EL PAíS › GABRIELA MICHETTI, CANDIDATA A VICEJEFA DE GOBIERNO CON MACRI

“No es que teníamos valores distintos y ahora nos disfrazamos”

 Por Santiago Rodríguez

“No es que teníamos valores distintos y ahora nos disfrazamos. Antes teníamos un mensaje más simplificado y hasta cierta soberbia”, aclara Gabriela Michetti acerca de la incorporación de términos como equidad e inclusión social al discurso de Mauricio Macri. Figura inseparable del candidato a jefe de Gobierno porteño de PRO durante toda la campaña electoral, su compañera de fórmula habla de “ser algún día una alternativa nacional”, pero asegura que el macrismo está concentrado hoy en el ballottage del próximo domingo y en darle a la ciudad de Buenos Aires “un gobierno local que se preocupe por los temas locales”. “Mauricio no tiene ninguna causa irregular ni nada a nivel judicial que lo ponga en un lugar de sospechoso de algo”, destaca Michetti en relación con el papel de Macri en los ’90 y cuenta también de su vínculo con el cardenal Jorge Bergoglio.

–¿Michetti es lo mismo que Macri, en otro envase?

–Eso me causa gracia. Estoy muy segura de estar con Mauricio.

–¿Pero son iguales o tienen diferencias?

–Los dos tenemos la convicción de que la política debería ser la herramienta para transformar la realidad para mejor. Después tenemos muchas diferencias porque tenemos historias muy distintas que van desde la formación profesional hasta la historia de vida familiar; además pertenecemos a sectores socioeconómicos distintos.

–¿Los ’90 los diferencian?

–Nos diferencian porque yo soy más chica y estaba más ajena al escenario público; él era empresario en la primera etapa del menemismo hasta que se metió al fútbol y en ese momento tuvo participación en licitaciones públicas. En las críticas que él ha hecho al gobierno de Menem no nos diferenciamos porque él también tiene una muy mala impresión de esa etapa en términos de corrupción y de las cosas que se hacían de manera irregular.

–Como empresario, Macri firmó por ejemplo con Juan Carlos Rousselot el cuestionado contrato para la construcción de las cloacas en Morón.

–Mauricio no tiene ninguna causa irregular ni nada a nivel judicial que lo ponga en un lugar de sospechoso de algo.

–¿Realmente le parece que hay campaña sucia?

–Hay más de campaña negativa, pero algo de campaña sucia hubo.

–¿Qué?

–Hubo mentiras y cosas muy fuertes dichas desde la institución presidencial, como por ejemplo que Mauricio había votado en contra de la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida. La ministra de Economía dijo que Mauricio es el dueño de las empresas que hoy recolectan los residuos en la ciudad y eso también es mentira. Y dijeron también que vamos a aumentar los subtes, cuando los subtes dependen de la Nación.

–Néstor Grindetti, el eventual ministro de Economía de Macri, habló de aumentar los impuestos.

–El problema no pasa por aumentar los impuestos, sino mejorar el sistema de recaudación y por cómo se utilizan los recursos. Siempre lo tuvimos claro y, de hecho, fuimos en la Legislatura los que bajamos los impuestos porque nos parecía que había que incentivar a aquellos que pagaban.

–Ahora es posible que la ciudad cierre el año con déficit.

–Sí, pero si ganamos la elección, pensamos trabajar en conjunto para ir ajustando de la mejor manera posible.

–Ajustar ¿cómo?

–Hay gastos en publicidad, en campañas que no son efectivas, en repartija de beneficios que no son transparentes, en ejecución de obras que son más caras de lo que deberían ser.

–¿Más caras porque esconden hechos de corrupción o simplemente por mal manejo de la gestión?

–Es muy difícil decir que hay una corrupción estructural porque se incurre en una difamación si uno no tiene pruebas. Lo que puedo decir es que, por lo menos, se compra y se contrata caro.

–¿Qué Macri es el verdadero: el de 2003 o el versión 2007 que habla de equidad social?

–Lo que nos pasó fue que cuando arrancamos en la política, a fines de 2002, nos costaba más transmitir el mensaje de lo que creíamos que la política pública debía hacer con la ciudad de Buenos Aires. Teníamos un mensaje más simplificado y hasta cierta soberbia; no es que teníamos valores distintos y ahora nos disfrazamos.

–¿Y qué va a hacer el macrismo si llega al gobierno?

–Lo prioritario es poner la proa de la gestión pública y la política para un lado en el que las cosas empiecen a estar mejor para todos. No decimos que mágicamente vamos a solucionar todos los problemas; somos muy claros en que hay proyectos a corto, mediano y largo plazo. Pero además, nosotros no estamos entreverados en el sistema clientelar, que es muy perverso porque si se accede a un gobierno a partir de ese tipo de relaciones es muy difícil después ir en contra.

–En el macrismo hay debutantes en la política, pero también muchos que vienen de la estructura del PJ porteño y no son recién llegados.

–Mauricio siempre ha dicho que la consigna del “que se vayan todos” le resultaba fantasiosa y por eso también conformó los equipos con gente que venía de la política. El punto es cómo se conduce un equipo y para qué lado va la política. Lo que hemos hecho en la Legislatura es un precedente para tener en cuenta. De la política tradicional hay que rescatar lo bueno e ir sacando lo malo.

–Si las elecciones presidenciales fuesen hoy, ¿votaría a Elisa Carrió?

–Lo que yo dije fue que la votaría en caso de que fuera la candidata de un proyecto alternativo al Gobierno que surgiera de una conversación entre Carrió, Ricardo López Murphy y Roberto Lavagna. Quiero ser clara, porque nosotros estamos trabajando codo a codo con Ricardo y sabe todo el respeto y el cariño que le tengo. Realmente tengo con Carrió la convicción de que es una persona muy valiosa para el sistema político porque fue quien introdujo le ética como tema prioritario de la agenda. Es una voz muy necesaria en el sistema más allá de no coincidir en muchas cosas, como la estatización de algunas empresas. Yo no creo que sea bueno estatizar empresas, salvo en casos puntuales.

–Por ejemplo, ¿qué estatizaría?

–Debería pensarlo porque tiendo a creer que en todo lo que sea empresarial el papel del Estado es el de contralor. Los temas de seguridad obviamente tienen que depender del Estado.

–¿A Lavagna no lo votaría?

–Del tema nacional estamos bastante separados hoy, tanto mental como emocionalmente, porque necesitamos concentrar nuestra energía en la segunda vuelta y porque nuestro mensaje es contundente en el sentido de que esta ciudad requiere un gobierno local que se preocupe por los temas locales.

–¿Lo ve a Macri candidato a presidente en 2011 y a usted peleando la jefatura de gobierno?

–No sé, no sé... Los dos somos muy ambiciosos en sentir que podemos transformar algunas cosas y ser algún día una alternativa nacional, pero nos cuesta pensar en términos personales porque estamos acostumbrados a funcionar como equipo.

–¿Qué opina de que Blumberg se haya hecho pasar por ingeniero?

–No puedo opinar sin saber qué es lo que dice él, porque sería poco serio.

–¿Cómo le cae que el obispo emérito de Misiones, Joaquín Piña, convoque a votar en contra de Macri?

–Me da la impresión de que monseñor Piña no conoce a fondo lo que ha pasado en los últimos años en la ciudad de Buenos Aires; es como si yo opinara sobre cuestiones de alguna provincia de la que no supiera qué ha pasado en los últimos años. Me sorprendió, pero soy absolutamente respetuosa de que diga lo que piensa.

–¿Cuál es su relación con el cardenal Jorge Bergoglio?

–Tengo una relación en términos muy teóricos y no tan prácticos. No converso con él cuestiones coyunturales de nombres y apellidos, sino que nuestras charlas tienen que ver con cosas más antropológicas, filosóficas, espirituales.

–Bergoglio también se ha convertido en un actor político.

–Conociéndolo como lo conozco, siento que a veces está sobredimensionado. Como Bergoglio tiene muy bajo perfil y no sale a decir “yo no dije eso, no hice aquello, no estuve detrás de tal cosa”, se juega mucho con el sobredimensionamiento de su rol político. Cuando leo acerca del rol político que se le asigna, me cuesta relacionarlo con la persona que yo conozco, que es mucho menos operativa y coyunturalista que lo que parece en el escenario mediático.

–Usted fue una suerte de puente entre Macri y Bergoglio.

–Mauricio no necesitaba un puente; tenía ganas de conocerlo y conversar con él alguna vez. Siempre valoro el mensaje que Bergoglio le puede dar a cualquier persona, sobre todo cuando está con cuestiones de responsabilidad, como valoro también el de cualquiera de los líderes religiosos o de los pensadores académicos.

–Como el del rabino Sergio Bergman, quien vía Carrió adhería a la candidatura de Jorge Telerman, pero el 3 de junio estuvo en el bunker de PRO durante los festejos

–Sergio está en la Coalición Cívica, pero es un líder social y nos conocemos porque estamos trabajando en un tema de representación ciudadana. Vino a saludarnos.

–La decisión de Macri de no debatir fue resultado de una discusión interna en PRO. ¿Cuál fue su posición al respecto?

–Tenía más pulsión por ir al debate y Mauricio también; fuimos los que más discutimos. Mauricio nunca se había negado a un debate, incluso yendo primero, y me parecía que era como romper una tradición que veníamos construyendo desde que estamos en la política. También es cierto que la discusión no fue fácil porque los argumentos para no ir no eran débiles.

–¿Cuántos de los votos que sacaron en la primera vuelta son suyos?

–No quiero pecar de falsa modestia ni tampoco ser soberbia. Sé que ayudé porque soy parte de un equipo y que sumo a la representación de un determinado sector de la gente, pero es muy difícil responder esa pregunta.

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Imagen: Sandra Cartasso
 
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