SOCIEDAD › LA ARGENTINA FUE IDENTIFICADA COMO UN PAíS “EMERGENTE” EN TURISMO SEXUAL INFANTIL

Un alerta por la industria de la vergüenza

Ciento sesenta países, incluida la Argentina, firmaron un compromiso para priorizar en la agenda la lucha contra el abuso infantil.

 Por Mariana Carbajal

Desde Río de Janeiro

La Argentina fue identificada como un nuevo destino de turismo sexual, de viajeros que en sus vacaciones aprovechan para abusar de niñas y niños. Así fue revelado en el marco del III Congreso Internacional contra la Explotación Sexual Infantil, que terminó ayer en esta ciudad, con el compromiso de 160 países –entre ellos la Argentina– de priorizar la lucha contra el abuso infantil, en todas sus formas, en sus agendas de gobierno. “Los niños no pueden esperar más”, destacó la filipina Amihan Abueba, directora ejecutiva de la Red Internacional contra la Prostitución, Pornografía y Tráfico Infantil (Ecpat), al anunciar, en conferencia de prensa, algunos de los compromisos asumidos por las delegaciones oficiales en la llamada Declaración de Río, entre ellos, la creación de instituciones como el ombudsman de la niñez. “Necesitamos mucha indignación donde tenemos indiferencia”, agregó el sueco Nils Kastberg, director regional para América latina de Unicef (ver aparte).

El turismo sexual es uno de los rostros de la explotación infantil. Sus nuevos escenarios y la necesidad de aplicar legislación extraterritorial para perseguir en sus países a ciudadanos que exploten sexualmente a menores en el extranjero fueron ejes centrales de las discusiones. Expertos en el tema coinciden en que es un fenómeno que va en aumento. “Con Internet, la situación se ha vuelto más compleja para enfrentarlo: se pueden hacer arreglos anónimamente, sin tener que concurrir a un agencia de viajes”, alertó la irlandesa Muireann O’Brian, abogada especializada en derechos humanos e integrante del Grupo de Especialistas en Tráfico de Chicos de la Comunidad Europea. El perfil del turista sexual cambió: la imagen del hombre pedófilo de edad avanzada que buscaba tener relaciones con pequeños quedó atrás: el turista sexual actual, que explota chicos, es en general joven y no es pederasta. También hay mujeres que buscan tener sexo con adolescentes en sus vacaciones. Y en muchos casos, destacó O’Brian, se trata de “explotadores oportunistas”, turistas que aprovechan una oportunidad que surge en el momento de su descanso lejos de su hogar, para perpetrar el abuso.

Según Ectap, la Argentina se convirtió en un destino emergente de explotación infantil en turismo sexual. Así aparece en su publicación Combatiendo el turismo sexual con niños y adolescentes. Preguntas frecuentes (2008), que la organización internacional distribuyó en la cumbre. Ecpat fue una de las organizadoras del congreso, junto con Unicef y el gobierno brasileño.

“No manejamos cifras ni datos estadísticos porque no es posible tenerlos sobre esta problemática, dado que no se denuncia o se denuncia poco”, aclaró a Página/12 el abogado peruano Marcos Sotelo, coordinador regional para América latina de Ecpat, cuya sede en Buenos Aires está próxima a trasladarse a la ciudad de Lima. “El incremento de visitantes que está recibiendo la Argentina, a partir del cambio favorable para los extranjeros, hace que se filtre gente que tiene intenciones de explotar sexualmente a niñas, niños y adolescentes. Significa que chicos en situación de vulnerabilidad tienen mayor riesgo de ser víctimas de ese tipo de turistas”, explicó Sotelo. Una asesora del Programa Turismo Responsable e Infancia, de la Secretaría de Turismo de la Nación, presente en el congreso, consideró: “Reconocemos que el país tiene la problemática de la explotación sexual vinculada con el turismo, pero no nos consideramos país de turismo sexual, ya que no se venden paquetes que incluyan el acceso a menores”.

Más allá de las diferencias de criterio, lo cierto es que hasta ahora, la Argentina no había sido señalada como potencial destino de turismo sexual. “El problema del turismo sexual en la Argentina está creciendo pero no es todavía significativo como puede verse en otros países”, consideró Nora Schulman, directora ejecutiva del Comité de Seguimiento de los Derechos del Niño (Casacidn).

En la región, padecen la problemática del turismo sexual desde hace ya largo tiempo Brasil, Costa Rica y República Dominicana, apuntó Sotelo. Pero en el último tiempo se prendió la luz de alerta no solo en la Argentina: también en Colombia y Perú. “Brasil y Costa Rica ya incorporaron el tema a su agenda política”, destacó.

Ecpat impulsa desde hace varios años un Código de Conducta del Sector del Turismo para la Protección de Niños contra la Explotación Sexual Comercial, una iniciativa que nació en Suecia y que actualmente apoyan Unicef y la Organización Mundial del Turismo. En Brasil, lo suscribieron casi un centenar de empresas del sector de distintos puntos del país, entre agencias, hoteles, restaurantes, asociaciones y sindicatos. En todo el mundo lo firmaron más de 600 operadores turísticos de 38 países. La Secretaría Nacional de Turismo de Argentina firmó a mediados de 2008 un acuerdo para promoverlo en el país, y recién está iniciando las actividades de difusión y sensibilización del sector.

Las víctimas de la explotación sexual vinculada con el turismo suelen pertenecer a contextos empobrecidos, algunos viven en la calle, o dependen de ingresos de temporada, o fueron abusados en sus propias casas, definen los especialistas. Los turistas sexuales, en cambio, provienen de países desarrollados, principalmente de Europa y Norteamérica y también de Rusia, Japón, Australia y Nueva Zelanda, y son en su mayoría hombre y mujeres “comunes y corrientes”, destacó Ectap. Pero se identificó un nuevo perfil de turista sexual, “el oportunista”, el que no elige un destino con intenciones de abusar de menores, pero que si se le presenta la oportunidad, la aprovecha. La irlandesa O’Brian alertó también sobre las consecuencias del consumo global en la propagación de este aberrante delito. Muchas veces, dijo, son los propios adolescentes, en situaciones de vulnerabilidad, los que se acercan a un explotador sexual para ofrecerse para conseguir dinero para drogas o para comprarse ropa. Y otras veces, son las familias de los chicos las que consiguen los clientes y “venden a sus hijos”, alertó la experta europea.

Para O’Brian, el gran desafío para vencer este flagelo pasa por el hecho de que la misma comunidad cuide a los chicos en la mira del visitante extranjero. Y a vez, por el compromiso que deben asumir los compañeros de viaje de los turistas sexuales de denunciarlos y dejar de mirar para otro lado.

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El turismo sexual fue identificado como uno de los rostros de la explotación infantil.
Imagen: Pablo Piovano
 
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