Lo hizo anclado en el prestigio de su gestión municipal en Rosario. Binner ha hecho tres cosas que han interesado al Gobierno: ha ganado (virtud que los peronistas nunca minimizan), ha sido muy respetuoso con la figura presidencial. Y, aunque hayan dicho lo contrario, respetan que haya sumado a los radicales, a quienes quizá necesitaba para llegar al resultado. “Los convocó –dice un pragmático operador, de esos que transitó veloz de la vieja política a la nueva y hoy entorna al Presidente– les dio cargos, pero se puso la campaña al hombro y se quedó con todo el resultado para él”. Así las cosas, Binner podría ser candidato a gobernador en alianza con el kirchnerismo. La hipótesis seguramente ya ronda el magín de Jorge Obeid, el único gobernador del PJ que no prevaleció en su distrito. Y seguramente en la de Carlos Reutemann quien en campaña fue soez con los socialistas a quienes amenazó con que el gobierno cortaría cualquier ayuda a Rosario si Binner ganaba. Lole suele ser lacónico pero, eso sí, cuando habla sabe decir sandeces. Kirchner lo desautorizó en un acto de cierre, en lo que muchos leen como un desplazamiento que avanzará mucho andando los días.
Cuando pase la resaca del festejo, algún operador parlamentario del gobierno buscará a Binner para proponerle que su bloque de diputados nacionales (entran cinco legisladores, que no es poco) haga un gesto, no de alineamiento pero sí de una postura novedosa y constructiva, con relación al Frente para la Victoria.
- El neoradicalismo: Kirchner es uno de los dirigentes políticos que mira con más interés la entropía radical, en la que piensa mucho para reconstituir su propio arco de alianzas. Un par de tentativas ya ha hecho, en provincias gobernadas por boinas blancas, Santiago del Estero y Corrientes. En Santiago, desandó su error de confrontar con un menemista contra el gobernador Gerardo Zamora. Esa avanzada parte de un dictamen político. El Presidente cree que el falso bipartidismo criollo en crisis ha comenzado su destrucción por el eslabón más débil, la UCR. Y apunta a sus cuadros gobernantes y parlamentarios con la doble intención de acelerar la disolución del partido centenario y de lograr nuevos apoyos. Una provincia en la que ya se ha empezado a obrar en ese rumbo es Mendoza. Kirchner se lleva bomba con el gobernador Julio Cobos a quien estima más que mucho de sus pares peronistas. Cobos tiene buena reputación en la sociedad pero no puede acceder a la reelección, vedada por la Constitución local. Además, está limitado para ungir a un posible sucesor porque el ex gobernador Roberto Iglesias domina el partido radical e irá por su segundo turno. Operadores oficiales de primer nivel ya tematizan una coalición radical– peronista en la que Cobos tendría un lugar preponderante. La elección del domingo, en la que la UCR primó largamente sobre el peronismo provincial, alienta las especulaciones en ese sentido. A los compañeros peronistas, la movida no les gusta ni ahí.
Pragmáticos como marca genética, los gobernadores del PJ se amoldan a alianzas exóticas donde se es oposición o a matar al padre como hizo el gobernador Angel Maza con Menem. Lo que los escuece de verdad es que se haga una batida como la que arrolló a Duhalde o se estudie una como la de Santa Fe.
La oposición discurre acerca de si habrá reconciliación entre Duhalde y Kirchner. Los peronistas, que suelen ser peronólogos, saben que no se hace un desembarco formidable para devolver el territorio. Lo que se viene es una avanzada en pos de garantizar gobernabilidad a Felipe Solá, ir “armando” un prospecto de nuevo gobernador y construir un nuevo espacio político. Los cuadros duhaldistas, se confiese o no, podrán sumarse a esa instancia como en el chinchón, pagando por reengancharse. Pero sólo quien desconozca al peron..., perdón, al kirchnerismo, puede fabular que pueda existir un nuevo acuerdo entre el vencedor arrasador y lo que queda de su adversario. La suerte del duhaldismo no detona solidaridades activas, pero sí pone prominentes barbas en remojo.
La tímida emergencia de un prospecto de referente de derecha, Mauricio Macri, influirá bastante en la conducta ulterior de las partes. Es prematuro suponer si el empresario se jugará por el gobierno porteño o por un, nada sencillo, armado nacional. En esa segunda perspectiva, será sustantivo para Macri (y para Kirchner en espejo) que no haya una fuga de peronistas heridos a las huestes de PRO. Quienes conocen al peronismo descuentan que, como aconteció en tiempos de Menem o de Duhalde, nadie o casi nadie se irá por divergencias ideológicas. La vastedad de la vera doctrina peronista desahucia esas rupturas. Pero, si Kirchner acomete de un modo u otro contra los dominios de los mandatarios provinciales, otro gallo cantará. De momento, todos son aprontes.

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Kirchner tiene en su poder, tras la victoria, la posibilidad de cambiar los contornos del peronismo.
 
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