ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A JUANA MOLINA

“Como los niños, mis temas van creciendo”

La cantante y actriz disfruta el espaldarazo que significaron los elogios de David Byrne y el diario New York Times, donde su disco Tres cosas fue considerado uno de los diez mejores de 2004.

 Por Roque Casciero

Un domingo de diciembre del año pasado, Juana Molina recibió un mail del sello Domino, que publica sus discos en Estados Unidos, en el que le decían que su nombre figuraba en la lista de los diez mejores álbumes de 2004 según Jon Pareles, crítico estrella del New York Times. “Fue tan impactante que no lo digerí”, confiesa la cantante. “En casa me decían: ‘Pero, ¿vos sos tarada?’ Y yo: ‘No, bueno, sí, está bien. Qué bueno’. No me daba cuenta de que era tan importante. Después me encantó, claro”, cuenta. Fue el broche de oro para un año notable en la vida de Molina, quien había sido invitada por David Byrne para abrir una gira suya por Estados Unidos, y había hecho 150 shows en ese país, en Europa y Japón. El rebote de las noticias que llegaban de afuera promovió que por fin en la Argentina empezaran a prestarles atención a esas canciones voladoras que compone Juana. Esas que, en versiones diferentes a las de los discos, presentará esta noche en el teatro ND Ateneo. ¿Por qué otras versiones? “Aunque Tres cosas –su tercer trabajo– recién haya salido acá, terminé de grabarlo en 2002, o sea que vengo tocando esos temas hace mucho tiempo”, responde Molina. “Y, como los niños, los temas crecen y se visten de otra manera: en vez de usar pañales, usan calzoncillos; pasan de los escarpines a los zapatos... Siguen vestidos y evolucionando, pero están distintos, porque no puedo tocarlos siempre iguales”, ejemplifica.
–¿Sintió como una revancha el hecho de que le fuera bien afuera cuando acá no había encontrado el mismo eco?
–No, más que nada fue una tranquilidad. Se da bastante eso de que te vaya bien en otro lado y que recién entonces te den bola acá. Me da la sensación de que los argentinos tenemos una personalidad muy insegura y que nadie sabe muy bien qué le gusta. Entonces, todos están esperando la opinión de otro para largarse a opinar. Y, ante la duda, las cosas no te gustan por miedo a quedar en ridículo porque te gusta una porquería. Yo viví eso de chica: no sabía qué pensar, si algo me gustaba o no, y miraba a mis amigos a ver qué opinaban. Me parece que acá se dio algo medio así, sumado a mi pasado condenatorio de actriz (risas)...
–¿Por qué condenatorio? Si cuando actuaba con Gasalla o cuando hizo Juana y sus hermanas se decía que era la nueva Niní Marshall...
–Claro, pero no me dejaron salir. Yo me escapé a hacer lo que quería y ellos creían que yo estaba ahí adentro.
–¿Cuánto hace que no le ofrecen volver a la televisión?
–Hace bastante. Lo último que me ofrecieron fue una cosa que lamentablemente acepté. No voy a decir qué fue. Fue horrible lo que hice, un espanto, el papelón de mi vida. Me alegré de que mis amigos no estuvieran en Buenos Aires. Pero lo vio mi madre, que estaba muy avergonzada. Fue un papelón total y no puedo olvidármelo.
–Usted ha dicho que, en sus canciones, las palabras sólo sirven para acompañar a la música. Sin embargo, Sálvese quién pueda habla de cómo el progreso modifica los valores: parece casi un manifiesto.
–Es verdad. Esa canción empezó con el estribillo, porque me lo pasaba cantando la frase “sálvese quién pueda”. Me salía eso. Y tuve que inventarle la razón por la que había que salvarse. Entonces aproveché y fue como un manifiesto. Es mi canción de protesta (risas).
–Y tiene una forma poética diferente al resto.
–Es cierto. Creo que por eso es la que tiene más simetría... En las demás, como hago las melodías más libres, hay frases que me quedan más largas y otras más cortas. En ésta primero tenía el estribillo, y después escribí el verso.
–¿Siempre compuso con melodías libres?
–Sí. Lo que pasa es que, cuando tenía más miedo, “regularizaba” todo: agarraba una parte de la melodía que había pensado y la clonaba por el resto del tema. Ahora lo hago mucho menos. Inclusive hago canciones cuyamelodía tiene una temática, pero siempre es distinta. Es más como una línea que hace unos dibujos y termina.
–Usted ha tocado en festivales de música experimental. ¿Considera experimentales sus canciones?
–Cada vez que paro con una gira, cuando vuelvo a salir toco los temas de una manera diferente. Y me parece que ahí sí hay algo experimental. Cuando me preguntan qué hago en vivo, digo que es una minuta musical, porque no hay nada marcado: todo lo hago en el momento. Es riesgoso, pero ese vértigo me da una adrenalina que hace que, cuando sale bien, salga diez mil veces mejor que cualquier otra cosa. Grabo y loopeo en vivo, y cuando me sale bien el loop –que, en general, por suerte me sale bien– se arman unos climas que son medio aleatorios, porque son grabaciones superpuestas que van cruzándose en diferentes lugares, y aparecen armonías diferentes según cómo caen las distintas grabaciones en los compases. A mí eso me parece un mundo inmenso, aunque quizás oído de afuera parezca siempre lo mismo. Todo depende del aumento con que se lo mire: si uno se mete con el microscopio, como en mi caso, verá un mundo lleno de texturas, formas y seres diferentes. A veces, cuando hago un sonido nuevo, es el sonido el que me lleva a hacer algo con él, no soy yo la que decide. El sonido me dice: “No, flaca, a mí me concebiste para hacer esto”. Y aparece una música que no se me hubiera ocurrido si no fuera por ese sonido nuevo. Muchas veces siento que los teclados me proponen cosas; cuando les cambio los parámetros, ellos me sugieren posibilidades.
–¿Escucha música que tenga relación con la que hace?
–No escucho demasiada música. El único grupo que me gusta muchísimo es Animal Collective, que también estaba en la famosa lista de Jon Pareles. Disfruté muchísimo de su disco, me parece de una libertad y una creatividad enormes. Pero me da rabia, porque hacen cosas que a veces yo dejé de lado porque me dio vergüenza hacerlas. Ellos se animaron y ¡me da una bronca! Son cosas que por ahí yo le muestro a (el músico) Alejandro Franov y nos encantan, pero después no las edito porque me da miedo. Cuando oí este disco me odié profundamente. Pero eso también coincide con el hecho de que me siento mucho más libre.
–A fines del año pasado dijo que inmediatamente se pondría a trabajar en su cuarto disco. ¿En qué quedó eso?
–Me hubiera encantado tener este comienzo de año libre para concentrarme y sacar el próximo disco a fin de año, pero ya veo que eso no va a poder ser. Me distraigo muchísimo con las giras y necesito estar completamente inmersa en lo nuevo. No me da la cabeza, ojalá me diera. Hay gente que graba en las giras... a mí se me ocurren cositas sueltas, tengo trescientos mil millones. Y ya no quiero más, porque después me pierdo. Estuve seleccionando y borrando lo que no sirve, pero lo que me quedó para investigar es una cantidad que me abruma. ¡Lo que quiero es empezar a trabajar! Pero en abril me voy a Europa y en junio a Estados Unidos, así que recién en julio tendré tiempo para ponerme a hacer el disco.
–¿Se siente presionada por la repercusión que tuvieron sus discos Segundo y Tres cosas?
–Sí, sobre todo por lo de Jon Pareles. En general, el año pasado acumulé una cantidad de críticas que me dan un poco de impresión. Cuando salían las primeras, pensaba: “No, es como si les hubiera pagado”. ¡Son una exageración! Hay una que dice que aparece la voz de Dios y no sé qué... Todo eso fue generándome una especie de responsabilidad que antes no tenía. Espero que eso no me afecte. O que me sirva para ir tan hondo que al final me salga algo renovador, aunque sea para mí.
–Está nominada para tres premios Gardel, toca aquí más seguido y para más público. ¿Finalmente será profeta en su tierra?
–Sería lindísimo, nada me gustaría más que tocar seguido acá. Primero por el tema de no tener que viajar (se ríe), pero además porque allá les gusta todo, pero no saben muy bien qué digo. Y eso es importante, aunque para mí las letras fueron excusas para cantar las melodías, para no estar “lalaleando” durante un disco entero. Aunque ahora dejo más partes tarareadas... ¿o serán de tarada (risas)? Lo dejo porque hay ciertas partes a las que si les pongo letra perderían sentido musical. Estaría filtrando una idea intelectual con esa cosa musical que aparece. En mis nuevas grabaciones dejo mucho canto libre.

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Molina parte este mes a Europa y Estados Unidos, donde dará una serie de actuaciones.
 
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