PSICOLOGíA

Infancia es la Tierra de los Monstruos

 Por P. F.

En cualquier parte, siempre hay monstruos. Quizás, en la oscuridad que parece respirar, o en el trazo deforme de la luz en el piso, o detrás del leve rechinar de una puerta. O, mejor, afuera, entre el leve movimiento de esos árboles que parecen un desfile de sombras, o al final de una calle gris que humea de soledad, o en el fondo oscuro de un lago, quieto como un espejo muerto. En cualquier tiempo, en toda noche, en todo libro, soñamos con monstruos. Sabemos, siempre lo supimos, que ese país interminable llamado Infancia es la Tierra de los Monstruos. Viven allí, entre nuestras risas, participan en nuestros juegos, sus caras inolvidables se reflejan en nuestras lágrimas, sus gruñidos atroces se mezclan con nuestros cantos. Y siempre cantamos canciones de monstruos.

Ese posible encuentro con los monstruos es nuestro pasaje gratis a la infancia. Porque están siempre allí: nos asustan, nos corren, nos hamacan, nos acunan. Escamas como piel, garras, dientes grises, colmillos, ojos rojos, voces de abismo: el monstruo trae la promesa de sacarnos de esta vida esclavizada por la palabra. Nos promete otra existencia donde el cuerpo, flotando sobre su sombra como un papel vacío, en el flujo aéreo del miedo, ya no pese nada y el alma entonces liberada pueda, por fin, callar. El monstruo nos promete la felicidad del silencio.

Pero no aspiramos a la felicidad, queremos la verdad. Entonces nos alejamos, escapamos, ponemos al monstruo en los libros, en una pantalla muda, lo encerramos en una broma y corremos tan rápido que volamos sobre nuestros gritos, empezamos la danza loca, sin música, de la fuga. Y ahora, ¿qué es esta agitación? ¿Y esta inquietud? ¿Cómo entró en mí esto que siento? ¿Este es mi cuerpo? ¿Y qué es ese reflejo en el fondo del pasillo? ¿Y esa cara asustada que me mira? ¿Ese alarido que no puede crecer? ¿Y esas manos, garras, que se acercan? ¿Son éstas mis propias manos contra esa figura bestial que se acerca? ¿Qué es esto que toco, tan frío, liso, duro? ¿Y este estallido? ¿Qué es este ruido de espejos rotos a mis pies?

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