EL PAíS

NOSOTROS

Por Jorge Prim, Hugo Soriani y Ernesto Tiffenberg *

Hace 15 años el manual de estilo de este diario estableció que, salvo grave necesidad, nadie estaba autorizado a escribir en primera persona. Página/12 no hablaría de “nosotros”. Quizá llegó el momento de hacerlo. “Nosotros”, Página/12, no somos apenas la propiedad de un empresario ambicioso, como la asociación de Fernando Sokolowicz con Daniel Hadad parece insinuar. “Nosotros”, Página/12, no dejamos de existir hace casi 9 años, cuando Jorge Lanata eligió abandonar el diario para probar suerte en otros rubros. “Nosotros”, Página/12, no somos el juguete de ninguna empresa, grupo económico, periodista o aventurero de los medios. “Nosotros”, Página/12, tampoco somos sólo los 200 inconscientes que cada día llenamos estas páginas de letras e imágenes. “Nosotros”, aunque a muchos les cueste entenderlo o aceptarlo, somos en realidad esa enorme porción de argentinos que, desde el fin de la última dictadura, viene peleando y soñando con otro tipo de país y que desde 1987 avanzó sobre el poderoso y ajeno mundo de los medios para experimentar con este diario un verdadero laboratorio de construcción colectiva que lo exprese y represente. El ataque desatado esta semana sobre el diario quizá buscaba poner en duda su fortaleza pero sirvió para confirmarlo. El jueves al mediodía Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), pidió pasar un segundo para vernos. Entró llorosa en la sala y, antes de que pudiéramos preguntar qué le pasaba, contó apresuradamente el motivo de su angustia. “No puedo creer que esté en peligro Página/12 así que antes de andar escuchando tonterías por ahí (–hoy tengo varias reuniones y seguro que éste es el único tema–, aclaró) decidí que mejor me daba una vuelta antes por acá y me enteraba de la verdad.” Con la ayuda de un café para levantar la presión, y la rápida aclaración de que Fernando Sokolowicz se había asociado con Daniel Hadad para la compra de Azul pero que Hadad no había entrado ni entraría en la sociedad que maneja Página/12, Nora empezó a tranquilizarse. Primero incrédula, después casi satisfecha, escuchó cómo Hadad había tenido su única reunión con el diario. Página/12 había publicado una contundente nota de Roberto Cossa, titulada “La serpiente puso otro huevito”, donde comparaba a Hadad con los nazis por sus campañas racistas contra los inmigrantes. “¿Por qué me atacan?”, preguntó. “Por lo que hacés”, fue la seca respuesta de uno de nosotros. En apenas minutos Hadad estaba de vuelta en la calle. También escuchó cómo la dirección había rechazado la posibilidad de hacer un canje de publicidad con La Mega, la emisora de FM de Hadad, para evitar cualquier tipo de colaboración con el grupo de medios encargado de difundir los beneficios de la mano dura, el racismo chovinista, el autoritarismo político y el ultraliberalismo económico en cómoda mixtura. Tanta distancia desapareció sin embargo en un segundo cuando el miércoles pasado Sokolowicz anunció su insólita asociación. Y el desconcierto fue aprovechado al instante por aquellos que desde hace años buscan la oportunidad de aislar y debilitar al diario. Pero la aparición de Nora, entre otros miles de los verdaderos dueños de Página/12 que reaccionaron entre la angustia y la indignación cuando vieron que con la excusa de Hadad o la más antigua excusa de Clarín se atacaba la supervivencia de su propiedad, sirvió para disipar cualquier confusión. Para el enorme colectivo de Página/12 nadie tiene derecho a poner en peligro su diario, compañía y consuelo en la desesperanza; información, denuncia y análisis cada día; pasión compartida en el festejo. El camino tomado por Sokolowicz, comprendió Nora y comprendimos todos, no era ni podía ser compartido por Página/12. El sería invitado a dar un paso al costado y el diario seguiría su rumbo. A Nora le tocaría llevar esa noticia a otros tan conmocionados como ella. Y a los que hacemos el diario nos corresponde entregar todas las mañanas un producto capaz de compensar a los lectores los esfuerzos dedicados a garantizar su vitalidad y crecimiento. También nos corresponde defender a los que forman parte de la aventura de los ataques de aquellos que decidieron abandonarla (como las intrascendentes críticas de Sokolowicz a Miguel Bonasso en la revista 3puntos, tan lejanas a la necesaria discusión de diferentes puntos de vista que siempre enriqueció al diario. O las muy grotescas pero aun más agresivas historias desplegadas por Lanata –con la obvia y permanente intención de dañar al diario–. O las de la revista Veintitrés, cuyoeditor Eduardo Lerner se vio en la poco elegante situación de tener que disculparse con la tan remanida frase de “qué querés que le haga, necesito vender alguna revista”). Esta fue una semana difícil para los que hacemos, los que leemos, los que esperamos, los que criticamos, los que vivimos Página/12. Quizás deje alguna cicatriz en la ya curtida piel de semejantes rastreadores de esperanzas. Quizás haya permitido descubrir que, más allá de las andanzas de su accionista mayoritario, hay algo compartido en este diario que no estamos dispuestos a permitir que nos arrebaten.
* Equipo de dirección de Página/12.

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