SOCIEDAD › EL HERMANO MAYOR DE ANGELES RAWSON DECLARO COMO TESTIGO EN EL JUICIO

Mangeri y otro día complicado

Jerónimo Arellano Villafañe, hermano mayor de la adolescente Angeles Rawson, declaró ayer en el juicio oral. Dijo que le pidió a su madre que se apartara de la esposa del encargado porque Mangeri “estaba hasta las manos”.

“Estaba hasta las manos”, le dijo el hermano mayor de Angeles Rawson a su madre, en referencia al portero Jorge Mangeri, después de declarar en la Fiscalía durante la noche del viernes 14 de junio de 2013, tres días después del hallazgo sin vida de su hermana en un predio de la Ceamse en José León Suárez. Así lo ratificó ayer en el juicio oral por el crimen que se desarrolla en el Palacio de Tribunales. El joven sostuvo haber escuchado al imputado mientras lo interrogaban en otro cuarto. Lo encontró “muy nervioso” y oyó que se negaba a mostrar unas heridas que tenía, por lo que llegó a esa conclusión. Mangeri es el único acusado en el caso por tentativa de violación, seguida de homicidio para ocultar el primer delito, agravado por tratarse de un femicidio.

Si bien para la audiencia de ayer se esperaban 24 testigos, entre los que fueron desistidos, los que faltaron y los que no fueron ubicados, sólo declararon ocho. Los principales testigos fueron Jerónimo Arellano Villafañe, hermano por parte de la madre de Angeles, y la titular de la Asociación Víctimas de Violaciones (Avivi), María Elena Leuzzi, quien estuvo con la familia cuando Angeles aún estaba desaparecida.

Arellano Villafañe, de 26 años, relató ayer el episodio ocurrido durante la noche del viernes 14 de junio de 2013, cuando declaró junto a otros miembros de su familia en la Fiscalía de Instrucción 35, ante la fiscal Paula Asaro.

El joven explicó ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9 que como declaraba en “un box sin puerta” y el encargado de Ravignani 2360 lo hacía en una oficina “con paredes de durlock”, alcanzó a reconocer “la voz de Mangeri”, que “se escuchaba con bastante claridad”.

“Escuché la voz de Mangeri con un tono de voz muy nervioso, negándose a mostrar unas heridas que supuestamente le habían hecho” y “la fiscal le preguntaba ¿por qué no?”, afirmó ante los jueces Fernando Ramírez, Ana Dieta de Herrero y Jorge Gettas.

El testigo añadió que de la oficina donde declaraba Mangeri “salió Asaro, entró un médico”, aparentemente para revisarlo, que escuchó que “las heridas eran de más tiempo del que él decía” y que luego vinieron “más médicos”.

Además, precisó que cuando él terminó de declarar y salió al pasillo de la Fiscalía, vio que su madre, María Elena “Jimena” Aduriz, estaba sentada junto a la esposa de Mangeri, Diana Saettone, por lo que decidió apartarla para decirle algo.

“La llamé a mi mamá que estaba con Diana. Le dije que no se pegara mucho porque Jorge estaba hasta las manos”, aseguró el testigo, quien también explicó que conocía la voz de Mangeri porque él mismo vivió junto a su familia en el departamento hasta un año y medio antes del crimen.

Cuando el fiscal Fernando Fiszer lo consultó acerca de por qué a su juicio el portero “estaba hasta las manos”, Arellano Villafañe contestó: “Por cómo se puso él y cuando escuché al médico que no concordaban el tiempo de las lesiones”.

El defensor de Mangeri, Adrián Tenca, le preguntó si había escuchado cuando su cliente denunció que “le tenía miedo a la policía”, pero Arellano Villafañe ratificó que sólo escuchó al imputado nervioso cuando se negaba a ser revisado.

Según Arellano Villafañe, esa jornada en la Fiscalía fue extensa. Primero declaró su hermano Juan Cruz, después su madre y él fue el último. Cada una de las declaraciones tardó “entre tres y cuatro horas”. Dijo que a él le preguntaron sobre todo: por las zapatillas de su hermana, la mochila, el ex novio, la relación de Angeles con Sergio y por Mangeri.

Cuando el abogado querellante, Pablo Lanusse, le preguntó cómo era Angeles, el joven respondió: “Era divina, mi debilidad. Tenía un carácter fuerte y se hacía escuchar, respetar. Contenedora con sus hermanos, una alumna excepcional. No puedo describirla, era divina”.

Al término de su declaración, Jerónimo, que fue vestido con un traje gris, se abrazó y lloró junto a su madre en un pasillo y junto a ellos pasó Saettone, quien en voz baja y tono irónico les dijo: “Muy bien diez felicitado”, algo que luego los fiscales y la querella denunciaron en privado ante el tribunal.

Otra de las personas que prestó declaración en la jornada de ayer fue Florencia Habegger, de 19 años, quien caminó con la víctima unos metros al término de la clase de gimnasia en el predio de la Ceamse de Colegiales la mañana del lunes 10 de junio de 2013 en que Angeles fue asesinada. Al despedirse en la esquina de Concepción Arenal y Cramer, Habegger no notó que a la chica le ocurriera nada raro.

También declararon la profesora de gimnasia que dio esa clase, Claudia Knez, y tres docentes y personal directivo del Instituto Virgen del Valle –Viviana Urichipia, Marta López y Analía Vélez de Villa–, quienes recordaron a Angeles como una alumna ejemplar de cuarto año, que tenía el mejor promedio del colegio.

“Era una alumna excelente desde todo punto de vista. No sólo por sus calificaciones sino por su don de gente”, dijo Vélez de Villa, la rectora del nivel secundario del colegio, generando el llanto de los padres y del hermano mayor de Angeles.

El juicio oral por el crimen de la adolescente Angeles Rawson pasó a un cuarto intermedio hasta el miércoles de la semana próxima, momento en que continuarán las declaraciones de testigos.

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Jorge Mangeri es el único imputado en el caso Angeles Rawson.
Imagen: DyN
 
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