SOCIEDAD › EL PAPA FRANCISCO ABRIó EL SEGUNDO SíNODO DE LOS OBISPOS DEL AñO

Con dureza frente al cambio

El papa Francisco inauguró la XIV Asamblea del Sínodo de los Obispos. Se refirió al matrimonio, condenó el divorcio y sostuvo la tarea tradicionalista de la Iglesia. El Sínodo se inicia en medio de una importante brecha dentro de los 400 cardenales y obispos.

El papa Francisco defendió la indisolubilidad del matrimonio, condenó el divorcio y reiteró que la familia se compone de un hombre y una mujer, al abrir ayer en el Vaticano el segundo Sínodo de Obispos del año. En su homilía, pronunciada durante la misa solemne en San Pedro ante 400 cardenales y obispos de todo el mundo, el pontífice argentino reconoció que la Iglesia debe defender los valores tradicionales en un “contexto social y matrimonial bastante difícil”, e instó a los prelados a “buscar y sanar a las parejas heridas con el aceite de la misericordia”. La XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos comienza con divisiones profundas entre prelados del sector más conservador de la Iglesia Católica y otros que son más favorables a cambios en relación al matrimonio y la familia. En su apertura, el Papa criticó el “mundo globalizado” en el que los jóvenes son “víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, de la cultura del descarte”. La plana mayor sinodal participará de la asamblea vaticana hasta el próximo 25 de octubre.

“Las lecturas bíblicas de este domingo parecen elegidas a propósito para el acontecimiento de gracia que la Iglesia está viviendo sobre el tema de la familia, que se inaugura con esta celebración eucarística”, resaltó el Bergoglio durante la misa con la que dio inicio a la XIV Asamblea General del Sínodo de Obispos. “Dichas lecturas se centran en tres aspectos: el drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia”, planteó Francisco, lamentando que “el amor duradero, fiel, recto, estable, fértil sea cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado. Parecería que las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad, y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social”.

“Hoy se vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia; muchos proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado”, aseveró Francisco. En esa línea marcó también la paradoja de “tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón; muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía”, por lo que planteó que “son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero”.

Ante un contexto social y moral tan “difícil”, como adelantó, Francisco invitó a la Iglesia a “no olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida”, una invitación que viene lanzando desde el inicio del pontificado, en marzo de 2013. “Pienso en los ancianos abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos; en los viudos y viudas; en tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa o por su propio marido; en tantas personas que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas; en los emigrantes y los refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, de la cultura del descarte”, reflexionó el Papa.

Principio básico de su pontificado, en su discurso Francisco defendió con tono claro y severo la doctrina sobre la familia y citó textos de sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI. “Hay que vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás sino que –fiel a su naturaleza como madre– se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser ‘hospital de campo’, con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de la salvación”, señaló ante más de 270 religiosos de todo el mundo convocados a debatir durante tres semanas sobre los retos que encara la familia moderna. Participan del encuentro, entre otros, el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli; el titular de la Conferencia Episcopal, José María Arancedo; y el presidente de la Comisión Episcopal de Laicos y Familia, Pedro María Laxague.

Por último, sobre el divorcio, el Papa reiteró que “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”, tras asegurar que el “sueño de Dios” es “la unión de amor entre hombre y mujer”, principio que se repetirá durante el cónclave marcado por las tensiones generadas el sábado, tras la confesión de homosexualidad del prelado polaco Krysztof Olaf Charamas, quien fue inmediatamente destituido por el Vaticano.

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El momento en que el Papa da su discurso de apertura del Sínodo, ante 400 cardenales y obispos.
Imagen: AFP
 
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