EL PAíS

La película de Olga y Luis

El viernes se estrenó en forma oficial en Jujuy el documental sobre la Noche de los Apagones y la historia de vida de Olga y Luis Aredes.

Por L. B.
Desde San Salvador de Jujuy

“Quizás no haya ningún otro acontecimiento que refleje con semejante contundencia la simbiosis entre poder económico y represión genocida, de los militares argentinos”, afirmó Eduardo Aliverti sobre la Noche de los Apagones, pocos minutos antes del estreno de la película Sol de Noche, la historia de Olga y Luis. Aliverti estuvo en la marcha de Ledesma el jueves junto con Pablo Milstein, Norberto Ludin, Javier Rubel y Beatriz Zardaín que forman parte del equipo que realizó este documental que ya recibió el Premio Documental Argentino del Festival Internacional Tres Continentes y el primer premio del Festival Internacional de Video Documental de Derechos Humanos. Y el viernes asistió con ellos y Olga Marques de Aredes a la exhibición que no por casualidad se realizó en la ciudad capital de Jujuy.
Muchas de las escenas de la marcha en la película son de 1996, la primera vez que la columna fue lo suficientemente importante como para cortar la ruta 34 a su paso. Ese año empezó la filmación de una historia que reproduce, de forma descarnada y en un pequeño pueblo jujeño, la situación que se creó durante la dictadura militar en todo el país.
“Ese hombre era un demagogo –afirma sobre el médico Luis Aredes, el ex gerente de relaciones institucionales del ingenio Ledesma, Mario Paz–, recetaba los remedios más caros a los obreros, él solo nos representaba el mismo gasto que los otros cinco médicos de la empresa y lo hacía solamente para hacernos un daño.”
Paz parece salido de un manual de explotadores, una especie de caricatura, al igual que el cura Aurelio Martínez. “Cuando la vieron en el exterior –relata Aliverti– me dijeron que los actores que hacían de empresario y de cura eran buenísimos. Las vueltas que tuvimos que dar y lo que nos costó hacer esas entrevistas y resulta que son tan fuertes, tan crudas, que algunos piensan que son inventadas, que son actores, pero aquí en Jujuy todo el mundo los conoce y lo más extraño es que hubo quienes se sorprendieron cuando los vieron hablar de esa forma.”
El cura Martínez no oculta su absoluta compenetración con los represores y explica que “los que se llevaron eran todos comunistas y yo le dije a una de las madres que venía a verme para que averigüe de su hijo, que la culpa era de ella, qué esperaba de un hijo comunista”. Sobre el año que Aredes estuvo preso, cuando fue torturado y amenazado, antes de su desaparición, asegura que “en vez de aprovechar ese año en la cárcel, donde le enseñaron los principios de la Biblia y el amor a la comunidad, el hombre volvió totalmente desviado”.
Pero la historia de Sol de Noche, no es solamente la de los represores. También es la de un hombre, Luis Aredes, empeñado en ser útil con su profesión de médico e indignado por el poder feudal de la empresa Ledesma en Jujuy. Aredes fue despedido a mediados de los años ‘50 del ingenio porque trataba bien a los trabajadores y eso era considerado demagogia y un gasto excesivo por la empresa. En Jujuy se decía, y con razón, que ningún despedido por el ingenio podía quedarse a trabajar en la provincia. Aredes estaba indignado contra ese poder feudal. Por su capacidad profesional consiguió quedarse en Tilcara como director del hospital del pueblo. Allí tenía todo para quedarse, era director del hospital, vivía en una casa hermosa y en un lugar saludable. Pero el hombre tenía entre ceja y ceja la injusticia que imperaba en Ledesma. Estuvo poco más de un año en Tilcara y regresó a la Yunga jujeña, a la zona de la caña y la zafra. Olga cuenta que en esa época no entendía la decisión de su esposo, que le resultaba difícil comprender que abandonara lo que habían logrado en Tilcara para regresar al mundo hostil de Ledesma. Trabajó como médico rural, a veces gratis y a veces la gente le pagaba con hortalizas, huevoso gallinas. Y fue elegido intendente y logró hacerle cumplir al ingenio las leyes sanitarias y hacerle pagar los impuestos municipales.
Esa mujer a la que le resultaba difícil entender la decisión de su marido se transformó cuando lo secuestraron. “Pobre vieja –recuerda su hijo Luis en la película–, le hicieron todas las perradas posibles y yo veía cómo eso en vez de derrotarla, la fortalecía.”
Hay una escena de Olga Aredes haciendo sola la ronda de los jueves en la plaza de Ledesma, frente a la intendencia, con su pañuelo en la cabeza y un cartelito con la fotografía de su esposo desaparecido. Y esa imagen simboliza la misma decisión de Aredes cuando regresó a Ledesma. Y simboliza también la decisión de todas las personas que aún en la situación más desfavorable y solitaria se empeñan en luchar por la justicia. Esa misma decisión seguramente fue la que quiso transmitir cuando el jueves, al finalizar la marcha, entregó su pañuelo a los jóvenes de H.I.J.O.S.

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