EL PAíS › FALTA DE COMPETENCIA EN LA FORMACION DE PRECIOS

El papel de los monopolios

 Por Raúl Dellatorre

La falta de competencia en los mercados formadores de precios parece ausente en la discusión acerca de las responsabilidades en el riesgo de rebrote inflacionario. El fenómeno no es desconocido por el ministro de Economía. Y tanto lo conoce, que el mensaje que emitió desde China esta semana referido a “monitorear” los acuerdos de mejoras salariales pareció destinado precisamente a los núcleos empresarios “formadores de precios”. Fue como sugerirles “no entren en una carrera de precios contra los salarios, que yo me encargo de contener a estos últimos”. Pero sucede que sin desconocer dónde está el eje del problema, Lavagna elige la táctica de la persuasión para corregirles la conducta remarcatoria, táctica que cuestionan distintos sectores sociales por entender que el ministro –y el Gobierno en su conjunto– no tiene la “voluntad política” de enfrentarse con esos sectores.
Si se hace un repaso de los sectores productores de insumos y materias primas para la industria, se ve que en su gran mayoría se trata de mercados oligopólicos: acero, aluminio, vidrio y cemento son claro ejemplo de ello. Otro tanto sucede con combustibles y los rubros químicos de mayor utilización industrial. “Por cada mil pesos que paga la sociedad en la compra de electrodomésticos o automóviles, está abonando 50 pesos de tributo al principal productor de chapa del país, porque ésta es la incidencia en el valor final del sobreprecio que cobra por su condición monopólica”, suele comentar un agudo analista industrial. Está casi de más decir que estos sobreprecios poco y nada tienen que ver con los aumentos salariales otorgados en los respectivos sectores. Es más, por su carácter capital intensivo, en muchos de estos sectores la masa salarial no alcanza a equiparar, en monto, a los sobreprecios por falta de competencia en esos mercados.
Yendo a los productos de consumo masivo, vuelve a encontrarse el mismo fenómeno de concentración de la oferta y ausencia de competencia de precios. Lácteos, gaseosas y aceites son algunos ejemplos verificables. Y no son los únicos. Pedro Bussetti, titular de Deuco (Defensa de Usuarios y Consumidores), subrayó ayer el caso del pan de molde (vulgarmente llamado pan lactal), que en la última medición del Indec observó un incremento del 2,8 por ciento en el mes y 8,3 por ciento en lo que va del año, llevando el precio del kilogramo de este pan especial a más de 14 pesos. Para Bussetti, estos incrementos no están desligados de la fusión entre las dos principales empresas del rubro, Bimbo y Fargo, “que la Comisión de Defensa de la Competencia convalida y les permite que hagan con el precio lo que se les da la gana”. Galletitas, quesos, fideos, salsas y dulces son otros tantos rubros en los que el proceso de concentración y absorción de empresas medianas y chicas por grandes corporaciones barrió con la competencia en los ‘90.
La fotografía que muestra el índice general de precios mayoristas es distinta de la que se observa a nivel minorista. El primero observa un crecimiento, desde diciembre de 2001 a junio de 2005, del 148 por ciento. El índice de costo de vida aumentó, entre ambas fechas, poco más del 60 por ciento. En el nivel mayorista es donde se concentran los núcleos formadores de precios. Es, además, donde se agrupan los que tomaron inmediato provecho de la devaluación del peso, entre enero y abril de 2002. Pero los aumentos mayoristas no fueron trasladados en espejo a los precios finales por el sector minorista. Ocurre que en este último sector la incidencia de la mano de obra en los costos es muy superior a la que se verifica en el sector mayorista. Y como los salarios no subieron a la par de los precios mayoristas, al relegar posiciones permitieron que el traslado de los aumentos mayoristas resultara atenuado.
Curiosa conclusión la que ofrecen las estadísticas de precios frente al debate actual: los salarios actuaron como “colchón” para evitar una mayor inflación originada en la devaluación y en la estructura monopólica de los mercados de materias primas, insumos y bienes de consumo masivo, antes que como impulsor del aumento de precios. Lavagna no ignora quiénes son los verdaderos responsables, pero su táctica no es la de confrontar.

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