ESPECTáCULOS › LA TRASTIENDA DE “RESISTIRE”, UNA TELENOVELA QUE MIRAN LOS QUE NO MIRAN TELENOVELAS

“La contradicción humaniza a las personas”

¿Por qué funciona el choque de mundos que propone esta telenovela moderna? ¿Por su galán joven, por su heroína casi adolescente, por la canción de Kevin Johansen, por su transgresión al género? Sus actores y hacedores intentan desentrañarlo.

 Por Julián Gorodischer

Del hornito, o el camarín, que se abre, sale un vapor perfumado de sahumerios. Celeste Cid se encierra en esa pequeña celda de paredes claras para memorizar la letra, doce a catorce horas por día en el estudio de Martínez, y después “vayan a hablar de estrellas, de glamour, de divismo”, dice burlándose de los tópicos de las revistas y programas sobre el mundo de la farándula. “Soy difícil, soy impredecible”, repite la joven actriz, que se dice cansada de escuchar el lugar común que la pinta como una “loca a punto de dar el zarpazo”. Pero si existe una creencia sobre ella, desde los tiempos de “Chiquititas” y hasta el más reciente “Franco Buenaventura”, es que es la lolita que actualiza las delicias de Humbert Humbert. Eso sí, con un galán desmejorado, pero hombre maduro al fin. Como Julia o Julita, en “Resistiré” se le impone ahuyentar esa fama de enfant terrible para mayorcitos: compone a una chica de 24, un lustro mayor que ella, y hace esfuerzos imposibles para dar mayor: capas y capas de un maquillaje que no se saca ni para bañarse ni para dormir, alta costura en contraste con su pasado de elegante sport.
“Me cansa la espera”, dice en reposo, ese estado que conoce desde los 14, desde que la vida empezó a ocurrir dentro de un estudio de TV, precursora del Truman Show antes de la era reality, y ahora podría ser una heredera de “la vida en directo”. Cuando se define como el mono que piensa, tan parecida al personaje que interpreta en la novela, habla de Julia y de Celeste, a la vez. “Es atípica –dice– para ser un personaje de una tira. Se sale del lugar común: su conflicto es interno, y es a la vez el de todos, ser o no ser, querer o no querer. Ella vive en una gran contradicción, y algunas cosas, o un amor, la desestructuran...” El mono que piensa detesta que le recuerden sus romances de la vida real, digna aspirante de estrella que aprendió a repudiar al paparazzo y a desmentir cualquier affaire. Que sea ésta, por fin, la oportunidad de salirse de la revista del corazón, ruega entre la lectura de Las edades de Lulú y cuenta: “Yo soy muy autodidacta, muy lectora, estudio por mi cuenta Psicología, me pregunto todo el tiempo sobre el porqué de las cosas”.
En minutos volverá a enfrentarse en el set con Pablo Echarri en otra escena de eso que es “Resistiré”: ¿una colección de retratos con poca ropa?, ¿el nuevo videoclip de un tema de Kevin Johansen?, ¿o la tira que cambia la lógica de la novela? Lo seguro es que la TV tiene algunas pocas normas, y una de ellas dice que a una figura se la consiente, se le respeta el resto de divismo aun en la Argentina. Así fue como Pablo Echarri impuso sus condiciones: ser guionado por la dupla Belatti-Segade. “Yo veía ‘Vulnerables’ –remarca Echarri, en un camarín más fresco, menos perfumado–, veía cómo pintaban a los personajes, cómo les daban vida propia. Yo quería pasar por eso, aunque aquí haya algunas cosas del género que hay que respetar. En un momento pensamos pervertir un poco a mi personaje, pero entendimos que no era bueno, que no debía tener fisuras. Igualmente no puede decirse que sea un galán típico: en ese caso no hubiera empezado la novela dejado por su mujer, que también lo afanó.” Ese héroe moderno puede vivir el rechazo (de Julia) o disfrutar el sexo sin amor (con Martina, que compone Carolina Fal) pero, eso sí, hay unas pocas concesiones: que se lo vea, aunque sea una vez en un capítulo, con poca ropa, que no defraude la apertura que retrató Malala Fontán de ellos dos (Cid-Echarri) en sugerencia porno soft.
Las marcas de cerveza, de autos, de perfumes, cuenta la coordinadora Lala Franco, empezaron a reclamar un espacio en la novela. Les atrajo el buen rating. Entraron, pero no a cualquier precio. Si “Resistiré” es un compendio de relaciones de dos (secretos entre dos, amores entre dos, la cara y la contracara), Martina (Fal) representa el lado oscuro y no vendible frente a la estética publicitaria de Celeste Cid. Si el valor de Julia es la fotogenia, el de Martina es la composición, y una cerveza sinalcohol fue clara en el contrato: “La puede tomar cualquiera, pero no un depresivo, y que sea de día”. El tono de Julia es grave, sufrido, pero desaparece ante un vaivén sentimental (eso se tolera) y el auto de moda, la bebida, el champú la reclaman como modelo, pero el de Martina, que también es grave y sufrido, llega más allá: requiere medicación y tratamiento psiquiátrico, incluye el duelo por la muerte de un hijo y la venganza por mano propia, todo dicho con el aire exaltado de la actriz temperamental. No es un buen partido para la cerveza sin alcohol. Pero sí para el productor ejecutivo (Gustavo Marra), un defensor de la actuación teatral en la TV, que convocó a Leonor Manso, Tina Serrano, la propia Fal, Claudia Lapacó, Hugo Arana y agregó un nuevo par de opuestos a la estructura de por sí dual: los de la tele y los de teatro. En el estudio se mezcla la frialdad de los fotogénicos con el calor de los corpóreos. “El actor de teatro –asume Marra– aporta matices y colores, pero Celeste, que nunca hizo teatro, tiene ángel, tiene luz...”
En minutos, el productor volverá al set para supervisar el ingreso de la tira en el terreno de lo policial, punto de inflexión en el que Leonarda y Andrés (tía y sobrino) cometen un crimen. Pero ahora Marra intenta explicar lo que no se esperaba: de cómo la tira de Pablo Echarri, pensada para excitar, captó el filón progre. ¿Qué es “Resistiré”?, ¿una colección de enredos para el fan y la fan del actor y la actriz del momento?, ¿el último grito de la tele de qualité? En cualquier caso, para subir el clímax sexual o pegar en el público más difícil, queda claro que la música no es un detalle. “Elegimos las canciones que nos gustaban a nosotros -cuenta Marra–; fue todo muy informal: alguien vino y dijo: ‘Escuchen esto...’, y era el tema de Kevin (“Down with my baby”), que por otra parte está muy contento.” Entonces: ¿es esa evasión del hit latino, el ingreso del solista con onda la razón del boom? “Para mí, lo que pega –analiza el productor– es que en el programa no hay maquetas.” Toda pareja bien consolidada (padres de Echarri, padre y tía de Julia, Julia y Mauricio (Fabián Vena) esconde un engaño o un secreto. Y la razón para el traspié emocional puede ser inmotivada. ¿Por qué Julia rechaza a Diego (Echarri)? Ella misma se encarga de demostrar, según el guión de Belatti y Segade, que no lo sabe. Y con su inmotivación introduce novedad. “El matiz de lo misterioso –entiende Tina Serrano (Leonarda)– le da otro color a un programa. Una historia atípica permite recorrer un camino poco habitual. La contradicción, en cualquier caso, humaniza a las personas.”

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El programa cruza la telenovela tradicional con toques de televisión de calidad, como la música.
 
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