EL PAíS › EL FALLO POR OTRO INSTITUTO DE GRASSI

El hogar del horror

 Por Horacio Cecchi

El fallo de la jueza de instrucción Susana Castañera, que sobreseyó a la jueza Myriam Rustan de Estrada y al defensor oficial de menores Marcelo Jalil –revelado ayer por este diario–, dio por ciertos los relatos de los chicos sobre los abusos que sufrían en el Hogar San José dependiente de la fundación del padre Grassi, Felices los Niños. “M., de quince años, es muy abusador de las nenas más chiquitas –sostiene uno de los relatos tomados en cuenta por la jueza–, de diez para abajo. Que una vez llevó al fondo a su hermana N. y la manoseaba, que esto es lo que le contó su hermana.” La marca del horror no está situada en la victimización de un chico de apenas 15 años sobre nenas de 10 ni siquiera tratándose de su propia hermana, sino que ello ocurría bajo la supuesta tutela de un hogar de niños. Esto, más allá de que la tutela estuviera bajo el ala de Julio César Grassi, de condena confirmada por Casación. El caso, más allá de llevar dos años desde que fue iniciado ante la Justicia, sigue sorprendiendo por las estrategias de los titulares del hogar: denunciar penalmente a la jueza Rustán y al defensor oficial Jalil por abuso de autoridad. “El grado de perversión de los adultos responsables de ellos (los niños), sostenido durante bastante tiempo (ha) provocado en los menores tal estado de corrupción y sufrimiento psíquico que bien pudieron evitarse con la oportuna intervención de la Justicia.”

Castañera no comprobó el motivo por el cual los responsables del San José sostuvieron su decisión de denunciar a la jueza y al defensor. Pero consideró como altamente probable la explicación de la economía. “Resulta evidente –sostiene Castañera– que existió un arraigado interés en evitar el traslado de los menores y defender la gestión pese al estado de precariedad y de emergencia en que aquellos se encontraban.” “La permanencia de los niños en el Hogar –subraya– resultaba indispensable para que la Fundación conservara su carácter de permisionaria del inmueble del Estado nacional y, por lo tanto, tal circunstancia podría explicar la conducta de las personas que bregaron insistentemente por evitar el cierre del Hogar.”

Para llegar a esta conclusión, Castañera analizó paso a paso las actuaciones de la jueza y el defensor denunciados por los grassistas del San José. Para ello, abordó los relatos de los chicos y quedó tan impresionada (menciona en su fallo términos como “la ley de la selva”, “horror”, “la lectura de los sumarios resulta insostenible”, “grado de perversión de los adultos”, al referirse a las condiciones en que se encontraban los chicos) como les ocurrió a los funcionarios denunciados por las autoridades del hogar.

“Un nene grande tocó a una nena chiquita de igual nombre que ella, la manoseó toda (...). Que un nene le dijo que no dijera nada y que tenía que vigilar que no viniera nadie, pero que no pudo ver qué le hacían...”, sostiene uno de los relatos tomados durante la investigación solicitada por Jalil.

“...a la noche le hicieron cosas horribles, entre tres chicos lo llevaron a la sala de estudio, lo ataron de las dos manos, con la correa del perro, y estando desnudo le tocaron el cuerpo, los genitales, la cola, le pusieron cinta en la boca y ‘lo veían con cara de novia’.”

“...me tocaban la parte prohibida, la parte de abajo. S. cuando estaba enfermo yo, me tocó la parte prohibida muchas veces (refiriéndose a la región genital)... Yo te dije que también me tocó FN, un chico más grande, a la noche cuando no estaban los encargados... Un día mi hermano, cuando estaba enfermo, me puso deso-dorante fuerte en la cola con agua... El tubo me lo metió dentro de la cola, me dolió.”

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