EL PAíS › POR QUE KIRCHNER CONSENSUO CON SU EX MINISTRO

La estrategia K del acuerdo

 Por Fernando Cibeira

“Lavagna representa algo que ni siquiera es lo que intentó mostrar en la campaña: diría que es un modo de gestión eficiente y ordenado. Además, en las elecciones sacó unos cuantos votos”, explicaban ayer cerca del ex presidente Néstor Kirchner al hacer la evaluación de qué habían conseguido sumando al ex ministro de Economía a un armado que se suponía ya tenía ganado de antemano, y con comodidad: la pulseada para conducir al justicialismo. En lo interno, consideraban que les servía para dejar en la vereda de enfrente a “los dirigentes del menemismo aggiornado” y debilitar cualquier opción opositora que se intentara construir, por ejemplo, desde el duhaldismo aún no alineado y aledaños.

Cerca del ex presidente desmentían que Lavagna vaya a convertirse en vicepresidente del PJ, opción que dejaría fuera de carrera al gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien se había autopostulado para acompañar a Kirchner. Se supone que la estructura del PJ será reformada, por lo que todavía no está claro qué tipo de conducción tendrá. “Si hay cuatro vicepresidencias, puede ser que Lavagna ocupe una. Pero si hay una sola, seguro que no es para él”, explicaba uno de los dirigentes que siguen de cerca las negociaciones.

Scioli mantuvo ayer contactos con algunos dirigentes para mostrar su enojo porque lo hacen ver enfrentado a Kirchner, Alberto Balestrini o algún otro, cuando sus palabras tienen invariablemente una dirección “positiva”. “La verdad es que Daniel siempre acompaña, no tenemos motivo para hacer una jugada en su contra”, decía ayer una alta fuente K.

Lo de Lavagna, entonces, no tiene como objetivo dirigir ningún mensaje a Scioli, sino conseguir la adhesión de un sector justicialista que no estaba comprendido dentro del kirchnerismo y que consideran afín. “Representa la parte del peronismo que nos interesa convocar”, subrayaban. Aseguraban que semanas atrás un mensajero llegó a la Casa Rosada con la posibilidad de acercar posiciones con Francisco de Narváez y que fue rápidamente despachado. “Está claro que con De Narváez no tenemos nada que ver, él piensa la política como un negocio. Está bien que nos enfrentemos en la interna, nadie puede suponer que consiga muchos votos”, respondían.

En las cuentas del Gobierno, lo que para ellos se traduce en suma, para los que están enfrente es resta. “Somos los únicos que mostramos signos de crecimiento, todos los demás achican su espacio o están congelados. Por otro lado, a la oposición dentro del peronismo le sacamos un candidato importante”, marcaban. Por cierto, alguna vez, en campaña presidencial Lavagna se había mostrado preocupado por la situación interna dentro del PJ, pero últimamente no había dado signos de interés. Cerca del ex presidente habían calculado en un 15 por ciento la cosecha que podría haber obtenido el ex ministro de enfrentarse con Kirchner.

Ahora esas especulaciones suenan lejanas porque están todos en el mismo barco. Aunque no tanto como para imaginar que Lavagna pueda volver a ocupar un rol en el Gobierno. “De las conversaciones que mantuvimos con él, la idea que nos quedó es que quiere seguir conservando un rol de kirchnerista crítico, marcando diferencias. Esas diferencias las va a mantener”, avisaban. En el Gobierno, entonces, difícil. En cambio, lo consideraban con el perfil ideal para representar al país en algún organismo internacional, sin dar mayores precisiones. Cuando Eduardo Duhalde lo convocó para ser ministro, Lavagna representaba a la Argentina ante la Unión Europea.

Lavagna, añadían, es sólo él. Ninguno de los integrantes de su espacio se acerca a lo que él representa (entiéndase como una renovación dentro del PJ). No obstante, daban por hecho que ex duhaldistas luego lavagnistas, como Eduardo Camaño y Jorge Sarghini, se integrarían junto al ex ministro en el armado K.

El acuerdo que se cerró con celeridad entre jueves y viernes en la quinta de Olivos –definían– “le sirve a Lavagna porque había quedado muy colgado después de la elección; y a nosotros también, porque nos amplía la base de sustentación”. Además del senador José Pampuro, de la jugada también estaban al tanto el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y, obviamente, la Presidenta. De Cristina Fernández de Kirchner se dijo ayer que estaba contenta con el acuerdo, pero poco más: “Se mantiene al margen de las negociaciones por la cuestión partidaria, está muy metida en los temas de gestión”, aseguraba uno de sus colaboradores más estrechos.

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