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Esclavos del océano

 Por Diego Martínez

“No había ningún observador a bordo, tirábamos pescado y basura libremente”, cuenta un tripulante indonesio frente a cámara. “Era más fácil tirar en las Malvinas”, apunta otro. Las voces de los pescadores las tomó en la selva de Indonesia el documentalista neocelandés Guye Henderson, quien los entrevistó en sus casas e incluyó los testimonios en el documental Esclavos del océano, que presentó el año pasado. “Cuenta abiertamente cómo destruyen el ecosistema, cómo depredan, cómo tiran aceite fuera de borda o destruyen los arrecifes de coral desde ocho barcos coreanos que operan con licencia de Malvinas”, resume Milko Schvartzman.

“Un cuarto de la captura suele tirarse. Tirábamos el pescado dañado por las rocas de coral en la red, lo tirábamos sin dudarlo porque ningún observador lo veía”, explica el joven. “Tirábamos la basura así como las redes dañadas, especialmente si había algún barco detrás. Eramos ocho barcos coreanos de la misma compañía, tres arrastreros (léase que operan con red de arrastre) y cinco para calamar.” “Sólo nos quedábamos con el mejor y más grande pescado a bordo, tirábamos libremente el pez pequeño o dañado, no hay policía que vigile”, destaca.

“Cuando capturábamos mucho, unas veinte toneladas eran descartadas, aproximadamente un cuarto de la captura”, relata el segundo pescador. “Descargábamos, dependiendo de la captura, después de seis o siete días. Toma unos dos días para llegar al puerto de Malvinas”, apunta. “La principal razón para tirar el calamar es porque teníamos una captura más reciente y usualmente la anterior se ponía en mal estado”, explica. “El alimento en el mar ha declinado porque hay demasiados barcos arrastreros, por ello en los dos últimos años capturábamos calamar flaco. Escuché que la causa es porque los arrastreros han dañado y arrancado el arrecife, han dañado las áreas de alimentación de los peces. Los arrastreros suelen operar once meses al año, pescan dañando mucho el arrecife, el cual es atrapado y arrancado por las redes”, señala. “El aceite usado es vertido al mar directamente desde la sentina. En las Malvinas lo hacíamos en secreto, cuando el barco estaba a más de diez millas de la costa. Vertíamos el aceite cuando el mar estaba agitado. El motor cerca de la hélice también perdía, por lo que vertíamos aceite todos los días. Nos tomaba una hora al día, a veces lo hacíamos dos veces porque los sellos de la hélice perdían.”

–¿La policía los descubrió alguna vez?

–No, nunca.

–¿Y a algún otro barco?

–No, nunca.

–¿Cuántos barcos pescan en esa zona?

–En alta mar, unos trescientos.

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