SOCIEDAD › FUE EL TURNO DE ARGAñARAZ Y FONTANET, QUE NO ASISTIERON

Dos declaraciones in absentia

Agresiones a Villarreal, Cardell y Carbone a la entrada y salida de la audiencia. Adentro, se leyeron declaraciones del manager y del líder de Callejeros. Ambos desligaron al grupo de las bengalas y la seguridad y cargaron la responsabilidad a Chabán.

 Por Horacio Cecchi

Ayer, el marco buscó ser más espectacular que el contenido. Antes y después de la audiencia, la cuarta del juicio de Cromañón, se produjeron incidentes, absolutamente menores, pero incidentes al fin entre unos pocos familiares de víctimas y algunos de los acusados, quizás los que tuvieron a mano. Antes del ingreso, una madre arrojó un par de huevazos al mano derecha de Chabán, Raúl Villarreal, con escasa puntería. A la salida, el escenógrafo de Callejeros, Daniel Cardell, y el saxo Juancho Carbone esquivaron golpes e insultos. Curiosamente, igual que el primer día, los incidentes se desataron cuando había presencia de los medios. En el medio, lo que tiene que ver con la justicia que supuestamente se ha ido a buscar, se leyeron las declaraciones indagatorias del manager Diego Argañaraz y del líder de la banda, Patricio Fontanet, realizadas durante la instrucción. En la sala, Cardell y Carbone fueron los únicos que dieron el presente. El resto de la banda, según revelaron allegados, prefirió evitar incidentes, golpes y demás y no se presentó. Tampoco lo hizo ninguno de los tres funcionarios procesados por incumplimiento de sus deberes.

Tanto Argañaraz como Fontanet se negaron a declarar por el momento. Las declaraciones de ambos, que se leyeron ayer, corresponden a los primeros momentos del caso. “A mí Chabán me mintió, no tenía idea de que podía pasar algo así. Para mí, Cromañón era el lugar más seguro de la Capital”, dijo Argañaraz durante una indagatoria en 2005. Movimientos de nerviosismo en la sala.

El manager admitió que sabía que había ocurrido un incendio en la sala durante otro concierto, pero dijo que en cierta ocasión, cuando vio unos paneles negros en el techo de la sala, Chabán le aclaró: “Quedate tranquilo que son acústicos e ignífugos”, y aseguró que el gerenciador de Cromañón le había explicado que aquel principio de incendio había ocurrido porque una cañita voladora impactó contra un trapo que cubría un inyector de aire. También se leyó la declaración de Argañaraz en la que rechazaba la figura de socios de Chabán, explicaba que la repartición de 70 y 30 u 80 y 20 correspondía a un acuerdo previo en cada recital, por el que una suma iba para el grupo y la otra (el 30) para el productor, Chabán, según Argañaraz. También desligó al grupo de los movimientos de seguridad de ingreso al boliche. “De eso se encargaban Chabán y Villarreal”, fue la idea síntesis en ese descargo.

El tribunal también pasó lectura a las declaraciones de Fontanet. “Me desesperaba ver que se moría gente que vino a ver a la banda”, había declarado en su momento el líder de Callejeros. El punto más alto de la lectura de las declaraciones de Fontanet llegó cuando describió paso a paso aquella noche del 30 de diciembre de 2004. Aunque conocida, la lectura trajo la oscuridad de aquel momento otra vez. Fontanet deslindó al grupo del uso de las bengalas. Una de sus declaraciones posteriores y llevadas al juicio consistía en una larga enumeración de presentaciones de conocidos grupos de rock en Buenos Aires, incluidos Los Rolling Stones y los Redondos, en los que señaló que se utilizaron bengalas. La estrategia de la defensa es demostrar que el uso de las bengalas es casi una costumbre doméstica en los recitales de rock. “De esa manera les está echando la culpa a los chicos, se deslindan de la seguridad”, contraatacó el abogado querellante y padre de una víctima, José Iglesias.

Se escuchó también el relato del momento en que se desató el incendio, sus peripecias para salir, y que ya afuera se enteró de que su madre estaba en el hospital Ramos Mejía y su novia, en el Francés. “Si hubiera sabido que había peligro no iba a llevar a mi madre.” Y prosiguió diciendo que “a mi novia la acompañé en la internación hasta que se murió, el 12 de enero”. Más allá del dolor, la estrategia de la defensa es apartar a Callejeros de la responsabilidad de las bengalas, de la organización, de la sociedad con Chabán, y acercarlo a las víctimas, de las que ya formaron parte. Eso, en algún punto, debe sublevar a un sector de los familiares. Quizás no sea tan lícito, pero es difícil desentramar el tejido que arman el dolor y la impotencia.

Después vinieron los empujones, los insultos.

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La madre, la bronca, el odio y el huevo en su mano derecha que en segundos será arrojado.
Imagen: Rolando Andrade
 
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