SOCIEDAD › VECINOS DESALOJADOS DE UN PREDIO TOMARON UNA CALLE EN LOMAS

Viviendo sobre el asfalto

En el barrio El Olimpo, unas 150 familias fueron desalojadas en agosto, por la policía, del predio donde estaban instaladas. Desde entonces, viven literalmente en la calle: construyeron sus casillas sobre el pavimento, a la espera de las soluciones prometidas.

Sobre el asfalto de Capitán Giachino, una de las pocas calles de cemento de El Olimpo, un barrio de las afueras de Lomas de Zamora, la sensación térmica superaba esta semana por más del doble la del termómetro oficial. Ahí mismo, en el cemento hirviente, cerca de 150 familias montaron casillas precarias donde viven desde agosto, cuando unos 600 efectivos de la Policía Bonaerense, de la montada y hasta integrantes del grupo Geo arrasaron con las casas que habían construido en un terreno perteneciente al Estado provincial y los pusieron “de patitas en la calle”, señaló Wilma Llaqur, una de las habitantes. Decidieron acampar en la calle, uno de los límites del predio, para “que no se olviden de nosotros”, explicó Carlos Apaza, cabeza de otra de las familias damnificadas. Casi tres meses pasaron desde que el ministro de Justicia bonaerense les asegurara que encontraría “una solución inmediata”. Recién esta semana el escribano general adjunto del gobierno bonaerense, Luciano Scatolini, los convocó a integrar una mesa de trabajo con el objetivo de discutir una propuesta de terrenos y un plan de autoconstrucción. A la cita, el lunes próximo, no concurrirán solos: serán respaldados por el cónsul de Bolivia, José Alberto, y el sacerdote Luis Farinello, que apoyaron la lucha desde el primer momento.

“Por acá no pasás”, se atrevió a enfrentar a la topadora que estaba a punto de destruir su casa. Semejante valentía –probablemente surgida por demasiada furia– la hizo a Luciana Reynoso merecedora del cargo de presidenta de la comisión de delegados, elegida por sus propios vecinos. El grupo se completa con otros doce representantes de cada manzana del barrio devastado. Allí, en un predio de 28 hectáreas que se extiende entre Giachino, el Instituto Técnico de Santa Catalina, una planta de Edesur y las vías del ferrocarril Sarmiento, habían comenzado a construir sus casas unas 350 familias argentinas, bolivianas, peruanas y paraguayas.

El desalojo del 12 de agosto arrasó con todo. “Lo de cemento lo pasaron por arriba y las casillas que aún eran de madera, las incendiaron. Rompieron todo con una violencia, con un nivel de discriminación increíbles”, detalló uno de los delegados, Herasmo López. La policía actuó “sin respetar ningún procedimiento judicial: sin un fiscal presente, en feria judicial y sin notificación previa”, sostuvo Sebastián Cuccio, uno de los abogados del grupo.

Cuccio supo de la situación de la gente a las pocas semanas de ocurrido el desalojo. El primero en enterarse fue Alberto, el cónsul de Bolivia: lo llamó uno de los vecinos en el mismo momento del desastre. Junto con Farinello, anoticiado de lo ocurrido por Cuccio –hijo de uno de los abogados de la fundación que el cura dirige en Quilmes–, comenzaron a trabajar en una solución.

El primer paso fue acudir al gobierno comunal, donde pidieron hablar con el intendente, Jorge Rossi, sin éxito. “Personal de Seguridad de la municipalidad nos dijo que Lomas de Zamora no tenía nada que ver. Sin embargo, los vecinos estaban segurísimos de que los camiones en donde los policías cargaron los restos de las casas rotas y las cosas que había allí dentro eran de la municipalidad”, aseveró Alberto.

A principios de septiembre consiguieron una audiencia con el ministro de Justicia bonaerense, Carlos Casal. La idea era recibirlo sólo a Farinello. Pero en la reunión entraron, además, allegados del cónsul, los abogados y los delegados. Le mostraron imágenes de la violencia del desalojo, frente a lo que el funcionario bonaerense, “espantado”, les prometió “en 72 horas, un terreno y materiales para comenzar a construir”, contó Reynoso. Tres meses después, no tiene noticias para llevarle a la gente.

El escribano de la provincia aseguró que desde ese organismo “se está trabajando para llevar adelante un programa de repartición de tierras fiscales a los municipios del conurbano, para que las destinen a vivienda social”. Según sus propios cálculos, ya fueron entregados cerca de cinco millones de metros cuadrados.

Al parecer, ahora sería el turno de ellos. “Nos trataron bien y nos prometieron solución inmediata de los problemas, cosa que se fue alargando”, apuntó Farinello. El tiempo pasó sin traer ningún cambio. “Dejó de atender los llamados. Luego comenzamos a tratar con uno de sus asesores, que tampoco nos dio soluciones”, se lamentó.

Los rumores sobre la existencia de terrenos en Lomas de Zamora, en Ezeiza y finalmente en Esteban Echeverría aparecían y se desvanecían a los pocos días, provocando el mismo efecto en la esperanza de la gente. La siguiente reunión las autoridades la concedieron el 13 de noviembre.

“La tierra es un bien escaso, sobre todo en lugares tan poblados (como Lomas de Zamora). La búsqueda de un espacio donde puedan instalarse fue un arduo trabajo que llevó mucho tiempo, por eso la tardanza”, explicó Scatolini a Página/12. Según aseguró, el trabajo dio sus frutos: “Se detectó tierra en condiciones de ser transferida, así que ahora debemos reunirnos para acordar de qué manera se va a continuar en el trabajo para que esta gente pueda tener su espacio y mejorar sus condiciones de vida”.

Informe: Ailín Bullentini.

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Los vecinos decidieron acampar en la calle, uno de los límites del predio que habían tomado.
Imagen: Bernardino Avila
 
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