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En la city, la medida no gustó nada, pero igual ya aceitan bicicletas

 Por Claudio Zlotnik

La imposición de un encaje del 30 por ciento sobre el ingreso de capitales de corto plazo tuvo un impacto dispar en los mercados financieros. Frente a la presunción de que la nueva medida resentirá las inversiones especulativas –como pretende Roberto Lavagna–, las acciones cayeron 2,6 por ciento en promedio. Los títulos públicos, en cambio, registraron leves aumentos en sus cotizaciones. Con respecto al mercado de bonos, apareció un fenómeno interesante que permite vislumbrar que en Wall Street, a pesar de los mayores controles a los fondos golondrina, siguen apostando a una apreciación del peso frente al dólar.
El objetivo central de la medida oficial es quitarle presión a la paridad cambiaria. El Gobierno se juega a que haya una disminución sensible en la entrada de capitales especulativos. No obstante, en Wall Street, los grandes bancos y fondos de inversión siguen creyendo que, tarde o temprano, el dólar caerá frente al peso, tal como viene sucediendo en otros países.
Esa situación quedó en evidencia en el precio que registraron ayer los títulos públicos en esa plaza financiera y en Buenos Aires. De la comparación de esos valores surge que los inversores pagaron más caro un mismo bono en Nueva York que en la city.
Un ejemplo: el Boden 2014, que está nominado en pesos, cerró a 29,40 dólares en Wall Street y a 84,25 pesos en Buenos Aires. El tipo de cambio implícito en esas cotizaciones –que surge de dividir 84,25 por 29,40– alcanzó a 2,865 pesos por dólar. El dólar mayorista en la Argentina, en cambio, cerró ayer a 2,895 pesos. Esos tres centavos de diferencia, en contra del inversor extranjero, es el costo para ingresar divisas al país de manera encubierta –a través del bono–, ahora que se endurecieron los controles. Si se hace el mismo ejercicio con el Discount en pesos, surge que el tipo de cambio implícito resultó todavía peor: de 2,86. Esta situación hizo que en varios bancos de inversión comentaran que se había dado un “desdoblamiento de hecho” en el mercado cambiario.
¿Por qué los inversores extranjeros quieren entrar al mercado argentino a pesar de las nuevas medidas? La razón principal es que apuestan a una apreciación del peso frente al dólar. Entonces, el negocio de los financistas consiste en pasarse a pesos (por ejemplo, vendiendo los Boden 2014 en la city) y hacer rendir ese dinero a tasas de interés. Si la apuesta les sale bien, pasado el tiempo, recogerán más pesos con los cuales podrán adquirir más dólares que los que tenían al principio. Si en el medio el dólar cayó, mucho mejor. El endurecimiento de los controles sin dudas le quitará presión al mercado cambiario, pero no evitará que los grandes inversores de afuera armen estrategias para eludir las medidas.
La nueva realidad en el mercado financiero fue analizada durante toda la jornada por los operadores. También en Economía. En el equipo económico evaluaron que, después de las trabas impuestas hace un mes –donde se elevó de seis meses a un año el plazo mínimo para mantener los capitales financieros en la Argentina–, los grandes inversores aceleraron los ingresos de capitales. Buscaban anticiparse a un eventual endurecimiento de los controles.
Esta situación quedó de manifiesto en las compras de divisas que concretaron el Banco Central y el Banco Nación. Mientras en la última semana de mayo adquirieron 605 millones de dólares, en lo que va de ésta cayeron a menos de la mitad: 289 millones de dólares.
En el Palacio de Hacienda admiten que, aun con los controles, será difícil sostener el tipo de cambio en el largo plazo. Los funcionarios, cuanto menos, quieren reproducir lo ocurrido en Chile. En el país vecino se tomó una medida similar en 1982, que permitió una defensa de los capitales especulativos, pero también alargar los plazos de las inversiones. A mediano plazo hubo una apreciación de la moneda local, pero se logró quitarle volatilidad e imprevisibilidad a la cotización. Una vez más quedó a la vista que la salida del default dio marco a una realidad financiera cuanto menos llamativa: en el canje, los inversores extranjeros prefirieron los títulos públicos en pesos. Y ahora hay que frenarlos para que dejen de pasarse a pesos.

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