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Un grupo de tareas cibernético defiende al capellán de Camps

El cura Christian von Wernich, que hasta el viernes estaba preso en la sede de Cavia de la Policía Federal, hizo una “denuncia pública” por su situación en una página web de “amigos”. La mediática Cecilia Pando se indignó por el traslado del cura a Marcos Paz.

 Por Nora Veiras

“Tengo la seguridad –y no es ‘sensación’– de que hay una ‘animosidad’ muy grande –y para nada oculta– no sólo desde el Gobierno sino desde la Justicia también, sobre mi persona, sobre los capellanes y sobre los testigos, sus familias y mi familia. Es todo lo que tengo que denunciar hoy, mañana puede haber más de continuar esta persecución que parece no se detendrá.” El ex capellán Christian von Wernich eligió la página www.politicaydesarrollo.com.ar para hacer su “denuncia pública” ante la inminencia del juicio que debe enfrentar por delitos de lesa humanidad. El ciberespacio le ofrece otras solidaridades esperables. El grupo de tareas se horrorizó durante el fin de semana con el traslado del cura a la prisión de Marcos Paz. “Dios, que en su infinita sabiduría sabe escribir derecho con las conductas torcidas de los hombres, seguramente encontrará en este injusto traslado la posibilidad de que otros detenidos encuentren la paz y el apoyo espiritual que necesitan para soportar su calvario”, escribió Cecilia Pando, como presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos Políticos, que –como se sabe– no son otros que los represores.

La página que tiene como leyenda “No le buscamos la quinta pata al gato y tampoco lo dejamos rengo” es un compendio del lugar común de la derecha recalcitrante. La defensa del “padre” Julio César Grassi alterna con el horror por la expansión del psicoanálisis en la Argentina –“en el extranjero el psicoanálisis se ha hecho marginal (...) En Estados Unidos, sólo cinco mil personas se psicoanalizan: en relación con los 295 millones de norteamericanos. A la célebre Sociedad Psicoanalítica de Nueva York cada día le cuesta más reclutar candidatos”– y la reivindicación de cuanto militar o cura haya desempeñado algún rol como brazo ejecutor del terrorismo de Estado.

En este contexto, la figura de Von Wernich es ensalzada como un mártir: “No pueden quedarnos dudas de que la incipiente persecución religiosa a la Iglesia Católica va tomando mayor cuerpo. Enviamos nuestra solidaridad al padre, capellán de la policía que debió ejercer su ministerio en plena guerra terrorista en el peor de los distritos, cuando los agentes y los oficiales morían como moscas abatidos por las balas guerrilleras desde las sombras, en los asaltos, con las bombas y de cualquier otra forma vesánica. Gracias, padre, por su sacrificio silencioso”.

Fue el propio general Ramón Camps, el dueño de la vida y la muerte en la provincia de Buenos Aires, el que describió la función que había cumplido el cura bajo su mando. “Yo tengo una persona que puede dar fe de los distintos lugares en los que estuvo el señor (Jacobo) Timerman, es el padre Von Wernich, que era el sacerdote que yo tenía para que los detenidos recibieran asistencia espiritual. Incluso fue condecorado por la acción que desarrolló con los detenidos”, dijo el ex jefe de policía de la provincia de Buenos Aires con la intención de probar su sensibilidad. El cura negó sistemáticamente que haya asistido a los secuestrados en centros clandestinos, sí admitió que lo había hecho en comisarías, como si bajo la dictadura las dependencias policiales no hubiesen mutado en campos de concentración.

Treinta años después, la esposa del mayor retirado Rafael Mercado apeló a su prosa para divulgar en la red que “mientras este servidor de Cristo, a escondidas y en silencio, fue trasladado a la cárcel de Marcos Paz, los que deseamos que la justicia y la ley se cumplan en nuestra patria, observamos sorprendidos que quienes en la década del ’70 intentaron tomar por asalto las instituciones de la República, para imponernos a sangre y fuego un modelo político, hoy disfrutan de la impunidad que les otorga el poder”. Para Pando, la dictadura parece haber sido, en realidad, el otro nombre de la democracia.

Como presidenta de AfyAPPA, Pando se muestra desesperada por las cárceles comunes que empezaron a acechar a los oficiales, no sólo al consejero espiritual de Camps y su brazo derecho, Miguel Etchecolatz. El traslado a Marcos Paz del coronel Alejandro Guillermo Duret también la motivó: “Nada justificaba el cambio en las condiciones de detención, salvo el intento desesperado de un gobierno que quiere callar los gritos desgarradores de una sociedad que comienza a clamar por una verdadera justicia, donde los terroristas también sean sometidos a proceso judicial por los crímenes cometidos”.

Pero quizá donde la confesión de parte de los columnistas de politicaydesarrollo.com.ar alcanza su plenitud es en la prosa de un tal Eduardo Palacio Molina: “Nada le pasará al padre Christian. Los que deben temer que les pase algo malo son los falsos jueces del Sanedrín y sus fiscales obsecuentes. Porque la vida de todos pende de la voluntad de Dios, que es el creador del universo que nos manda a dejar este cuerpo mortal cuando él lo ordene y que nos pedirá cuenta de toda nuestra vida por nuestras acciones y omisiones. ¡Ay de aquellos que privaron de la libertad y llegaron a condenar a un inocente! Molina se entusiasma y llega a pronosticar: “Creemos que hoy el que más miedo debe tener es el presidente Kirchner. Sus propios custodios pueden ser en pocos segundos sus raptores. Kirchner tiene al enemigo en sus propias filas y él lo sabe, pero no puede escapar a su propia trampa (...). El padre Christian no se desanima y nos pide que por ahora recemos por la Iglesia, por la Patria y por todos los fieles que conformamos la Iglesia. ¡Dios es justo!

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El ex capellán de la policía de la provincia de Buenos Aires, Christian von Wernich.
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