EL PAíS › DESPUES DE REUNIRSE CON KIRCHNER, FELIPE SOLA ANUNCIO QUE NO BUSCARA LA RE-REELECCION

El “efecto Misiones” se cobró otra víctima

El gobernador había presentado un pedido en la Justicia Electoral para forzar una interpretación de la Constitución que le permitiera presentarse en 2007. Pero como ya había pasado con el jujeño Fellner, Solá fue ayer a la Casa Rosada y abandonó el intento. Página/12 anticipó el domingo esa decisión.

 Por Diego Schurman

El “efecto Misiones” se devoró las pretensiones reeleccionistas de Felipe Solá. El gobernador abandonó públicamente ayer la pelea por un nuevo mandato con el explícito propósito de no cederle a la oposición nuevos argumentos para cuestionar a Néstor Kirchner. El paso al costado del mandatario provincial activó la pelea por la sucesión en el distrito más populoso del país.

La noticia de la jornada se conoció luego de un encuentro de Solá y Kirchner en la Casa Rosada. El gobernador le expresó al Presidente su deseo de ser funcional al proyecto oficial y no al de la oposición. En tiempos post Misiones, la frase tuvo una traducción inequívoca: que abandonará su proyecto continuista.

Solá había llamado el viernes a Alberto Fernández. Ese día el jefe de Gabinete logró que Eduardo Fellner desistiera de buscar su segunda reelección como gobernador de Jujuy. Con su contacto, que se repitió el sábado y el domingo, el mandatario bonaerense no hizo otra cosa que anticiparse a un pedido que se veía venir.

Kirchner lo recibió ayer y le agradeció finalmente su decisión. Le prometió caminar juntos la provincia y sostener la gobernabilidad hasta el final de su mandato, en diciembre de 2007. Solá no bendecirá por ahora a ningún sucesor, aunque podría inclinarse por Florencio Randazzo, un hombre que integra su gabinete. El ministro de Gobierno participó ayer de un encuentro con el mandatarios y sus principales escuderos.

En la Casa Rosada tienen varios candidatos aunque por ahora hay dos que parecen ocupar la pole position: el ministro del Interior, Aníbal Fernández, y el senador José Pampuro. De todos modos, la lista de aspirantes es enorme (ver aparte).

Con la baja de Solá, sumada a la de Fellner, el kirchnerismo comenzó a reaccionar ante el golpe electoral del obispo Joaquín Piña al gobernador Carlos Rovira. En esa provincia la oposición entera puso a un lado sus diferencias detrás de un objetivo común: evitar la reelección indefinida vía reforma constitucional.

Solá entendió para qué lado comenzó a soplar el viento. La caída en cadena de las reelecciones provinciales es resultante de la presión popular. No obstante, el mandatario y su entorno pusieron el acento en una supuesta actitud malintencionada del resto de los partidos políticos. “Felipe no le hizo el juego a la obscenidad de una oposición irresponsable”, dijo, por ejemplo, el ministro de Justicia bonaerense, Eduardo Di Rocco.

Kirchner había prestado su sello –el Partido de la Victoria– para que Solá pudiera elevar un pedido de “declaración de certeza” a la Junta Electoral, a fin de que ésta le quitara la duda sobre si está habilitado o impedido de pelear por otro mandato. Pero el Presidente nunca lo respaldó públicamente, como sí lo hizo con Rovira.

Curiosamente, Solá anunció su paso al costado desde la Casa Rosada y flanqueado por Alberto Fernández. El dato reveló el interés de Kirchner por mostrarse detrás de la decisión, además de cierta recuperación de la iniciativa política. El mensaje implícito es que detrás del silencio oficial no se esconde un desconocimiento del ánimo popular.

Solá llegó a hablar con Eduardo Duhalde del polémico proyecto continuista. Fue hace tiempo y en privado. Ante las cámaras de televisión, ayer prefirió tomar distancia de todo, hasta de su propia ambición. “No estoy aferrado al sillón, nunca lo he estado porque no ha sido mi estilo”, defendió su ahora retirada presentación ante la Junta Electoral. El gobernador también se diferenció de Rovira, asegurando que él no pretendía modificar ninguna Constitución sino interpretar la vigente.

Eso mismo le planteó a un grupo de dirigentes opositores que convocó en La Plata al día siguiente de la derrota oficial en Misiones. Para sus detractores la jugada era más lesiva a los intereses democráticos que la de Rovira, ya que no se requería de la anuencia del voto popular sino de los cinco miembros la Junta Electoral.

“Se entendió que pretendía eternizarme en el gobierno y no es así. Se creó un clima de debate falso, como si estuvieran en juego las instituciones, a las que se respeta acudiendo al pueblo o solicitando aclaraciones ante la Justicia. En la provincia no había ninguna alteración en el juego institucional, ni lo habrá”, señaló el mandatario.

La queja del gobernador no tuvo como destinataria únicamente a la oposición. También apuntó al propio justicialismo distrital, que en la jornada prometía embestirlo. El comandante del PJ bonaerense, José María Díaz Bancalari, arrastra una vieja inquina con Solá.

El gobernador encontró en León Arslanian uno de sus defensores más fervientes. El ministro de Seguridad dijo que la presentación ante la Junta Electoral fue “inobjetable”. Pero que la decisión final de abortar la movida reeleccionista obedeció a razones “políticas” y no “jurídicas”.

Los fundamentos de la petición ahora desdeñada hacen alarde de la “soberanía popular”, como si el reclamo por un nuevo período fuese del pueblo y no del gobernador. No hubo en todo el proceso de consulta ni siquiera un “operativo clamor”. Sin embargo, la Junta Electoral se encontraba analizando un escrito que hace apología de las prácticas reeleccionistas, poniendo por encima de todo el peso del voto.

El obstáculo para Felipe siempre fue el artículo 123 de la Carta Magna provincial. Allí se determina que “el gobernador y vicegobernador pueden ser reelectos o sucederse recíprocamente por un nuevo período. Sin han sido reelectos o se han sucedido recíprocamente, no pueden ser elegidos para ninguno de los cargos, sino con intervalos de un período”.

En 1999, Solá acompañó en la fórmula a Ruckauf y en el 2003 encabezó otra fórmula, secundado por Graciela Giannettasio. Felipe quería que la Junta Electoral no considere como primer período el tiempo que reemplazó a Ruckauf en la gobernación, cuando éste huyó hacia la Cancillería.

Alberto Fernández se encargó ayer de ensalzar la gestión de Solá y su acompañamiento a las políticas oficiales. Hizo un parangón entre aquellos dificultosos años en que se hizo cargo de las riendas de la provincia, con una actualidad difícil pero de menos apremios.

Pero ni el jefe de Gabinete se inmiscuyó en el futuro de Solá ni el propio involucrado dio una pista de su vida política después de la gobernación. Habrá que tomar la afirmación de un ladero de Kirchner, que estos últimos días regaló promesas para el socio bonaerense. “No sé qué tiene pensado él. Nosotros no lo vamos a dejar colgado. Le daremos un ministerio o una embajada importante”. La hipótesis, claro, se hace sobre la continuidad del kirchnerismo en la Casa Rosada después de 2007.

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Felipe Solá se reunió con el presidente Kirchner y luego hizo el anuncio junto al jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
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