EL PAíS › OCUPARON LA SEDE DE DESARROLLO SOCIAL BONAERENSE

Desconcierto por una toma

Durante cuatro horas, un grupo piquetero se plantó en el Ministerio de Desarrollo Social del flamante gobierno de Scioli. Hubo escenas de violencia, amplio despliegue policial y, finalmente, negociación.

 Por Alejandra Dandan

La toma durante cuatro horas del edificio del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires puso al Gobierno al borde de un ataque de nervios. Para muchos de los funcionarios K emigrados al cenagoso territorio bonaerense, aquello fue una de las más duras negociaciones que tuvieron que dar desde el final de la crisis. Hubo una toma del edificio con bandera, la explosión de una bomba molotov, cajones de naranjas inyectados con solventes, vidrios y expedientes rotos y tres policías heridos, uno con quemaduras de gravedad. Los protagonistas no fueron militantes extremos, sino dos pequeñas organizaciones del MP 29 de Mayo del corazón kirchnerista. Sus dirigentes se mantuvieron alineados con el gobierno nacional y el provincial hasta ahora; estuvieron alrededor de la Casa Rosada en la asunción de Cristina, tuvieron un cruce con otras agrupaciones K en la plaza y ayer fueron a dejar su reclamo en el corazón bonaerense. Ellos dicen que el kirchnerismo no cumplió, y ni en el gobierno nacional ni en el del gobernador Scioli atinaron a decir nada: “Quedamos completamente desconcertados”. Anoche se informó que permanec{ian detenidos 47 mayores y tres menores de edad.

El episodio empezó a la mañana temprano, con un encuentro privado en el Ministerio de Desarrollo Social bonaerense. Con los referentes de las agrupaciones piqueteras se reunieron los funcionarios. “Para nosotros estaba claro que venían a buscar un imposible”, explicó a este diario alguien del entorno de Daniel Arroyo. El flamante ministro viene del gobierno nacional, donde estuvo segundo, detrás de Alicia Kirchner, durante los últimos cuatro años. En esos tiempos, su diálogo con las organizaciones sociales y piqueteras tuvo algún grado de dificultad, porque varias dicen que no las querían. Arroyo pasó ahora a la provincia para encargarse de lo que algunos señalan como el único bastión que heredó el gobierno nacional en ese lugar. Pero esa es sólo una lectura posible.

Según las personas que lo acompañan, nunca habían tenido problemas con el Movimiento Popular 29 de Mayo. Ni ellos en la Nación ni Felipe Solá en la provincia. Tanto es así, explicó un funcionario, que un director del ministerio comentó que muchas veces habían quedado comprometidos con algunas cosas que finalmente no les dieron, pero ellos nunca habían protestado. Por eso, esta vez se quedaron sorprendidos.

“A nosotros nos estaban dando bolsas de comida, y hace ocho meses nos las sacaron, somos kirchneristas y acompañamos a Néstor y a Cristina, pero ahora estamos cansados de que nos usen y no nos tomen en cuenta”, le dijo uno a sus interlocutores más tarde, en la negociación. También tienen trabadas, dicen, líneas de microcréditos.

Cerca del mediodía, unas 58 personas se prepararon para entrar al edificio de la calle 55 con una bandera a cuestas apta para desplegar. “Ministerio Tomado”, decía. Muchos tenían más de 70 años, había quienes no podían casi caminar y otras ocho eran menores. Entre ellos, el gobierno señaló al MP 29 de Mayo, de extracción kirchnerista. A esa misma hora, Arroyo estaba sentado en la asunción de los nuevos directores del Banco Provincia. Los piqueteros entraban su cajón de naranjas combustible y lo necesario para avanzar. Una bomba molotov explotó en el edificio alrededor de las tres de la tarde, hirió a dos oficiales con quemaduras y otro oficial quedó cortado con un arma blanca. Adentro, las organizaciones golpeaban puertas y apabullaron al personal. Poco después, al edificio entró un equipo del Grupo Halcón que no intervino.

“Fue una negociación muy dura, en la provincia no entendían qué estaba pasando”, dijo Sara Dorotier de Covacho, antigua subsecretaria de Derechos Humanos de la provincia, a cargo ahora de la secretaría y de la negociación de ayer con las organizaciones. “Cuando tiraron la molotov yo estaba en la gobernación, pero a mí no me dijeron nada de lo que estaba pasando, me enteré recién cuando salí y lo primero que hice en ese momento fue llamar al jefe de policía Daniel Salcedo para que no reprimiera. Salcedo me dijo que estaba todo bien: ‘Señora, usted no venga’. Pero cuando vi en la televisión la dimensión de los desmanes, me fui al lugar de los hechos.”

Dorotier de Covacho habló con uno de los negociadores de celular a celular junto al jefe de policía como si se tratase de un caso policial y no de negociaciones políticas. Los piqueteros pidieron que se fuera el Grupo Halcón, que desarmara a la policía de escudos y de palos y recién entonces salieron para negociar los pedidos. Luego de lo que pasó y de cómo pasó, la secretaría salió a decir que “cortarán todas las canillas”. Pero bajo la superficie, el gobierno no cortó amarras. Buscó por teléfono a un referente piquetero del conurbano para pedirle desesperadamente una intervención. “Pero cómo –le respondió el hombre a su preocupado interlocutor–, ¡no eras vos el que tenía contacto con ellos!”

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La Policía Bonaerense rodeó el edificio, pero no reprimió a pesar de la tensión.
 
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