ESPECTáCULOS › DIEGO WAINSTEIN Y “ORIGINAL MENTE”

“Las preguntas son un buen vehículo para buscar humor”

En el C. C. de la Cooperación, el artista de stand up descerraja un monólogo de puro vértigo que busca desmitificar todo.

 Por Oscar Ranzani

Una catarata de preguntas inunda todos los sábados a las 22 la sala Osvaldo Pugliese del Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543). El que pone en duda los convencionalismos de la sociedad, los lugares comunes en que cae la gente y la desmitificación de ciertas frases y personajes históricos es Diego Wainstein, autor e intérprete de Original mente, su nuevo espectáculo de stand up. “¿Cómo define la vocación un proctólogo?”, se pregunta Wainstein desde el inicio, para dejar claro que sus comentarios ácidos no son aptos para prejuiciosos. “¿En los baños de hombres de Escocia hay un muñequito con pollera?”: a lo largo de una hora, el actor que fue convocado por la señal televisiva Paramount Comedy de España para presentar sus unipersonales de stand up, sostiene un ritmo vertiginoso en sus monólogos que, a la vez, invitan a la reflexión. No se trata de un salpicado de chistes inconexos: cada pregunta que se formula Wainstein encierra una elaborada teoría propia sobre ciertos personajes históricos, la religión, la paternidad o la tecnología, entre otros temas.
“El comediante de stand up no es un payaso triste”, reflexiona. “Sale a cagarse de risa de él mismo y de los demás porque es su manera de llamar la atención y decir ‘¡miren lo que pasa acá!’ Estrangula, pero para el lado de la risa”, dice. Y su método es la duda: “Partir de la duda siempre es bueno para hacer humor”, sostiene Wainstein, de amplia experiencia en el género, que ya presentó Humor cerebral y participó del ciclo El comediómetro. “Las preguntas son un buen vehículo para buscar el humor, sobre todo cuando uno busca en la realidad cotidiana o en las cosas que nos pasan alrededor. Por lo menos el humorista siempre tiene que ser un gran desconfiado de las certezas de los demás. Entonces, en base a eso, uno pregunta el porqué de las cosas para reírse de ellas”, argumenta.
–Parece un niño que se pregunta de todo pero que ha perdido la inocencia.
–Un comediante amigo español dice que siempre estamos metiendo el dedito en la herida, y yo creo que es un poco eso. Un cómico es como un niño que juega pero ya no es niño, porque se burla de las cosas desde un lugar donde la vida lo ha castigado un poco.
–También habla de los desengaños de los chicos como, por ejemplo, cuando se refiere al ratón Pérez y a Papá Noel.
–Eso tiene que ver con que nació mi hijo hace dos años y desde entonces estoy viendo cómo descubre el mundo y volviéndolo a descubrir yo también gracias a él. Y entonces me empiezo a preguntar sobre nuestros no a los niños, y sobre las mentiras que los adultos cuentan. Muchas tienen que ver con la mitología y no son mentiras dañinas. Pero no dejan de ser mentiras y me pregunto el porqué y el para qué, y hasta dónde convienen.
–Muchos chistes apuntan a los lugares comunes instalados en la sociedad, como cuando se refiere a la paternidad.
–Yo soy docente de stand up. Y uno de los ejercicios más importantes del curso se llama “desmitificación”, es decir, reírse de los mitos instalados en la sociedad, sean religiosos, culturales, etc. El humorista es un gran desmitificador. Viene un poco a sacudir nuestras propias células dormidas, a descubrir el mundo que damos por sabido y aceptado. Aceptamos un montón de cosas: las cosas que nos dicen, las frases hechas, la religión, el patriarcado, el machismo. Damos por sentadas un montón de cosas que hay que desmitificar. Y empezar a reírse de ellas.
–¿Por qué eligió personajes de la historia como Adán, Moisés, Edipo y Aquiles para hacer humor?
–Es mi material más nuevo. De acá en adelante me voy a abocar bastante a eso. Estoy muy apasionado con los errores y horrores de la historia desde el punto de vista humorístico. Y empecé a encontrar estas cositas. Y no es hacer una sátira del típico humor que se hacía con Colón, que ponía el huevo de pie y engañaba a Fernando con la reina. Me parece que el stand up puede llegar a la historia desde un lugar de los equívocos, de la desmitificación y de ponerse a preguntar cómo fueron las cosas.

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“Los comediantes siempre estamos metiendo el dedito en la herida”, dice Wainstein.
 
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