ESPECTáCULOS › JUANJO DOMINGUEZ Y SU CD “CORAZON GUITARRERO”

Gardel ya tiene guitarrista

En su nuevo disco, el músico grabó canciones del repertorio campero del Zorzal Criollo, más algunos clásicos. Señala que, además de homenajear a Gardel, su intención fue reivindicar a sus guitarristas.

 Por Karina Micheletto

“Querido Don Carlos: Desde mi humilde posición de músico, guitarrista, le cuento mi aspiración. No es solamente un disco, una grabación, sino poner de manifiesto esa escuela, esa forma de tocar que a usted tanto le gustaba... ¡qué virtud desarrollarlo en todas sus canciones!” Juanjo Domínguez dice que soñó estas líneas, después de uno de los tantos diálogos que suele entablar con Gardel. El guitarrista puede pasarse horas hablando con pasión de “Don Carlos” (así cuenta que lo llamaban sus amigos, nunca Carlitos), y se nota que lo quiere en serio. La admiración (no el fanatismo, aclarará a lo largo de toda la entrevista) lo llevó a grabar Corazón guitarrero, un disco en el que recrea algunos clásicos del Zorzal (El día que me quieras, Rubias de New York, Volver) y varios de los menos conocidos de su primer repertorio más campero (Criollita de mis amores, El tirador plateado, Caballito del campo). Lo que se escucha son bellas versiones en las que hay un solo cambio de los originales: donde debe aparecer la voz, arranca la guitarra. Por lo demás, Domínguez se toma el trabajo de hacer lo que denomina “copia de escuela”, con los mismos arreglos y siguiendo las condiciones de grabación de los originales. La presentación oficial de Corazón guitarrero será el próximo viernes y sábado en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575) y continuará todos los sábados de julio.
–¿Su disco es más un homenaje a Gardel o a sus guitarristas?
–Y... yo los quiero mucho a todos, pero Gardel, es Gardel. Todo artista amante de Gardel quiere rendirle un tributo. A los cantores se les hace muy complicado, porque uno ya tiene la grabación suya en la cabeza. Pero en mi caso no hay canto, entonces es un poco más fácil. Lo que hice fue preparar todos los temas en el tono que él los cantaba, con el arreglo de guitarras que él le hizo, y en lugar de entrar él cantando arranco yo con la viola. ¡Es muy lindo eso! Claro, es un desafío, pero un desafío lindo donde no puede haber comparaciones. No hay una imitación sino una copia de escuela, es un juego para el gardeliano. Ojo, esto es algo que hice para este trabajo, no es mi estilo, yo estoy copiando el estilo de los violeros de don Carlos para homenajearlos. Considero que ellos nunca fueron lo suficientemente reconocidos.
–¿Por qué?
–Gardel quedó reivindicado pero sus guitarristas no tanto. Yo escucho cada cosa... Gente que dice “parece que tocaban por teléfono”, “se escucha como bajo el agua”, o hasta algún atrevido “qué mal que suenan”. No sólo entre el público, también entre los artistas. Yo discutí mucho con el Polaco (Goyeneche), a él no le gustaban las guitarras de Gardel. Muchos te dicen “qué lástima Gardel, con esas guitarras que no suenan...” Yo a veces entro en esa discusión y les digo que no les están faltando el respeto sólo a los guitarristas, también a Gardel. ¿Qué era, otario para elegir, pudiendo tener a los mejores no los tenía?
–¿Por qué eligió destacar el repertorio más campero de Gardel?
–Quise rescatar al Gardel menos conocido que es el de los comienzos, el criollo, el que fue más pensador. Era el que tenía la ilusión de triunfar y todavía no era Gardel, entonces tenía tiempo para pensar en cómo buscarle la forma a lo que hacía. El Gardel de las películas, en cambio, hacía todos sus temas en poco tiempo; Le Pera le escribía la letra de acuerdo con el argumento y él tenía que musicalizarlo rápido, porque tenía que grabarlo y meterle con la siguiente película. Así que en ese sentido fue medio fabricado, pero, claro, fabricado por un genio. La discografía de Gardel es para analizar y mucho. El empieza a grabar trece o catorce tangos por día, una cosa impresionante. Del ’17 al ’33 graba más de mil temas. Y no era como ahora que en un disco van doce, catorce temas. No, iban dos de cada lado, había que esperar a que se venda y sacar el otro, y así.
–¿De dónde surge ese fanatismo por Gardel?
–No, ojo, lo mío no es fanatismo, es admiración, que es muy distinto. El fanático por ahí no analiza la cosa y pelea no sabe bien con qué. Yo le busqué mucho la vuelta y cuando estuve con gente que lo conoció o que sabe de esto le pregunto. Como don Alberto Acuña, que fue amigo de Gardel y autor de muchos temas que él grabó, como el vals Temblando. Acuña era amigo de mi padre, cuando yo era chico venía a casa y yo lo tenía loco a preguntas. Supongo que mi admiración viene de la herencia de familia, que era toda gardeliana. Pero empezó un poco desfigurada. A los 7 años le pedí a mi mamá que me llevara a ver la película La vida de Carlos Gardel, porque yo tenía su música, pero no lo conocía físicamente. Y de ahí me queda la imagen de Hugo del Carril en la cabeza. Así que cuando conozco al verdadero Gardel yo digo no, éste no es, y se lo discuto a todos. Estuve un tiempo largo para hasta que entendí que Gardel no era Hugo del Carril.

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Juanjo Domínguez asumió un compromiso difícil: canciones de Gardel, pero en formato instrumental.
 
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