EL PAíS › OPINION

Fue una gran injusticia

 Por Maximiliano Montenegro

La realidad económica ya convalidó la pesificación. Hoy la gente deposita en los bancos en pesos y toma préstamos en pesos. Nadie corre detrás de un dólar, y hasta es “mala inversión” de esconder los verdes en el colchón. Salvo en las operaciones inmobiliarias, para casi todas las transacciones económicas se utilizan pesos.

La pesificación de facto no quita que se hayan cometido en estos años grandes injusticias que la Corte Suprema no va a corregir. Entre el 2002 y 2003 salieron del corralito más de 7000 millones de dólares, el 10 por ciento del total, vía amparos. Quien retiró entonces sus dólares reales ganó por donde se lo mire.

Con 50 mil dólares en el 2002, se podía comprar un departamento de tres ambientes en uno de los mejores barrios de la Ciudad. Hoy esa propiedad cuesta el doble. O con 10 mil dólares se adquiría un auto que hoy vale cerca de 20 mil.

Argentina experimentó durante estos años una inflación en dólares que licuó parte del poder de compra de los dólares en la mano. Más aún, quienes retiraron sus depósitos a fines de 2003 a 1,40 más Cer, a una paridad cercana a 2,10, tal vez hayan defendido mejor el poder adquisitivo de sus ahorros (comprando un terreno) que quien esperó por dólares a 3,10. A decir verdad, los 50 mil depositantes que continuaron los juicios contra la pesificación son minoría. El resto se los llevó hace tiempo.

A los que lograron extraer sus depósitos cuando la paridad del dólar era de 3,80 nadie los obligará a devolver nada. Los bancos están ganando, de nuevo, mucho dinero y ninguno reclamará sobre cosas del pasado.

Los grandes beneficiados por la pesificación fueron los deudores, que tomaron préstamos en dólares y terminaron devolviéndolos 1 a 1. Y en particular, los deudores con ingresos en dólares, como las empresas exportadoras, para las que hubo una verdadera licuación de sus pasivos. Deuda pesificada, facturación en dólares: la ecuación perfecta.

¿Quiénes pagaron el costo de la pesificación? Una parte los depositantes, por lo comentado más arriba. Pero fundamentalmente el Estado, es decir todos los argentinos, hasta los más pobres. Se emitieron más de 16.000 millones de dólares en títulos públicos con vencimiento hasta el año 2012 para compensar a los bancos por la pesificación asimétrica: créditos 1 a 1, depósitos a 1,40.

Esa es la mayor injusticia de la pesificación. Los pobres en Argentina nunca depositaron en el sistema financiero y los bancos jamás les otorgaron un préstamo. Pero pagarán igual. Los bancos aseguran que la compensación estatal era necesaria, porque si no habrían tenido que cobrar los créditos dolarizados para resarcir a los depositantes. Hay quienes dicen que en realidad el salvataje fue para los bancos, porque jamás habrían podido recuperar los préstamos dolarizados y habrían quebrado antes de ejecutar las hipotecas. Lo cierto es que el Estado, como siempre, pagó la mayor parte de la cuenta.

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