ESPECTáCULOS

Una fábula moral que hereda el humor ramplón de “Café Fashion”

“Femenino-Masculino”, que pretendía ser la “primera sitcom a la criolla”, no va más allá del chiste verde y del estereotipo gay.

 Por Julián Gorodischer

Todo es rosa: ni “Will & Grace” (la serie más popular de Sony) había llegado a tanto. En “Femenino-Masculino”, la esposa deja a Roberto por otra, y el hijo de ambos se llama René. Así todo el tiempo: que se sature el monotema, que no queden dudas de que es ésta una comedia sobre putos, nicho acotado y rendidor al que hay que aludir a un ritmo de tres menciones por minuto. Allí están, entonces, los extraños habitantes de “Femenino...”, visiblemente afectados, obsesionados por nombrarse y ser nombrados. Roberto se descuida, y su nuevo compañero de departamento le arma una fiestita con “las chicas”, hombres y travestis que apagan la luz y dicen: “Mirá qué lindo culito el de tu amigo”, para que quede bien en claro que Roberto entró en una zona de riesgo permanente, expuesto al zarpazo de la loca y convertido en objeto de deseo del puto a pesar de ser gordo y pelado.
Y para colmo, desde que empezó a juntarse con el puto, está siempre rondando la policía, eficiente arma de control callejero (en versión del azulado Canal 9) que lo mete preso dos veces el mismo día. No hay caso, en este “Después de hora”, en este karma, hasta sus amigos dudan de su virilidad (por encontrarlo junto a un travesti en la celda) y su ex esposa lo señala con el dedo. ¿Razones? Lo vieron en el palier al lado de un puto. Este mundo es un lugar extraño, donde a Roberto le gritan puto en el teléfono y, minutos después, le cae un puto en su departamento. Así todo el tiempo: humor de trazo grueso en el linaje de “Café Fashion”, tradición de chistes verdes temperados con el escarmiento de la corrección política. Roberto (Gabriel Goity) dice: “Parezco un matambre de puto”, cuando sale a la calle en calzas y remerita, y después se lo llevan preso, como para que nadie se asuste y quede bien en claro que esto es una comedia de enredos pensada para enderezar el estilo-diatriba del nuevo Canal 9. Roberto larga el monólogo socarrón y, por eso, le pasará de todo: pelea callejera, detención policial, golpiza, robo de auto y choque, todo en el primer capítulo (midió 7.2 puntos de rating), para resaltar el “grotesco”, para mostrar de antemano que a Roberto, por prejuicioso, le corresponde una lección moral.
Pero después aparece la verdadera moraleja de la comedia: júntate con un puto, y saldrás vestido con la leyenda “kiss me”, y te tocarán el culo cuando camines por la calle. Roberto es asaltado, golpeado, detenido, abandonado, todo en clave de farsa livianita y al paso, pero nada es tan terrible como el estigma que carga por contigüidad. En el mundo procesista de “Femenino...”, tener un amigo es pagar culpa y castigo, ser víctima del exceso y la paliza, y marcar a cualquier precio el equívoco: “Me confunde, señorita...”.
Donde “Will & Grace” narra acciones, “Femenino...” enuncia problemas. Roberto se preocupa muchas veces en un capítulo por la identidad sexual de su hijo, y el nene responde: “Te dije que me gustan las mujeres”. Y después escucha: “Andá, volvé al cuartel de bomberos”. La mirada del macho amenazado tiñe cada minuto, y lo que aparece es un aburrido racconto de lugares comunes: “tu enfermedad”, las chicas, la masculinidad en duda, la fiestita... “Femenino-Masculino” es incapaz de tomar cierta distancia de sus personajes, de dejarlos recorrer la ciudad o el departamento con la ligereza que exige la comedia, con el tono que marcaban las pretensiones del inicio: “Ser la primera sitcom a la criolla”, habían dicho los productores Seefeld y D’Elía, y lo que aparece es lo ya visto: la perorata sobre las bondades y los vicios del “ser distinto”, vistos por el punto de vista del “normal”.
El resto: atribuirle a la comedia la capacidad de contar lo inverosímil, una convivencia forzada e inexplicable entre esta extraña pareja, una cohabitación incomprensible entre Roberto y su ex, detenciones extemporáneas de la policía, muertes y accidentes. La comedia no resiste los azotes del guión, y lo que queda es el pintoresquismo del puto, puto, puto, una vez más y ya van quince en este bloque... ¿Falta mucho para las doce?

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“Femenino-Masculino” exhibe una comicidad de trazo grueso.
 
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