PSICOLOGíA › EXPERIMENTO DE PSICOMAGIA EN LA ARGENTINA

Ellas no son manipulables

 Por Andrés Rieznik

En el experimento que, en la Universidad de Lund, mostraba pares de fotos para que el sujeto eligiera la más atractiva (ver aparte), se utilizaron fotografías de mujeres. Entre los sujetos que debían elegir había hombres y mujeres, y no se notó una diferencia significativa entre el comportamiento de los dos géneros: en ambos casos el 50 por ciento de los sujetos notó la manipulación y el otro 50 por ciento no lo hizo y ofreció explicaciones confabuladas. Con la licenciada Julieta Figini nos preguntamos qué ocurriría si se hiciera la investigación utilizando fotos de hombres. Y decidimos encarar el experimento, que luego se transformó en su tesis de grado en la Universidad de San Andrés. La tasa de detección de la manipulación de hombres eligiendo fotos de hombres se mantuvo igual a la de Lund: el 50 por ciento de los hombres notó la manipulación. Pero, cuando mujeres eligieron fotos de hombres, el 76 por ciento de ellas detectó la manipulación. ¿Cómo interpretar este resultado?

En primer lugar, habría que corroborarlo, porque según nuestros cálculos aún existe casi un 4 por ciento de probabilidades de que sólo hayamos observado una fluctuación estadística. Además, siempre existe la probabilidad de que alguna variable oculta a nuestro entendimiento esté influyendo sobre el resultado. Sin embargo, tal vez se nos esté revelando una diferencia de género real, consistente con la bibliografía científica que conocemos: a la hora de elegir pareja, las mujeres lo hacen más a conciencia.

Una gran masa de estudios muestra que existen diferencias entre hombres y mujeres a la hora de elegir pareja, ya sea para sexo ocasional o para la relación a largo plazo. Las mujeres tienden a enfocarse más en el status y los recursos de los hombres, mientras que éstos privilegian el atractivo físico. Incluso en situaciones de speed dating, las mujeres buscan atributos adicionales al atractivo físico, como la educación, el nivel de ingresos o la inteligencia. De todos modos se observó que el comportamiento femenino se asemeja más al masculino a la hora de elegir pareja para una relación sexual ocasional.

Si bien en nuestro experimento les pedimos a los participantes que seleccionaran una alternativa basándose en el atractivo físico (como en Lund), no aclaramos si debían realizar la elección teniendo en cuenta un hipotético encuentro para sexo ocasional o para una relación de largo plazo. Si algunos participantes eligieron teniendo en mente una de estas dos posibilidades y otros la otra, es natural que hayamos encontrado las diferencias de género que encontramos: las mujeres que eligieron teniendo en mente una relación de largo plazo fueron más cuidadosas y observadoras en su elección.

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