EL PAíS › UNA MEDIDA QUE DEMANDó MESES DE PREPARACIóN

Un día D a fuego lento

Los técnicos de uno y otro país no se ponían de acuerdo. Según los argentinos, se podrá comerciar con monedas locales a partir del 3 de octubre. También se adelantó en otros proyectos.

 Por Nora Veiras

Desde Brasilia

La posibilidad de que los exportadores argentinos a Brasil liquiden en pesos y que los exportadores brasileños a la Argentina lo hagan en reales se venía analizando desde hace meses. Los técnicos de Itamaraty aparecían ayer más cautos que el propio presidente Lula para ponerle fecha al lanzamiento de esas operaciones que dejarán al dólar de lado: “Hay expectativa de empezar a fines de septiembre, principios de octubre”, remarcaban. Desde el Ministerio de Economía argentino, en cambio, asesores de Carlos Fernández aseguraron que el 3 de octubre es el Día D y confirmaron que Enrique Meirelles, el presidente del Banco Central de Brasil, llegará a Buenos Aires ese día para el anuncio formal. El intercambio bilateral asciende a 30 mil millones de dólares anuales. Brasil es el primer socio comercial de la Argentina.

El acuerdo monetario permitirá un abaratamiento de costos para las operaciones de intercambio, sobre todo de las pequeñas y medianas empresas. Se producirá un ahorro de las comisiones por el cambio de pesos-dólar-real y viceversa. Con todo, la decisión de comerciar en monedas locales o dólar por ahora será optativa.

En Economía explicaron que como parte del convenio se estableció una línea de crédito contingente de 120 millones de dólares entre los bancos centrales de ambos países. Ese fondo permitirá que los Estados compensen las diferencias mínimas del cambio en el rendimiento diario.

La complejidad de la medida implicó meses de trabajos de simulación entre los dos sistemas financieros y se espera que esta vez se convierta en realidad la eliminación de la divisa extranjera. Esa decisión es vista como un primer paso con miras a replicar el modelo con los otros países del Mercosur.

Las negociaciones financieras aparecen como centrales en el marco del seguimiento semestral entre Brasil y Argentina. Lula acaba de enviar al Congreso un proyecto para que el poderoso BNDS pueda financiar también a empresas extranjeras que desarrollen proyectos conjuntos con su país. El respaldo futuro a operaciones de comercio exterior y de inversión actúa como atracción para obras y emprendimientos ya delineados. El ministro de Planificación, Julio De Vido, dijo que la construcción de la represa de Garabí, en el río Uruguay, podría recibir apoyo a través de esa fórmula.

Distintos emprendimientos energéticos también esperan la agilización de esos trámites burocráticos para cobrar impulso. Otros temas de agenda aparecen con más de una complejidad. Tanto Lula como Cristina ratificaron la conveniencia de avanzar en una empresa conjunta para el enriquecimiento de uranio destinado a la provisión de energía. El uso de distintos métodos en cada país dificulta las definiciones, aunque la decisión de avanzar está tomada. Argentina aclaró que los más de treinta proyectos nucleares en estudio no incluyen ninguna participación en el submarino de propulsión nuclear que lanzará Brasil. Sin embargo, la Armada brasileña aparece recelosa a abrirse a una complementariedad en ese campo.

La compra de aviones civiles a Embraer y la instalación de esa fábrica en Córdoba a partir del aprovechamiento de los desarrollos del Area Material Córdoba integran la ambiciosa agenda de negociaciones. Esa inversión se activó a partir de la estatización de Aerolíneas.

La construcción de buques para Petrobras y de barcazas en astilleros argentinos es otro de los nichos explorados por los funcionarios. El abanico se abre a medida que la locomotora industrial que es Brasil redobla la marcha. Sobre estas iniciativas se priorizan los acuerdos mientras que se dejan bajo un paraguas de protección las desinteligencias en torno de las negociaciones de Doha. El posicionamiento de Brasil como una potencia mundial dificulta la articulación de un discurso común con países como la Argentina, que necesita garantías para que su industria no sea devastada por las feroces reglas del comercio internacional.

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Un grupo de chicos se acercó a saludar a los presidentes en el Palacio de Planalto.
 
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