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Las primeras definiciones, hechas en medio de la euforia y el baile

Macri dijo que iba a “ayudar a construir una alternativa”, porque “nadie está ahí para marcarle la cancha al oficialismo”. Reiteró que espera reunirse con Kirchner esta semana.

 Por Miguel Jorquera

Mauricio Macri entró agitado a boxes de la sala de prensa armados en su búnker de Che Tango. Bailaba y cantaba “Persiana Americana” de Soda Stereo, luego siguió con “Mariposa Technicolor” de Fito Páez frente a los periodistas de los medios gráficos que preparaban sus cuestionarios. Esperó a Gabriela Michetti, se abrazó con el consultor Julio Aurelio y recién entonces se sentó para responder las preguntas. Desbordado por la alegría, el líder del PRO soltó más definiciones políticas que a lo largo de toda la campaña. Dijo que era hora de “dar muestras de gestión” en la ciudad, pero extendió su triunfo al país que “nos merecemos todos los argentinos”; auguró que se viene el “cambió del siglo de los derechos humanos por el siglo de las obligaciones ciudadanas”. Aunque esquivó referencias personales a su rol como referente de la oposición, afirmó que “vamos a ayudar a construir una alternativa, para que la argentina se equilibre”, porque “nadie está ahí para marcarle la cancha al oficialismo”. Macri se soltó, había vencido “al fantasma del ballottage” y ya era el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires electo.

Primero paró a sus partidarios –“eso no es PRO”– cuando surgieron los cánticos contra el presidente Néstor Kirchner y el candidato Daniel Filmus, pero después se descargó contra ambos. “No me nombró. No sabía como decirme Mauricio o decirme Macri”, dijo sobre el discurso que dio su contendiente al reconocer la derrota. Además aclaró que el ministro de Educación “todavía” no lo había llamado. Insistió en la entrevista con el Presidente al afirmar que “le vamos a mandar mañana (por hoy) una carta oficial para pedirme una reunión, esperemos que sea esta semana”, para luego afirmar que “justamente queremos hablar con él para que cumpla con la palabra empeñada”, en referencia a la decisión presidencial de respaldar la autonomía de Buenos Aires para la creación de su policía y su propia justicia.

–¿Cómo va a ser el cambio de siglo de los derechos humanos a las obligaciones ciudadanas? ¿Van a correr paralelas o sólo habrá lugar para las obligaciones? –preguntó Página/12.

–El siglo XX fue marcado por los derechos humanos, fue un avance de la sociedad. Para mí el siglo XXI marca que también con los derechos tenemos obligaciones. Van a correr en paralelo, las obligaciones son reconocer al otro. No es sólo hablar de mis derechos y olvidarme que tengo obligaciones porque convivo en una sociedad, en un barrio, donde tengo que respetar a mis vecinos –respondió Macri refugiándose nuevamente en la ciudad.

Luego volvió a subirse al escenario nacional. “Estamos seguro que vamos a ayudar a construir una alternativa. Que la Argentina se equilibre, tampoco vamos a seguir con el oficialismo volcado porque nos da demasiada angustia a todos los argentinos, sobre todo con un oficialismo que comete errores. Como que nadie está ahí para marcarle la cancha, para que controlemos mejor la inflación, tengamos energía, no tengamos tanto desborde violento en la sociedad”, remarcó el flamante jefe de Gobierno.

Pero Macri se mostró seguro al afirmar que no se someterá a las presiones de los candidatos, presidenciales o no, que se mostraron en su bunker y buscan su apoyo para octubre. A ellos –afirmó– “les digo tranquilo gato, de a poquito”. Era su turno de hablar. Macri ya sabía que durante toda la tarde, desde que se confirmó su triunfo, muchos de ellos habían hablado con todos los medios que se le cruzaban.

Lo hizo Ricardo López Murphy, que reafirmó su rol de candidato presidencial por el que nadie en el PRO se juega en público. También quienes llegaron para saludar y se sumaron a los festejos como los menemistas Ramón Puerta y Miguel Angel Toma. Otros se mostraron a medias como Carlos Melconian, el economista que había elegido Carlos Menem para dirigir la economía en su frustrado tercer mandato. Y hubo quienes asistieron, pero prefirieron no exponerse a los medios, como Juan Carlos Blumberg.

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Ricardo López Murphy le entregó sesenta y cinco rosas amarillas a Gabriela Michetti.
 
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