EL PAíS › PRIMERA EMBESTIDA DE LUIS BARRIONUEVO Y LOS GORDOS CONTRA EL JEFE DE LA CGT

A Moyano le quieren tirar el camión encima

El camionero quedó debilitado luego de los incidentes en San Vicente. Barrionuevo encabeza la avanzada para desbancarlo de la CGT. Los Gordos, enemistados con Moyano, lo acompañan. Ayer hicieron un encuentro reservado, pero no lograron sacar un pronunciamiento a favor de la destitución.

 Por Diego Schurman

Podría plantearse como una puja por el control de la CGT. Pero la embestida de Luis Barrionuevo contra Hugo Moyano parece traspasar los límites de la central obrera. El dirigente gastronómico no oculta sus intenciones de ser candidato a gobernador de Catamarca y ahora busca arrastrar al sindicalismo detrás de su aventura política. Sin embargo, la reunión que alentó ayer con decenas de gremios, entre ellos también del sector de los Gordos, no logró el cometido de sacar un pronunciamiento a favor de la destitución del camionero, quien intentará revalidar sus pergaminos el viernes en un plenario de secretarios generales.

El encuentro motorizado por el barrionuevismo se desarrolló en la Federación de Obras Sanitarias. Y fue promocionado como el nacimiento de una corriente interna en la CGT que avanzaría lenta pero sistemáticamente hacia un único objetivo: el desplazamiento de Moyano de su cargo.

La cumbre tuvo toda la impronta conspirativa que el sindicalismo ha sabido cultivar en esos últimos años. Hubo maniobras distractivas sobre horarios y protagonistas. En cambio, quedó claro que el dueño de casa y número dos de la CGT, José Luis Lingeri, puso a disposición de Barrionuevo un espacio para facilitar la embestida, de la que participaron, entre otros, Carlos West Ocampo y Andrés Rodríguez.

“Alguien se tiene que hacer cargo de la crisis interna”, señaló a Página/12 un conspicuo dirigente sin ofrecer demasiadas precisiones. “Queremos mayor horizontalidad”, moderó otro de los asistentes. Al titular de la CGT le endilgan la responsabilidad de los sucesos del 17 de octubre, además de un poder omnímodo que no cae para nada simpático en los viejos caciques gremiales. Entre mañana y pasado podría aparecer una solicitada en la que este grupo cuestionaría públicamente a Moyano.

La foto del chofer de los camioneros, Emilio “Madonna” Quiroz, disparando sobre una patota que respondía al líder de la Uocra de La Plata sigue siendo el principal karma de Moyano. Por eso convocó para el viernes a un plenario de secretarios generales con el propósito de hacer valer la relación de fuerzas a su favor.

Se supone que alrededor de 150 dirigentes deberán analizar lo ocurrido en San Vicente y decidir si eso amerita alguna sanción o incluso el desplazamiento de Moyano. El camionero sabe que allí tiene todas las de ganar. De todos modos, ese ámbito no es resolutivo. Esa potestad la tiene el Comité Central Confederal.

Barrionuevo dijo públicamente que Moyano debe irse ya. El moyanista Omar Viviani aseveró que en todo caso de ahora en más la CGT contará con cinco dirigentes menos. Fue una chicana que aludió al puñado de gremios que seguiría a Luisito: químicos, seguridad, obreros del vidrio, plásticos y, por supuesto, gastronómicos.

“Barrionuevo quiere que Moyano sea un chirolita como lo fue Daer con los Gordos. Eso con Moyano es imposible”, graficaron desde las trincheras del camionero, algo huérfana de dirigentes por el viaje de varios de ellos a un congreso sindical en Viena.

Los rivales internos de Moyano recordaron que después de una batahola de la envergadura de San Vicente, pero ocurrida diez años atrás en el predio mercantil de Ezeiza, Gerardo Martínez renunció a la secretaría general de la CGT. El camionero ya dejó en claro a los suyos que no piensa emularlo y hasta elude la responsabilidad de los incidentes del 17 de octubre.

El operativo de traslado de los restos de Perón estuvo a cargo de Gerónimo Venegas. Al titular de los trabajadores rurales y las 62 Organizaciones –el brazo político de la CGT– algunos le desean el triste papel de fusible. Imaginan que su desplazamiento pondría freno a la embestida contra Moyano. Es improbable que eso ocurra.

Un dirigente de los Gordos consideró que el deterioro del poder de Moyano no es una ilusión óptica, sino que es una percepción extendida, incluso, al mundo empresario. Esgrimió en ese sentido las declaraciones de Jorge Brito sobre los incidentes del 17 de octubre. “Si no había seguridad, iba a pasar lo que finalmente pasó. ¿Moyano no lo sabía? ¿O fue un boludo? Yo creo que lo sabía, pero no sé, tal vez me voy a morir con esa duda: si fue un boludo o no. Tiendo a creer que es un boludo al que le tomaron San Vicente”, señaló el banquero a la revista Noticias.

Los Gordos fueron al menemismo lo que hoy Moyano es al kirchnerismo. Es evidente que no están a gusto con relegar el papel de interlocutores del poder. La batahola durante los traslados de los restos de Perón aparece entonces como un excelente argumento para exigir la cabeza del camionero y buscar otro sindicalista que les dé mayor protagonismo.

Por mala fama y antecedentes, los Gordos no parecen tener destino fuera de la CGT. Por eso decidieron aceptar un acompañamiento crítico a Moyano cuando éste se quedó con el control absoluto de la central. Dicho en criollo: se bancaron la derrota interna, pero retacearon sus nombres al consejo directivo. Una manera de mantener la organicidad tan cara a los afectos peronistas pero sin “contaminarse” con las decisiones del camionero, quien también está en el subsuelo en los sondeos de imagen.

West Ocampo, Armando Cavalieri y Oscar Lescano admiten por estas horas algún tipo de coqueteo con Barrionuevo. Pero, como el resto de los Gordos, desconfían del gastronómico. Lo considera sólo leal a él mismo, por más que ahora coincidan en el objetivo de desplazar a Moyano. Para los desmemoriados: el nivel de autonomía de Luisito lo llevó hace dos años a convertirse en el principal fogonero del líder de la CGT. Está de más decir que ahora le soltó la mano.

En despachos oficiales y también en trincheras moyanistas –que son cosas distintas aunque últimamente tienden a confundirse– ven detrás de la hiperkinesis de Barrionuevo una maniobra extorsiva. ¿El propósito? Obligar a Kirchner a respaldarlo como candidato a gobernador de Catamarca.

Hace tiempo que aquel acercamiento de la Casa Rosada con el barrionuevismo viene enfriándose.

Los moyanistas también quieren traducir la disputa con el diccionario peronista. Elucubran escenarios en donde Barrionuevo aparece como un cruzado del lavagnista grupo El General para destruir la alianza estratégica que el camionero estableció con Kirchner.

Un dato para no pasar por alto: este año Graciela Ocaña impulsó una denuncia contra Barrionuevo, logrando que por primera vez la Justicia lo investigue por un caso de cohecho en el PAMI. No por nada la interventora de la obra social de los jubilados es declarada persona no grata en el mundillo sindical.

Para decirlo con las palabras precisas, Barrionuevo mantiene una relación ambivalente con el Presidente. Así como es cierto que ambos habían sellado una tregua también lo es que el gastronómico repele y es repelido por Cristina Kirchner y tantas otras primeras figuras de la Casa Rosada.

“¿Si sale Moyano quién va de titular de la CGT? ¿Barrionuevo? ¿Los Gordos? Por favor, dejemos las cosas como están –fue la manera más gráfica que un alto funcionario kirchnerista explicó días atrás la paciencia oficial con el camionero–.

El funcionario sabe como pocos del sosiego que significa la alianza oficial con Moyano, en especial cuando, a principio de año, el aumento del 19 por ciento logrado por los camioneros sirvió como techo para las paritarias de otros gremios, evitando así que se dispare la inflación.

En ese afán de ver el lado positivo de las cosas, en la Casa Rosada imaginan que la licuación del poder de Moyano también será capitalizada por Kirchner. Los propios laderos del líder sindical admitieron que el escenario post 17 de Octubre redundará en mayores condicionamientos para el camionero y la CGT.

Un rumor que circuló con fuerza en las últimas horas daba cuenta de la posibilidad de que el Gobierno le otorgue la personería gremial a la CTA. Sería un golpe al corazón de la CGT y un paso hacia la democratización sindical. El Ministerio de Trabajo no confirmó ni desmintió la especie cuando este diario hizo la consulta de rigor.

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Los gremialistas evitaron las declaraciones luego del encuentro en Obras Sanitarias y se fueron en sigilo, como aquí Carlos West Ocampo.
 
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