EL PAíS › DEMORAS PARA CONOCER AL SEGUNDO Y VERSIONES CRUZADAS EN LA COBERTURA MEDIATICA

Caja de sorpresas con un final anunciado

 Por Julián Gorodischer

“Hagan sus apuestas”, propuso la televisión cuando acababan de dar las 18 horas y se largaba el circo de las estimaciones de boca de urna. Año tras año, presentadores de noticieros y, sobre todo, candidatos de turno prometen callar y perfeccionan los sobreentendidos para definirse “muy contentos”, “esperanzados”, “seguros de haber sacado el segundo puesto”. Hasta las 17.30 las pantallas sólo iluminaban “el voto de cada candidato” en sus versiones “escrache”, “familiar”, “divo” y “estelarizado” y con margen para la viñeta del abuelo de 107 años que sigue reclamando vivir con la puerta de su casa abierta. Para las 18 era tiempo de placas con fotito y números: la más cauta en el 13 ubicó a Macri, Filmus y Telerman en un podio de posiciones así ordenadas; la arriesgada de América (tradicionalmente más osada en primerear, con más margen de error) ya arrojaba porcentajes de un 43, un 25 y un 20 por ciento para los tres primeros, en una postal numérica que no dejaría de ocupar un tercio de la pantalla hasta pasadas las 20.30. Hasta que se supo que, efectivamente, Filmus llegó al ballottage –recién pasadas las 21– la pantalla fue puro caos informativo: coexistieron versiones contrapuestas, noticias desdobladas entre su afirmación y su negativa, incluso en América, donde la placa seguía dando su versión, mientras los voceros de Telerman insistían en el acceso directo al ballottage.

Los encuestadores, repartidos entre el 9, América y TN, aprovecharon para cargar las tintas sobre una redención para el género. “Deberíamos rescatar al chivo expiatorio de las encuestas de opinión –dijo Graciela Rohmer–. Anticiparon lo que está ocurriendo.” Los enigmas estirados (el segundo definitivo no aparecería hasta la noche) se llenaron de debates apresurados: “¿Debería presentarse el segundo?”, se preguntaba Claudio Rígoli en el 9. La CNN en Español elegía, en cambio, una salida por la tangente que huía al mes de octubre: “¿Y ahora se presentará el pingüino o la pingüina?”, en boca de la corresponsal Carolina Cayazo. Crónica TV seguía “en la suya” con su placa al rojo vivo decretando un concluyente “Ganó Macri” que se salteó la segunda vuelta, con la otra mitad de su pantalla difundiendo: Colón 2-Boca 1. Muriel Balbi, del 9, seguía de cerca los pasos del candidato del PRO, en asignación tal vez morbosa que explotó el noviazgo mantenido con su rival político. Ella desmintió enconos posibles mediante elogios reiterados: “Todo en su bunker es muy tranquilo, muy ordenado”.

La incertidumbre por el segundo, durante toda la tarde, hizo que la atención se desplazara a la sede del PRO, organizada “al estilo norteamericano” –definía el movilero de TN–. La TV electoral, tan necesitada de “nacimientos”, decretó la consagración del “opositor solitario”, y se expandieron imágenes de una fauna muy particular de adherentes. A la viñeta humana de “Gabriela” (así enunciada, puro nombre de pila) bajando de la combi a la silla de ruedas, le siguió la estampa macrista repetida hasta el cansancio: piso amarillo patito reluciente con enormes letras (PRO), chombas polo y comentarios de único anclaje futbolero: “Como dice el filósofo Merlo: paso a paso”, recomendó su primo, el diputado Jorge Macri. La tele se entusiasmaba con el armado de un ciento por ciento La Boca for export (desde Che Tango), triunfo referido con palabras de pura emocionalidad, enunciados sobre estados de ánimo, privados de dar cifras hasta tarde, negados “a dar palo” al contrincante por consejo del asesor de prensa ecuatoriano. “Antes que nada, no perder la alegría”, decía la legisladora Paula Bertol, obsesionada con extender la prohibición de fumar, y los móviles descansaron en el bunker del PRO, cómodos en el ámbito cerrado, excluyente, como un VIP para militantes de remera amarilla patito, sin tránsito de personas, con mujeres de tapado hasta los tobillos y muchísimo teléfono celular, pantallas gigantes en vez de una niña pobre como en el lanzamiento de la campaña. En América, reapareció Juan Carlos Blumberg, y ya estaban todos: “Excelente elección de mi candidato”, se sumó y apoyó el cacareo de esta hora: “El segundo no debería presentarse”. Ya empezaba el traslado masivo de funcionarios al Panamericano en el que se recluía Filmus, ya segundo, y Rohmer interpretó que “capitalizar el triunfo no es un dato menor”. Siempre quedaba tiempo para algún detalle excéntrico, como la postal del presidente de mesa llamado Yung (en el 13) que no hablaba una palabra de castellano. Como si la nota de color se adecuara al panorama de los números durante la larga tarde de incógnitas, el movilero le preguntó: “¿Cómo va todo?”. Y la respuesta del chino fue: “¿Eh?”.

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La cobertura osciló entre unas pocas viñetas reiteradas.
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