EL PAíS › LA IGLESIA INTENTARA HABLAR CON EL GOBIERNO PESE AL MALHUMOR DE LOS OBISPOS

Metiendo presión en la olla eclesial

El máximo nivel de la Conferencia Episcopal, que conduce el cardenal Bergoglio, decidió encarar negociaciones reservadas y evitar aumentar la polémica desatada con el Gobierno. Así, ayer intentaron bajar los decibeles y explicar que las críticas de su documento –que generó las réplicas de Kirchner– no fueron a esta administración.

 Por Washington Uranga

Aunque el malestar es indisimulable en gran parte de los obispos por las críticas del presidente Néstor Kirchner, el máximo nivel de la Conferencia Episcopal, que encabeza el cardenal Jorge Bergoglio, cumplió con el acuerdo tomado en conversaciones reservadas y no respondió de manera pública a las apreciaciones presidenciales. La cúpula del Episcopado busca de esta manera quitarle decibeles a la polémica planteada con el Presidente, evitando la discusión en el escenario mediático mientras se estudian otros caminos para producir diálogos directos con el máximo nivel del Gobierno. No obstante, de manera aislada algunos obispos salieron a desmentir que el documento emitido la semana anterior haya sido pensado como una crítica hacia el Gobierno, señalando también, como lo hizo el obispo Néstor Navarro, que “se reconocen los esfuerzos que se están haciendo”, algo que Kirchner había reclamado en su discurso del miércoles en la Casa Rosada.
De parte oficial, el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, coincidió con las palabras del Presidente y sostuvo que “en este documento (de los obispos) hay elementos que no compartimos”, pero agregó que “eso no quiere decir que estemos absolutamente peleados”. Para Oliveri “vendrán otros días y retomaremos el diálogo necesario”, a lo que el ministro del Interior, Aníbal Fernández, agregó que “no se tensó” la relación con la Iglesia, sino que “el Presidente dijo lo que sentía, lo que tenía que decir”.
Kirchner había dicho el miércoles que “algunas afirmaciones de la Iglesia argentina (...) se parecen más a las de un partido político, atado a lo temporal, que a la tarea terrenal que tendría que llevar adelante” y agregó que “humildemente les digo a los pastores que están equivocados, están absolutamente equivocados”. En una larga carta pastoral en la que se analizan muchos temas, los obispos incluyeron frases tales como que “hay una forma de insolidaridad preocupante”, señalando “el crecimiento escandaloso de la desigualdad en la distribución de los ingresos” y que “en una sociedad donde crece la marginación no serían de extrañar manifestaciones violentas por parte de sectores excluidos del mundo del trabajo, que podrían degenerar en peligrosos enfrentamientos sociales”. El Presidente recomendó entonces que “lo que deben hacer mis pastores es construir la paz, el amor y ayudar con todas sus fuerzas y humildad a construir la inclusión social”.
Ahora el obispo de Iguazú, Joaquín Piña, enrolado en los sectores más progresistas del Episcopado, dijo que su “impresión” es “que el Presidente no leyó mucho o leyó muy rápido el documento”. Agregó el obispo misionero que la carta pastoral difundida el sábado “no va precisamente a acusar al Gobierno, sino que se dirige a todo el pueblo de Dios, incluidos también nuestros gobernantes”. Para Piña “la reacción del Presidente fue extemporánea”, pero, agregó, “lamentablemente ya nos tiene acostumbrados a esto”.
Néstor Navarro, obispo del Alto Valle del Río Negro, también aseguró que el documento “no es contra el Gobierno” y para reafirmarlo sostuvo que “se reconocen los esfuerzos que se están haciendo”. Sin embargo, insistió en que “se está hablando de la brecha que parece crecer entre pobres y ricos” y solicitó que “no hay que leer más allá de lo que escribimos”. El arzobispo de Salta, Mario Cargnello, se sumó a sus colegas y dijo que “pensar que no se ha tenido en cuenta la realidad sociopolítica del momento es reducir el objetivo del documento” y agregó que “estamos describiendo una realidad, lo cual no es negar el esfuerzo que se está haciendo y decir que sigue creciendo la brecha alude a algo que no depende del gobierno necesariamente”.
Héctor Cardelli, obispo de San Nicolás, dijo que Kirchner “no puede hacer milagros”, reconoció que en el tiempo que lleva su gestión “el esfuerzo es muy grande” y admitió que no se lo puede responsabilizar al Presidente de la desigualdad social. Sostuvo, sin embargo, que “me parece que el Presidente está muy sensibilizado a nivel de críticas a su persona o a su gestión, cuando el documento en realidad se refiere a toda la sociedad”. El obispo de Paraná, Mario Maulión, agregó “que la Iglesia .no es opositora al Gobierno” y que el documento “no es una toma de posición política, sino un mensaje de la Iglesia” para los cristianos que deben tener en cuenta los objetivos marcados por la Biblia, que pide terminar con la creciente desigualdad a través de las responsabilidades que tenemos todos”.
El secretario de Culto, Guillermo Oliveri, afirmó que “ha fijado una posición la máxima autoridad del país”. Dijo que “eso no quiere decir que estemos absolutamente peleados” y que “luego retomaremos el diálogo necesario”. En la misma línea, Oliveri agregó que “después de la tormenta evidentemente hay un momento de reflexión” y volvió a subrayar que “nada indica que en algún momento no haya que retomar el diálogo”. El funcionario afirmó también que “el Presidente ha sido absolutamente honesto en sus planteos. (...) La mejor actitud del Presidente fue no ser hipócrita. En general lo hace con todas las cosas: él no se guarda nada”. Para el secretario de Culto “en momentos de crisis lo bueno es poner el hombro, poner la mano, y aún también la crítica, pero en este documento (de los obispos) hay elementos que no compartimos para nada”.
La oposición política no perdió tampoco la ocasión de incluirse en el debate. Ricardo López Murphy le dio “la razón” al documento episcopal y consideró la reacción de Kirchner como “un ataque muy intolerante que no ayuda a construir el intercambio de opiniones que haga de la política madre y maestra”. Jorge Sobisch, gobernador de Neuquén, le envió una nota al presidente del Episcopado, cardenal Bergoglio, en la que señala que la carta pastoral de los obispos “no se trata sólo un análisis profundo de la realidad argentina, sino que es un llamado a la tolerancia, la solidaridad y a la construcción social pacífica”.

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Néstor Kirchner fue bendecido ayer, en un acto en Quilmes, por un cura tercermundista. Todo un gesto dirigido a la Iglesia.
 
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