ESPECIALES › ESCRIBEN LOS VERDADEROS DUEÑOS DEL DIARIO

Página/12 y yo

Miles de lectores de todo el país respondieron a la convocatoria de este diario para saber en qué los cambió Página/12, qué descubrieron y qué siguen esperando de su lectura cotidiana. Estos son algunos de ellos.

La realidad les dio la razón
Es un poco difícil escribirles una nota de felicitación por los quince años del diario, porque estoy acostumbrado a mandarles mensajes sólo para quejarme o para mostrar mi desacuerdo con alguna nota. Es que me da la impresión de que la protesta debe ser como la marca de fábrica de los lectores de Página/12. Protestones, quejosos, siempre en contra. Es que este diario es nuestra casa. Nos sentimos tan a gusto y en familia con ustedes que nos comunicamos discutiendo. Ese perfil beligerante de los lectores de Página nos identifica también frente a toda la comunidad. Si uno lee cualquier diario entra en la “media” de la opinión pública. Pero si aparece con el Página bajo el brazo, ya sacás chapa de tipo disconforme o para decirlo de forma más suave, de tipo “pensante”. Y no está mal. Fueron poco mas de diez años que duró el sueño menemista de la convertibilidad, el Primer Mundo, los celulares, los autos importados y la pizza con champán. Diez años durante los cuales nos tildaban de pesados o densos cuando queríamos explicarle a alguien que ese sueño era una estafa, que nos estaban robando a mano llena. Esa mayoría “normal”, esa opinión pública “media”, nos ignoraba, seguía pum para arriba, con los chistes de Tinelli y contentos con las porquerías importadas y los espejitos de colores. Ahí los tenés ahora, llorando por los rincones. La realidad le dio la razón a Página/12. Ahora todos denuncian, todos se quejan, pero ya es tarde. Página/12 sigue a nuestro lado, denunciando y construyendo. Expresando nuestra bronca, que también es esperanza. Y luchando porque podamos ser mayoría alguna vez.

Alberto Subiela
Mar del Plata

Una relación muy particular
Entre Página/12 y yo hay una relación muy particular, no por nada hubimos de nacer, ambos, un 26 de mayo. Desde el principio le fui fiel, tanto en aquella época, en la que para conseguirlo tenía que esperar el domingo y bajar el cerro patagónico en el que vivía muy contenta, para llevármelo cuesta arriba a la cabaña y disfrutarlo el resto de la semana, como en el presente en que, de vuelta y envuelta en la gran ciudad, lo necesito cada día, y no tengo dudas de que es mi mejor momento cuando me reúno con él por las mañanas, donde, siempre guapo, flamante y radiante de novedades, me entra a dar información (de la que me gusta), nutriendo mi pensamiento y haciéndome compañía durante el transcurso del largo viaje del día hacia la noche. Amo su staff de mentes brillantes, sus redactores, columnistas, dibujantes, fotógrafos, economistas, editorialistas, humoristas, científicos, y me siento especialmente orgullosa como mujer de la inteligencia de las chicas del elenco (con las genias de Russo y Moreno a la cabeza). Adoro el Página porque hace siempre honor a la verdad y ejerce día a día el acto de justicia que significa ponerla de manifiesto, desenmascarando el gran engaño en que se fundan el sistema y sus secuaces, en un ejercicio ético y estético cotidiano que lo convierten en mi banda periodística favorita. Decididamente, un delivery de Página/12 es lo que me llevaría a una isla desierta.

Adriana Lowy

El vestido de 15
Los 15 años me evocan las ilusiones de las chicas preparando el vestido y las invitaciones para la fiesta, aunque esta vez la fiesta va a ser pobre. Pensé qué pasaba hace 15 años, ¿qué hacía yo? Trabajaba, más que ahora, me interesaba la política, igual que ahora, tenía proyectos e ilusiones, más que ahora. Me vinieron muchos recuerdos, el Felices Pascuas de Alfonsín, el indulto de Menem, las marchas en los aniversarios del golpe. La hiperinflación, la convertibilidad, el viajar al exterior creyéndonos que éramos igualitos a los europeos... Hubo muchas tristezas y también alegrías, para mí con música de fondo del “Nano” Serrat... Y en estos años siempre estuvo Página de compañía, con esa complicidad de buscar el título ingenioso, el “pirulo” original, el chiste inigualable. Los 15 años son motivo de festejo y alegría, no del todo, porque el país, esta Argentina querida se nos está desangrando después del saqueo. Vuelvo a Página, hoy como hace 15 años, para encontrar sentimientos compartidos: leo notas del trueque y de las asambleas de vecinos autoconvocados, de gente que hace cosas por solidaridad y vuelvo a creer y tener esperanzas como en el baile de 15. Creo que un país mejor es posible, apuesto a quedarme en él, a pesar del “corralito” y de los pronósticos nefastos. El periodismo honesto es un buen refugio, aunque, hay domingos en que Verbitsky me amarga el café. ¡Adelante Página/12! Brindo con cada uno/a de los que hacen el diario, por muchos 15 años más. Muchas felicidades. Cariños.

Hebe Bancalari

El debate familiar
Hace algunos días, en un almuerzo familiar que reunía a comensales de dos generaciones que ni siquiera sospechaban que se acercaba este aniversario, tratar de recordar el año de fundación de Página/12 era el centro del debate. Los más grandes apelaban a momentos históricos importantes para guiar su memoria: después de la vuelta de la democracia, antes del indulto. Nadie se animaba a apostar por una fecha exacta. Los más jóvenes, en cambio, buscábamos la historia del diario hurgando en nuestra propia historia, intentando ubicar su origen en líneas de tiempo personales, entre mudanzas, fiestas de cumpleaños y cambios de escuela.
Finalmente, nos dimos por vencidos y decidimos recurrir a la tapa del Página que teníamos más a mano para sacarnos la duda. Porque se acercaba la hora del mate y seguíamos sin descifrar la respuesta. Tal vez porque –por lo menos en mi caso, desde mis 19 años—, querer tener en la memoria aquel primer ejemplar era como pretender acordarme del primer acto del Día de la Independencia celebrado en el jardín de infantes. Las tapas y contratapas, los chistes y las notas —para aplaudir o refutar, pero de esas que dan ganas de seguir leyendo— están mezclados con mis anécdotas como si fueran parte de mi propio pasado. Un pasado impregnado con Página/12, que me acompañó hasta transformarse en presente y en el camino me enseñó el idioma propio de sus títulos. Por eso es tan difícil recordar el comienzo, porque con las letras negras de Página aprendí a leer y hoy, con esas mismas letras, mientras estudio periodismo aprendo a escribir.

Luciana Magalí Rosende

La bisagra decisiva
¿La vida de una persona puede ser sustancialmente modificada a partir de la aparición de un nuevo diario? En una rápida primera lectura a este interrogante se puede caer en la tentación de juzgarlo pretencioso. Sin embargo, si acudimos al repaso de nuestra propia experiencia, arribaremos a una respuesta afirmativa sobradamente fundamentada. ¿Quién no ha considerado a una película, a un programa de televisión o a un libro como la decisiva bisagra en el devenir de su futuro? Entonces, cuánto más corresponderá adjudicársele a una lectura diaria, informativa y formativa, en la evolución y desarrollo de quien se es o se deja de ser. En mi caso particular Página llegó, en el crepúsculo de la primavera democrática alfonsinista, para consolidar el renacimiento de mi espíritu crítico, adormecido tras dictatoriales años de “bombardeo” de dogmas vacíos, para retornar al ejercicio del pensamiento libre, para aprender a ver lo que callan las palabras y para regodearme cuando adivinaba el rótulo de “zurdito” que me asignarían aquellas inquietas miradas que me detectabanleyéndolo en sus albores. Página coronó en mi intelecto el proceso que había iniciado la lúcida visión social, ejercitada a través del deporte, por Víctor Hugo Morales y el necesario compromiso asumido por las columnas de El Periodista. En cuanto a los cambios más concretos, gestados a partir del nacimiento de Página, inscribo a los dos años que me impulsó a estudiar periodismo, al hecho de que siendo un apasionado del fútbol me mudé definitivamente a un diario que, en sus primeros años, le dedicaba una mínima atención, y a que, en especial los domingos, no soporto la ansiedad de tenerlo en mis manos para devorarme sus puntos y comas. Gracias a todos (periodistas, creativos, editores, accionistas) los que permiten, desde hace quince años, que sea “un orgullo sentirse lector de Página/12”.

José María Amulet

Qué interesante
Tenía treinta y dos años y comencé a leer carteles que anunciaban un nuevo periódico. Se mencionaba a quienes lo realizarían. “Interesante”, me dije. Lo compré el día que salió, en el quiosco de Conde y Lacroze. El quiosquero me hizo varias preguntas: “¿Trabajás ahí? ¿Tenés algún pariente, algún amigo ahí?” “No”, le contesté. “Me interesa, nomás. ¿Por qué?” “Porque sos el único que lo compra.” El tipo no entendía que gastara mi plata en ese diario escuálido, de pocas páginas, que además no tenía información ni de fútbol, ni de quiniela ni de carreras de caballos. Después pasó el tiempo y me di cuenta de que le había mentido, que en realidad tenía amigos ahí, que en realidad tenía compañeros. Poco a poco, Página se fue volviendo algo imprescindible para el día, todos los días. A medida que abría sus hojas, la risa y el regocijo de la portada, la seriedad y el fundamento de cada artículo interno, la buena crítica de cada película u obra de teatro y el asombro, y a veces el aplauso, ante cada contratapa. Sí, Página se convirtió en un rito celebrado de mi ateísmo militante. Página fue creciendo, y yo también. Mirando hacia atrás, me doy cuenta de que Página y yo hemos sido coherentes. Seguimos caminando por la misma vereda.

Eduardo Abeleira

Microrrevolución
Hecho curioso. Provengo de una familia que siempre se informó mediante La Nación. Jamás fui a comprar Página (hace mucho tiempo dejó de ser Página/12) a la redacción, nunca leí Amarillo/12 o Radiolandia/12, ni siquiera estuve cuando Jorge Lanata dejó el diario. Es más, compro el diario sistemáticamente hace menos de tres meses. No fui, no leí y no estuve. Voy, leo y estoy. Microrrevolución. Pasar de un diario oligárquico a uno “progre”. Microrrevolución. Ir al kiosco de diarios y ver en la mesa del diariero el gran diario-empresa, la tribuna de doctrina de la nobleza y a la fuerza de choque del usurero y semi fascista modelo económico. Mirar hacia un costado, ahí está Página. Revolución. Lo que los lectores esperamos que suceda. ¿Revolución social? ¿Revolución económica? ¿Revolución jurídica? ¿Revolución financiera? ¿Revolución política? No sé. Los medios para lograrla? No sé. ¿Las consecuencias que acarreará? No sé. Sólo sé una cosa: mientras esperamos que se concrete, encontramos nuestro refugio en Página. Microrrevoluciones y revoluciones, esta es la influencia que Página genera en nosotros, sus lectores.

Francisco Estrella Gutiérrez

El rito del domingo
Amigos de Página: hemos perdido tantas cosas en estos últimos tiempos y se los digo yo, que tengo dos trabajos, dos hijos maravillosos y a fines de noviembre del año pasado pude por fin comprar mi propia casa (no sé siserá bueno o no, todo depende del Fondo). Los domingos no serían domingos si no estuviera Página bien temprano debajo de mi puerta, diciendo la verdad y en mi propio lenguaje, sin responderle a ningún poder ni a ninguna presión, y sin anestesia. Si pudiera pedirles algo, les pediría que ni bien las cosas estén mejor pongan un titular grande aunque parezca Crónica que diga “Floppy volvé”, así se lo mando a mi hija que se fue a vivir a México porque acá no conseguía trabajo aunque tenía cuarto año de Economía. No cambien nada, sigan así, son los mejores.

Cecilia Piccinini

Por qué?
¿Por qué?
Porque leemos para saber que no estamos solos. Y que no todos somos uno.
Porque aprendí a pensar que eso no es todo, cuando se trata de armar una patria.
Porque el Gordo Soriano nos mira y ya es un sentimiento.
Porque reímos con Bonjour y el Niño Azul.
Porque están los que ya no están y esto tiene una carga de sentido.
Porque este diario insiste como el gesto inútil de la primavera.
Porque no es más que un diario.
Porque hay gente que no tiene memoria y se torna innecesaria.
Porque a veces leer alegra el corazón del hombre y eso Pasquini lo sabe y también Horacio.
Porque D.F. escribe música y nosotros le ponemos las palabras.
Porque Página pasa y sin decirnos nada, somos nosotros.
Porque ella un día en San Pedro sin preguntar me trajo Página.
Porque la noche es Clara y porque no conozco mejor punto de partida que creer que sin ilusión no hay empresa posible.

Carlos Amnini
DNI 4.405.249
El cumple de Gugú
El día 21 de mayo de 1987 nacía mi tercera hija: la dulce Agustina, a quien todos llamamos Gugú. Recuerdo ese hermoso tiempo de pañales y chupetes unido al descubrimiento del nuevo diario que también veía la luz en la Argentina. A partir de ese momento crecieron juntos para mí, Gugú y Página/12. Cada número aniversario coincide con la felicidad que me produce un nuevo cumple de mi hija a la que también Página/12 le resulta una presencia cotidiana y necesaria. Yo disfruto especialmente los artículos de Bayer, Feinmann y el suplemento de psicología. Ahora, próximos a festejar los 15 de Gugú, continúo cumpliendo con el ritual diario de asomarme al asombro, la sorpresa, la bronca o la indignación a través de las noticias de Página. ¡¡¡Felices 15!!!

Stella Brandi
Somos como una pareja
No sé cómo empezar esta carta. Los empecé a comprar del primer día, qué loco, somos como una pareja. A veces comparto cosas, otras me peleo con sus notas, pero sigo, como quien sigue con su pareja, incluidos hoy mis hijos que leen sus cuentitos, cosas como fascículos para la escuela, de allí sacan notas y datos. Por mi parte me sirven para aclarar mis ideas sobre las cosas cotidianas, políticas, sociales, todo lo que tiene que ver con la ciencia, la música, y si hay algo que sentí mucho fue la muerte del gordo Soriano y saben una cosa, se extraña, no lo conocí pero creo conocerlo o llegué hacerlo a través de su presencia allí en la última página. Pero hoy es festejo, El Gordo incluido, los que se fueron a otros lados a laburar, los que quedaron, todos, no hago distingos con ellos por que los leo los miércoles, sábados y domingos con el mate por la mañana ysegún con quién esté en ese momento, mis hijos, alguna mujer los domingos, primero Página/12, infaltable ese momento, es mío con ustedes solamente. Bueno, espero que sugamos juntos mejorando nuestras vidas y situaciones sociales de las que no me siento ajeno, porque creo estar del mismo lado que ustedes, que es el lado de la gente. Era Pueblo ¿no? lo que debería decir. Un Abrazo fraterno a todos los que laburan allí.

Saúl Sandoval

Un fanático
Cuando me trasladé desde el barrio porteño de Palermo hacia Traslasierra, Córdoba, a vivir en el campo con mi familia, sabía que me iban a faltar algunas cosas: ver una película en una sala de cine, ir al teatro, sentarme en un café a tomar café expreso con amigos, viajar apretado en un subte o estar detenido en el auto frente a los semáforos. Lo que no sabía era que no podría leer el Página cuando quisiera. No llega. En el primer tiempo conseguí que mi padre me lo enviara por correo, el de los domingos, mi debilidad. Tardaba una semanita en encontrarme con el luminoso sobre de papel madera en el correo de Nono, pero no me importaba. Cuando mi padre falleció, sentí mucho su ausencia, los 42 años que compartimos. Al tiempo noté también la falta del sobre de papel madera. Intenté leerlo por Internet. Lo imprimía, lo armaba con broches, le pedía a mi hijo que se lo llevara y lo trajera al grito de diaiaaarioiooo. Yo mientras me metía de nuevo en la cama, me hacía el dormido y me levantaba asombrado por la llegada de mi diario de los domingos. Eso duró tres fines de semana, todos nos dimos cuenta que no era lo mismo, ni para sacarnos los suplementos, ni para leerlo. Hay un trasnochado que vende quiniela y diarios a 20 kilómetros de casa, que lo empezó a traer, los domingos solamente, pero con eso me alcanza.

Mario Siskindovich

La culpa de todo
Hoy al desayunar pensaba que, decididamente, la culpa es de Página. Creo que si no fuera por esa compañía que me sostiene, que me acompaña en la tarea de entender qué demonios pasa en este país, que me consuela de que alguien piensa el mundo con un sentido más o menos progre, ya me hubiera ido del país. No bromeo. Si no leyera una nota como la de Pasquini de hoy o la contratapa de Bayer en las Mediaslunas, ya estaría enterrada en el barro de la decepción, la depre y la autocrítica tan merecida como despiadada. Pero ese maldito pasquín me hace dar la sensación de que todavía hay algo que salvar en este condenado país. Es culpa de Página. Todo lo malo que me va a pasar por quedarme en este país será culpa de Página.

Silvia Quadrelli

Un beso
Volvía de Europa después de doce años. Tenía alegría y miedo de pisar mi tierra. Recreaba las veredas, los amigos, los árboles, tantas veces tejidos por mí. Eran los meses del juicio a las Juntas. Las voces de la radio se metían en mi telar, en mi coche, en mi baño, y yo me transportaba a Madrid. Iba y venía como una lanzadera. De pronto, el recuerdo de los miércoles por la mañana, donde nos juntábamos con mi amigo Oscar Ferrigno a leer los cuentos que Benedetti publicaba en El País, y uno en especial: “Peggy, dame un beso”. Me alivió el sentimiento de compartir ante tanto miedo y muerte que asomara el amor así, despreocupadamente. ¿Pero quién me daría un beso aquí en Buenos Aires, que me hiciera recordar a Oscar, a El País y a esos miércoles? Una noche de encuentros y de pizzas, bajo el brazo de un amigo creo ver un País, La Opinión.
–¿Qué diario leés? –le pregunto.
–Página/12. Se llama así porque tiene 12 páginas, nomás. No creo que dure –me comenta.
Fue mi cable a tierra, mi lectura, que urdía y tejía y destejía. Alguien tiraba de un hilo. ¿Pero dónde estaba? Me enredaba en una realidad; había que tejerse en algún lugar. Fue un miércoles, no recuerdo de qué año, que Dal Masetto entró en mi casa y me dio un beso. Gracias.

Ana Foos

90 pirulos
El que suscribe, Adolfo Kling, tiene el gusto de comunicarles que desde el primer ejemplar de Pág./12 hasta hoy es un lector del diario. Desde el primer momento me ha cautivado por su redacción, por sus ideas, por su presentación, por el material ingenioso e interesante que siempre trae. Vivo en Núñez y todos los días recibo el diario del kiosco de Arias y Grecia. Yo ya soy un mayor de 90 años, pero su diario me mantiene no solamente informado, sino también ágil y vigente. Gracias al Todopoderoso, que mantiene intacta mi capacidad mental y física, tengo el gusto de comunicarme con ustedes y felicitarlos por su capacidad y energía. Por todo esto les estoy agradecido y en este final de mi existencia, la lectura de Página/12 todos los días representa para mí una nueva inyección de vida, estar actualizado con todo el acontecer en este pequeño planeta Tierra. Con todo mi respeto.

Adolfo Kling
Son como mis bigotes
Muchachos, hoy el Página me acompañó en el desayuno como siempre y resulta que lo que piden que les mandemos es otra onda. Qué ha sido ese diario en nuestras vidas, algo así, así que aquí va. Página/12 es tan parte de mi vida como mis bigotes, que son mucho más que “manijitas de la nariz” para uno, ¿no? He sido siempre un molesto explicador de que el nivel de conexión con la realidad humana de ustedes (al principio, después ya no tuvo importancia alguna) superaba astronómicamente a los tabloides locales y ni que hablar de las “sábanas sagradas”. Claro que eso es al mismo tiempo una virtud y un defecto, fácilmente los podrían catalogar de elitistas, vanguardistas, snobs, cholulos de la política, etc.(además de psicobolches subversivos nostálgicos, que es una obviedad). Probablemente sean culpables de tener, entre todos, bastante talento. Yo los considero un poco “margaritas para los chanchos” entre los cuales me encuentro. Me sigue resultando necesario cada mañana leer en papel, aunque lo haya leído en el web site, esos artículos que lisa y llanamente reflejan algo de la verdad de nuestra comunidad, “tan lejos de todo” como decía un tremendo oligarcón, con algo de razón. En pocas palabras, ustedes existen. La actitud desenfadada y audaz, el humor tan presente que opaca al propio suplemento de Sátira desde la portada en adelante, porque ustedes han integrado un creativo humor en todo el material, siempre. Es decir, un chancho que quiere existir necesita comer de esas margaritas. Eso han sido en mi vida. Si Página/12 cierra, yo lo fundo de nuevo con otro nombre, en defensa propia. No me hagan meter en semejante quilombo.
Gustavo Barrera Oro

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