ESPECTáCULOS › DESPUES DE UNA LARGUISIMA ESPERA, “LA GUERRA DE LAS GALAXIAS” LLEGO AL FORMATO DVD

Se armó la fiesta en el sindicato de la Fuerza

Era la gran deuda del cine fantástico, y el director George Lucas decidió pagarla con creces: el pack incluye los tres films originales y un cuarto disco con una montaña de extras, más un documental definitivo sobre la realización de la saga más exitosa de la historia. Sólo en su primer día de ventas, el DVD facturó 115 millones de dólares, confirmando su carácter de fenómeno más allá de lo cinematográfico.

 Por Eduardo Fabregat

Para toda una generación es, sencillamente, el fetiche perfecto. Desde que el formato DVD llegó para cambiar el mundo de la película en casa, el ejército de fans de la Fuerza empezó a otear ansiosamente el horizonte, a vigilar el sitio de Internet www.starwars.com, a atender a toda declaración de George Lucas que delatara algún indicio sobre la pregunta del millón: ¿Cuándo salen los episodios IV, V y VI en DVD? Pero Lucas estaba más preocupado en retomar la historia con sus precuelas, de las cuales aún falta el capítulo más relevante, el que retrata la conversión de Anakin Skywalker en Darth Vader. Y de los devedés, sólo vagos anuncios. Hasta junio de este año, cuando Lucasfilm fijó el 22 de noviembre como fecha de lanzamiento. Y hay un simple dato que confirma la ansiedad planetaria: el martes, cuando el pack de DVD salió a la venta, recaudó nada menos que 115 millones de dólares en su primera jornada, confirmando el status de fenómeno que va mucho más allá de lo cinematográfico. Es decir: 27 años después del estreno original, Luke Skywalker, Han Solo, la Princesa Leia, Obi Wan Kenobi y Vader, uno de los mejores iconos de la maldad en pantalla, están de regreso. Y es una tentación irresistible al Lado Oscuro... del living.
Editado en Argentina por Gativideo (donde no poseen cifras precisas, pero admiten que los pedidos anticipados de “el corazón de todas las trilogías” superaron todo lo conocido), el pack Star Wars Trilogy es de esos objetos de entretenimiento que el fan querrá tener en su estantería como sea, juntando peso sobre peso (aquí cotiza entre 170 y 200), recortando gastos, vendiendo algún muñequito vintage o rematando a la abuela si es necesario. Es que la invitación es demasiado: las tres primeras cajitas presentan las películas originales (A new hope, The empire strikes back y The return of the Jedi), y un cuarto disco ofrece una montaña de extras para babearse a gusto. Pero, además, el perfeccionismo casi enfermizo de George Lucas llevó a nuevos retoques, una restauración de imágenes cuadro por cuadro, el procesamiento a un sonido demoledor (THX digital) y –como era de esperarse, dadas las mejoras introducidas en la Edición Especial de 1997– una rosca digital que, por ejemplo, modificó la cara del Vader moribundo y sin máscara en The return of the Jedi: atento a los ojos claros de Hayden Christensen, Anakin en los Episodios II y III, cambió la mirada y borró las cejas del señor del Sith. Lucas no tiene remedio.
Pero que ese tipo no tenga “remedio” es lo que llevó a la creación de una saga como Star Wars. Y por extensión a estos DVD, un festival para el conocedor, el viaje más profundo que se haya hecho a la creación de una serie que cambió a Hollywood para siempre. Vale como mejor ejemplo Empire of Dreams, el documental estrella del disco 4, la historia definitiva de La guerra de las galaxias. A lo largo de dos horas y media y con una sorprendente cantidad de material nunca visto, los directores Edith Becker y Kevin Burns cuentan la historia desde antes del comienzo, haciendo un retrato general del Estados Unidos anterior a ese fin de los ‘70, y concentrándose luego en los directores jóvenes en general y en Lucas en particular. Un pibe que tenía en su haber el extraño film THX-1138, un director con amigos célebres como Francis Ford Coppola o Steven Spielberg, pero por quien nadie daba dos mangos... hasta que se salió con la suya. Curiosamente para un producto de estas características, el film celebra a George y su idea pero sin llegar al extremo de chuparle las medias: Mark Hammill, Harrison Ford y Carrie Fisher, por ejemplo, recuerdan sus propias dudas sobre esa película “rara” que estaban haciendo, y en algún pasaje critican abiertamente ciertas líneas de diálogo. Al recordar su propuesta de que Han Solo muriera al comienzo de la tercera parte (finalmente rechazada por Lucas), Ford admite que el éxito del film le había provocado un solo pensamiento: “¡Qué bueno! ¡Ahora voy a poder trabajar en películas!”. Y sin embargo, todos terminan rindiéndose a la pasión del director por la fantasía y su notable resultado... aunque en un pasaje se vea a técnicos ingleses mofándose de lo que estaban haciendo en plena filmación. Empire... es también el relato de todas las dificultades que atravesó el proyecto, que estuvo a un tris de quedar en el cajón y sufrió desgracias de toda clase durante el rodaje. Pero ni siquiera ese pormenorizado relato conformó a Lucas, que en el disco de extras incluye otros ¡once! materiales. Y así se cuenta la historia del sable de luz, cómo se produjo su característico sonido (una mezcla de motor de proyector, aspiradora, interferencia en una TV y golpes de diversos objetos contra hielo seco) y las cuestiones a resolver en el set de filmación con dos espaditas de madera frágil. Otro apartado analiza personaje por personaje, dando cuenta de las transformaciones que fue sufriendo cada uno en las diversas etapas de producción. En otro, personajes como Ridley Scott, James Cameron, Peter Jackson (quien establece varias analogías con su propia trilogía, The Lord of the Rings), John Singleton, Roland Emmerich, Steven Spielberg y John Lasseter recuerdan aquella primera vez que se asomaron a ese mítico comienzo de Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana... y la arrasadora banda de sonido de John Williams. Y mucho más, salpicado por fotos inéditas, afiches raros, trailers originales escenas de la filmación, castings (¡Jeff Bridges como Han Solo!), bloopers en el set y declaraciones que van de los actores y productores a los ilustradores, armadores de maquetas y fotógrafos que le dieron forma a la ilusión.
Una ilusión que hoy, tantos años después, sigue produciendo impacto. Si la crítica más usual a los Episodios I y II es que carecen de la frescura de las primeras –y de un Han Solo que le ponga onda: “Todos nos identificamos con Luke, pero queríamos ser Han”, dice Jackson–, volver a ver Star Wars en un formato tecnológicamente intachable refresca las razones por las cuales millones de personas se rindieron a la historia. Lucas relata la combinación de sagas épicas con la que empezó a modelar su cuento, y admite aquello que cualquiera puede apreciar a simple vista: que Star Wars tomaba elementos conocidos del cine de aventuras, remezclándolos y situándolos en un contexto espacial. Y eso estará muy bien para el analista frío, pero lo cierto es que pocas veces la simple fábula del bien contra el mal funcionó de modo tan poderoso. Filmada con una técnica innovadora –buena parte del presupuesto original se fue en la construcción de cámaras y modelos–, balanceando sus ingredientes para no caer ni en la grasada ni en la obviedad, salpicando la pantalla de personajes fuertes y laderos tan atractivos como C3PO, R2-D2 o Chewbacca, Lucas fue un paso más allá de 2001 (otra de sus inspiraciones) con un diseño de naves, transportes y aparatos futuristas que fueron la cereza en la torta. Lo hizo con un solo actor conocido –Sir Alec Guinness como Kenobi– y varios desconocidos que, salvo Harrison Ford, quedarían pegados al mito. Lo hizo contra los deseos del propio estudio (que perdió la paciencia varias veces), y apostó toda su cuenta bancaria y ganó, al punto de hacer las partes V y VI de modo independiente.
Todo eso, y más, cuenta el pack que en estos días les está quitando el sueño –literalmente– a varios, y que ampliará las cifras de una saga que lleva recaudados 3500 millones de dólares. En el documental, George Lucas no esquiva la contradicción y admite que terminó convirtiéndose, él también, en cabeza de un imperio. Pero para el que se acomoda en su sillón para gozar este Star Wars definitivo, las disquisiciones morales del director son una mera anécdota. Hay un X-Wing esperando y una Estrella de la Muerte que destruir, y un sable de luz y un tipo alto, vestido de negro y con una respiración ominosa al que enfrentar, y un Halcón Milenario al que hay que darle golpes en el tablero para que salte al hiperespacio y centenares de Stormtroopers esperando su merecido, y un jedi enano llamado Yoda, y más. Y esa frase, claro, expresión de deseos, código de caballeros de un tiempo “más civilizado” y contraseña para millones de fieles: que la Fuerza te acompañe.

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George Lucas en los años ’80, rodeado por la singular parafernalia de La guerra de las galaxias.
 
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