EL PAíS › EL CIERRE DE LA CUMBRE ENTRE LA CELAC Y LA UNIóN EUROPEA

Con un saldo ambiguo

Mientras se afianzó la postura de Brasil y Argentina de ir hacia una integración que respete la industrialización regional, el mensaje oficial abogó por “más libre comercio y menor proteccionismo”.

 Por Nicolás Lantos

Desde Santiago

La primera cumbre entre la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac) y la Unión Europea (UE) dejó un saldo ambiguo: aunque por un lado se consolidó la postura del bloque de países latinoamericanos encabezados por el eje Buenos Aires-Brasilia, que plantea una aproximación más heterodoxa a la integración intercontinental que contemple la creciente industrialización de América latina y establezca nuevas reglas de juego acordes con los tiempos que corren, como informó ayer Página/12, el mensaje oficial, reflejado en la Declaración de Santiago y en los discursos de cierre a cargo del anfitrión y hasta hoy presidente pro témpore de la Celac, Sebastián Piñera, y del titular del Consejo Europeo, el belga Herman van Rompuy, reclamó “más libre comercio y menor proteccionismo”, en coincidencia con las palabras de la presidenta alemana Angela Merkel, virtual “jefa” del bloque europeo. La tragedia de la discoteca brasileña Kiss (ver páginas 14 y 15), que obligó a Dilma Rousseff a abandonar anticipadamente el encuentro, fue recordada por todos los oradores de la jornada final.

“El compromiso que hemos manifestado todos aquí es el de conformar una nueva alianza estratégica entre la Unión Europea y América latina y el Caribe”, manifestó Piñera en el discurso que clausuró la cumbre, ayer al mediodía. Claro que no todos los países tienen la misma idea de cuál debe ser la base para esa nueva alianza. “La Declaración de Santiago y el plan de acción a seguir hacen expresa mención a la necesidad de un mayor libre comercio y menos proteccionismo”, remarcó el chileno, que siguiendo con los tópicos liberales también reclamó “una mayor certeza jurídica” en las relaciones comerciales entre ambas regiones.

“El mundo vive una paradoja”, manifestó el anfitrión: “Por una parte se escuchan voces de crisis, recesión, angustia, desempleo, pero al mismo tiempo el mundo está viviendo la revolución más profunda y trascendente que ha vivido la humanidad: esta sociedad del conocimiento y la información, esta sociedad globalizada”. Sin embargo, Piñera advirtió que para sacar provecho “los países deficitarios tienen que ajustarse” porque “ningún país puede vivir permanentemente más allá de sus medios”. En un tono que a los argentinos hizo recordar a los discursos de los ’90, señaló que “el ajuste va a requerir sacrificio y esfuerzo, va a ser doloroso para los pueblos y difícil para los gobiernos”.

Así como quedó claro que, al mismo tiempo que políticamente Latinoamérica y el Caribe viven una época de integración y fortaleza inédita, de la que la misma cumbre fue evidencia, al igual que el reconocimiento explícito que hizo Piñera al rol del venezolano Hugo Chávez en los últimos años, por otro lado fue evidente que subsiste una división en cuanto a la postura económica, con un eje más ortodoxo, encabezado por Chile, Perú, Colombia y México (que ya cuentan con tratados de libre comercio con la UE) y otro situado más a la izquierda, donde conviven experiencias como las de Bolivia, Ecuador y Venezuela con la conducción del binomio Brasil-Argentina.

Lo curioso es que Piñera quedó, con su mensaje, a la derecha incluso de los europeos, cuya voz fue representada por el belga Van Rompuy, cuyo discurso se basó en el optimismo respecto del futuro económico de la UE. “Les aseguro que Europa ha tomado acción resolutiva para solventar la crisis de la Eurozona”, aseguró el titular de la Comisión Europea, para quien el riesgo principal, la caída del euro, ya ha quedado atrás el año pasado. Van Rompuy destacó los tratados que tiene la UE con algunos países americanos y pidió acelerar el que está pendiente con el Mercosur y sostuvo que “los países de la Celac juegan un rol central en el mapa internacional, no sólo política sino económicamente”.

Así, las bases de la negociación quedaron sentadas y comenzará ahora un tira y afloje que podría tener su conclusión en Bruselas, donde se celebrará, dentro de dos años, la segunda cumbre Celac-UE. Para entonces, analizaban ayer fuentes del gobierno argentino, “estará más clara la dimensión real de la crisis europea, a la vez que la Celac estará más afianzada como institución, ya que ahora tiene apenas un año de vida”. El avance de las negociaciones parciales entre el Mercosur y Europa, que tendrán un nuevo envión a fin de año cuando el bloque del Cono Sur envíe una nueva propuesta de acuerdo, será una buena vara para medir las posibilidades de un tratado entre los dos continentes que contemple las particularidades y asimetrías históricas.

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Sebastián Piñera cerró la cumbre y hoy dejará la presidencia de la Celac en manos de Raúl Castro.
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