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Un mercado popular por si los precios no aflojan

El Gobierno planea crear un sistema de venta de productos de la canasta básica sin intermediarios para ejercer presión sobre los hipermercados.

 Por Martín Piqué

La idea está madurando en silencio. Es una de las cartas que el Gobierno prepara por si no cede la remarcación de precios. Se la podría resumir en una frase: “Del productor al consumidor, sin intermediarios”. Y consiste en algo tan sencillo como peligroso para las grandes cadenas de hipermercados. La instalación de un mercado popular que venda productos de la canasta básica –quizá no de primeras marcas– a precios veinte o treinta por ciento más baratos de lo que se venden en las góndolas. Los artículos llegarían a Buenos Aires en camiones térmicos de cooperativas agropecuarias, todas vinculadas a la Federación Agraria Argentina, y serían comercializados directamente por los propios productores. Así se saltaría a los intermediarios del sistema de comercialización: nada menos que los grandes supermercados, los mismos que según las estadísticas concentran el 30 por ciento de las ventas de artículos alimenticios.

La idea de crear formas de comercialización alternativas no es nueva ni original. En la bávara Munich, Alemania, los productores agrícolas tienen una feria directa en el centro de la ciudad. Otro ejemplo es Venezuela, donde existen los Mercal (Mercados de Alimentación), que venden alimentos a precios subsidiados por el Estado. Los Mercal dependen del Ministerio de Alimentación y están ubicados en barrios populares. El modelo venezolano es conocido en el país. Hace meses, el gobierno de la provincia de Buenos Aires evaluó la posibilidad de instalar mercados populares en los municipios del conurbano. La idea se discutió en el Ministerio de Desarrollo Humano y en la Coordinación de Políticas Sociales a cargo de Emilio Pérsico, del Movimiento Evita. Sin embargo, la primera experiencia de ese tipo se hará en territorio porteño, en la zona sur de la ciudad.

El lugar elegido tiene una rápida explicación. La zona sur de la ciudad tiene índices de desarrollo humano –los famosos indicadores que usa el PNUD– más parecidos al segundo y tercer cordón del Gran Buenos Aires que a la otra parte de la Capital. Del otro lado de la avenida Rivadavia hay barrios con pobreza extrema, mucha marginalidad y desempleo muy superior al del promedio de la ciudad. Por todo eso, el Gobierno aceptó una vieja propuesta de la Federación Agraria Argentina (FAA) y está trabajando para construir el primer mercado popular con comercialización directa de los pequeños productores. En ese proyecto están trabajando el diputado Edgardo Depetri, titular de la comisión de Obras Públicas, y el presidente de la FAA, Eduardo Buzzi. Probablemente, el mercado en cuestión se levantará en algún predio desocupado que pertenezca a un organismo estatal.

No es la primera vez que la Federación Agraria intenta armar un mercado directo para las pequeñas cooperativas agrícolas. En otros lugares del país existen las ferias francas (Misiones) o las ferias de campesinos (Jujuy, Chaco y Formosa) patrocinadas con la misma federación. Las cooperativas que participan en esas ferias comercializan yerba mate (el caso de la Cooperativa Río Paraná de Misiones) o se especializan en el engorde de novillos. Esos grupos y otros se sumarán al gran mercado popular que se creará en la ciudad, salvo que el proyecto tropiece con algún lobby (¿las grandes cadenas de hipermercados?) por el camino. El Gobierno está buscando un inmueble donde ubicarlo. Hay una propuesta bastante avanzada que podría sorprender a más de uno.

Holanda y el BID

La patria del tulipán y la Naranja Mecánica (la famosa selección de 1974 que encabezaba Johan Cruyff) no sólo tiene reinas y princesas. Además de su monarquía, también exporta ayuda internacional. Un ejemplo es la cooperativa ecuménica que ya prometió un crédito a la Federación Agraria. El dinero, que premia “proyectos innovadores y asociativos”, financiará parte del mercado popular que se instalará en la zona sur de la ciudad. El otro financista será el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que aprobó un crédito con el mismo fin. Lo que falte saldría del convenio que la Federación Agraria se apresta a firmar con el Ministerio de Desarrollo Social que encabeza Juan Carlos Nadalich.

¿Cuáles son las inversiones que habría que solventar? El más obvio es la cámara de frío, imprescindible para vender productos alimenticios como carne y lácteos. Pero también se necesitarán camiones térmicos, para trasladar los alimentos desde su lugar de origen. Y si se quiere incorporar un sector de panadería habrá que instalar hornos y maquinarias de panificación. “Será todo un sistema empresarial pero con un método de costos distinto”, anticipó Buzzi a Página/12. En el Gobierno y en el Congreso ya hay gente trabajando para que la iniciativa pueda anunciarse en un año. Otro proyecto similar se está discutiendo en la Legislatura bonaerense, donde están surgiendo sutiles resistencias. En la Federación Agraria admiten cierta desconfianza. Temen que la idea se caiga cuando comiencen a terciar los “grandes intereses”.

El temor (¿o realismo?) de los pequeños productores tiene alguna justificación. Una iniciativa similar que se había acordado en 2002 con el entonces secretario de Desarrollo Económico Eduardo Hecker, para levantar una feria directa de las cooperativas agrícolas en el predio del ex Mercado Dorrego se frustró cuando ya estaba todo listo para comenzar las obras. Aquella vez fue el ex jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, quien archivó la propuesta. El viejo mercado de pulgas de Colegiales se convirtió luego en un megacentro de diseño de indumentaria y objetos de decoración.

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El mercado popular, con precios hasta 30 por ciento menores a los de las góndolas, fue idea de la Federación Agraria.
Imagen: Pablo Piovano
 
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